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Semana 3. Lo absurdo y el miedo

Se trata de dos géneros distantes entre sí, pero que tienen en ocasiones algunos puntos en común. Los reunimos por razones prácticas: para abarcar un poco más en el corto tiempo que tenemos para compartir lecturas, pero hay que leer los cuentos de cada una de estas dos tendencias narrativas con independencia una de la otra.

Lo kafkiano (el absurdo)

Franz Kafka

Franz Kafka, (Praga, 1883-1924), extraordinario escritor checo de lengua alemana, ha dejado una fuerte marca en el mundo literario y más allá de él. No en vano decimos de algo que «es kafkiano» si se presenta como absurdo, como algo que desafía lo posible desde la realidad misma. El más conocido de sus cuentos, «La metamorfosis» ha pasado a la posteridad como ejemplo de lo absurdo y al mismo tiempo como símbolo de una modernidad llena de contradicciones. En ese cuento, el personaje principal, Gregorio Samsa, despierta un día convertido en un escarabajo, y este hecho desata una historia que desarrolla hasta sus últimas consecuencias tal situación absurda. Esta semana leeremos dos relatos brevísimos de Kafka (casi microrelatos): «Una confusión cotidiana», que habla de desencuentros y «Buitres», casi pariente del terror. Kafka abordó también lo sobrenatural en cuentos como «Un médico rural», que, aunque no puede clasificarse propiamente como terror, tiene elementos que lo recuerdan. Una interesante versión animada (hecha en Japón) de esta historia puede verse aquí: parte 1 y parte 2.

La visión de Albert Camus

Casi todos los escritores de la primera mitad del siglo XX han escrito bajo la influencia de Kafka. El caso de Albert Camus (1913-1960) es especial pues llevó la reflexión sobre lo absurdo de la vida humana hasta la filosofía, especialmente en su ensayo El mito de Sísifo. Este extraordinario autor fue, además de futbolista, actor, activista político (miembro de la Resistencia francesa contra la invasión Nazi), dramaturgo, filósofo, cuentista y novelista. Su novela breve El extranjero, quizás la más conocida de sus obras se orienta a expresar esa falta de sentido, ese absurdo de la vida, lo que le valió ser reconocido como existencialista, aunque su obra está más allá de esa corriente filosófica. Poco después de obtener el premio Nobel, murió en un accidente automovilístico dejando trunca una obra que quizás hubiera podido desarrollarse increiblemente. De él leeremos el cuento «Los mudos», que, aunque ya no está dentro del género de lo absurdo, aún tiene elementos que recuerdan esa reflexión sobre la inutilidad de la existencia humana (y la lucha que hay que llevar a cabo para darle un sentido).

¡Terror!

La literatura de horror es la fuente de un género desarrollado en el cine incansablemente desde hace casi cien años (con Nosferatu, por ejemplo, cine mudo alemán de 1922). Pero hay una diferencia importante entre la literatura clásica de horror y el cine o la literatura de terror de nuestro tiempo: hoy en día, acudimos más al «efecto», a la provocación del susto, el espanto espontáneo que nos haga temblar en la butaca. La literatura de terror, de una forma más pausada pero mucho más profunda, nos llevará a la vivencia del miedo como pasión básica pero no caerá en ese efectismo del susto que reconocemos como terror. El lector contemporáneo, por tanto, puede llegar a sentir que los cuentos de Poe, Lovecraft y otros autores, parecen «no dar miedo». Hay que poner atención en el suspenso y en la descripción de los sentimientos de miedo de los personajes y recordar que «dar miedo» no era su objetivo original sino plantear misterios y escudriñar el alma humana en sus zonas más oscuras

Edgar Allan Poe de terror

Edgar Allan Poe

Edgar Allan Poe

Edgar Allan Poe (Boston, 1809-1849) no solo fue un extraordinario poeta romántico y creador de uno de los personajes más interesantes de la literatura policiaca, como es Auguste Dupin. Quizás la razón más significativa de su enorme  fama, su interminable influencia y su permanente actualidad, es que se trata de un autor de cuentos de misterio y miedo; podríamos decir que se encuentra entre los fundadores del género terrorífico.

La narrativa oscura, gótica, de Poe, ha trascendido el tiempo y el espacio. Traducido a incontables idiomas y reeditado constantemente, Poe sigue llenando nuestra imaginación de temores. Hay en su obra fantasmas y espantos, toda una vida espectral dispuesta a estremecernos a lo largo de las líneas de sus estupendos cuentos. Un ejemplo muy importante de esta tendencia es el fabuloso cuento largo «La caída de la casa de Usher», que ha inspirado películas, obras de teatro y hasta música (por ejemplo, la suite de rock progresivo de The Alan Parsons Project). Pero hay también otra serie de cuentos en los que lo espectral no tiene lugar sino que se concentra en los miedos y la perversidad del individuo. Es el caso de «El pozo y el péndulo» (que revive la época oscura de la Inquisisción) o «El corazón delator». Esta semana leeremos «El barril de Amontillado» en el que Poe explora la perversidad y la elaboración de una cruel venganza.

El oscuro y pesadillesco mundo de Lovecraft

H. P. Lovecraft

Por su parte, en Howard Phillips Lovecraft (Providence, EUA, 1890-1937) tenemos a un fundador de todo un subgénero y una literatura de culto. Lovecraft fue un escritor prodigio: escribió su primer relato de terror a los quince años de edad, y, aunque dedicaría su juventud a la poesía, desarrollaría más adelante toda una especie de amenaza latente en los mares, monstruosa, terrible, alrededor de la cual crecería la leyenda de «Los mitos de Ctulhu», de los cuales, probablemente, la historia más representativa es «La sombra sobre Insmouth» (que se puede descargar en PDF de aquí). Desarrollados casi siempre en el frío y húmedo paisaje de la costa noratlántica de los Estados Unidos (Rhode Island, Maine), los sencillos pueblos de pescadores sobreviven a la amenaza de una especie monstruosa que viene de las profundidades y se confunde con nosotros en un oscuro afán de conquista.

Una de las series de cuentos más conocidas de Lovecraft es la llamada «onírica», que personifica Randolph Carter, un filósofo-investigador enfrentado a extraños poderes como en «La declaración de Randolph Carter», el cuento que leeremos esta semana.

Lecturas:

  • Franz Kafka, «Una confusión cotidiana»:
  • Franz Kafka, «Buitres»
  • Albert Camus, «Los mudos»
  • Edgar Allan Poe, «El barril de amontillado»
  • H. P. Lovecraft, «La declaración de Randolph Carter»

En ciclos anteriores del club hemos leído otros cuentos de estos autores, que se enlazan a continuación como sugerencias de lectura:

Y un cuento de terror más reciente del gran Stephen King: «La imagen de la muerte»

Semana 1. Naturalismo y modernismo

Émile Zola

El naturalismo en literatura forma parte del realismo, una corriente literaria que buscó describir y recrear lo real, sin invenciones fantásticas y bien apegada a lo verosímil. El naturalismo surge en Francia a mediados del siglo XIX, aunque se expandirá por el mundo occidental rápidamente. Su principal exponente es Émile Zola (Francia, 1840-1902), que incluso desarrolló teóricamente los fundamentos de esta corriente.

Se genera en el espíritu cientificista del positivismo de aquella época, cuando el desarrollo de las ciencias se imponía en todos los ámbitos de la vida, y como tal busca expresar lo que sucede en la sociedad de una manera documentada y apegada lo más posible a lo real, con especial atención en las capas más pobres de la sociedad.

Clorinda Matto de Turner

En América Latina hubo importantes representantes de este estilo literario. Podríamos decir, si las «Tradiciones peruanas» fueran cuentos, que Ricardo Palma (Lima, 1833-1919) fue nuestro gran naturalista, pero las tradiciones son más crónica con ficción que ficción pura; un género en sí mismo. Se piensa en general que en el Perú es Clorinda Matto de Turner (autora de la novela clásica Aves sin nido), la más importante representante de este estilo, aunque los autores indigenistas de principios del siglo XX heredan los intereses de los naturalistas en cuanto a la representación de la vida de los desfavorecidos en la sociedad.

Guy de Maupassant

Dos de los cuentos seleccionados para esta semana pertenecen al naturalismo. En «Una vendetta» de Guy de Maupassant (Francia, 1850-1893), podemos ver con claridad la descripción de hechos tan verosímiles que a veces resulta impresionante. La mujer que protagoniza el cuento desarrolla una actividad con su mascota, la perra Vigilante, que se parece los experimentos del fisiólogo ruso Pavlov (1849-1936), quien, en esa misma época, estaba en camino de postular la teoría del reflejo condicional, a partir de la cual surgiría toda una teoría psicológica, el conductismo. Cabe señalar que Maupassant no se basa en los experimentos de Pavlov (a quien probablemente no conocía) para los personajes de este cuento; se trata más bien de una coincidencia posible gracias al espíritu de la observación científica común a ambos ámbitos: el naturalismo literario y la medicina. En su cuento «El Horla», considerado como uno de los primeros relatos de horror, el personaje principal, aparentemente víctima de una enfermedad mental, dice «[el ojo] ignora los millares de pequeños animalillos que viven en una gota de agua»; algo que no fue posible saber hasta que existió el microscopio.

Antón Chéjov

En el caso de «La tristeza» de Antón Chéjov (Rusia, 1860-1904), asistimos a las escenas de la pobreza y la soledad en el duro invierno ruso, durante la era zarista, en la que las diferencias sociales eran tan agudas, que se produciría pronto la primera revolución socialista de la historia. Hay que poner atención en el personaje principal, el cochero Yona, y su solitaria tristeza por el hijo perdido, mientras es maltratado o simplemente ignorado por los demás.

James Joyce (1982-1941)

James Joyce (1982-1941)

La tercera lectura de esta semana pertenece a una corriente posterior al naturalismo, aunque influenciada por él en cuanto al realismo de las narraciones. James Joyce, escritor irlandés modernista, es reconocido por haber revolucionado la narrativa de ficción con su novela Ulises, en la que se narra lo sucedido a un personaje a lo largo de un solo día, de manera no lineal, con una narrativa llena de laberintos, vueltas, cambios de punto de vista y otras avezadas estrategias que le valieron ser rechazada para publicación en diversas ocasiones. Hoy, sin embargo, es importante para la literatura porque mostró que era posible decir las cosas de otro modo.  Es también muy famoso su libro de cuentos Dublineses, del que tomamos el relato «Eveline», en el que destaca la introspección del autor hacia los sentimientos de sus personajes.

Para las lecturas:

  • Maupassant, «Una vendetta»: clic aquí para la versión dentro del blog o en el siguiente enlace para el PDF:  Maupassant – Una vendetta.
  • Chéjov, «La tristeza»: clic aquí para la versión dentro del blog o en el siguiente enlace para el PDF: Chejov – La tristeza
  • Joyce, «Eveline»: click aquí para la versión en el blog o aquí para el PDF

Una vez leídos, por favor dejen sus comentarios a las lecturas en el espacio para comentarios de este post. ¡Sean breves!

Semana 1. Cuentos clásicos policiales y de horror

Normalmente iniciamos el taller con la lectura de cuentos naturalistas del siglo XIX (de autores como Maupassant y Chejov), que nos dan una buena introducción al género breve. Sin embargo, dado que el ciclo de verano es más breve, empezamos directamente con los grandes maestros del cuento moderno en dos de sus géneros más representativos: el policial y el horror.

Cuento policial
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Arthur Conan Doyle

Arthur Conan Doyle

Arthur Conan Doyle

“Elemental, mi querido Watson”; una de las más famosas frases de la literatura, con la que Sherlock Holmes comenzaba a explicar a su buen amigo los pormenores de algún misterio que, aunque se ocultaba para todos los demás, era evidente para él. La figura de Sherlock Holmes, el genial personaje de Sir Arthur Conan Doyle (Edimburgo, Escocia, 1859-1930), ha quedado para siempre como el primer ejemplo de detective que, usando la observación sistemática y el método deductivo, tal como lo usa la metodología de la ciencia, era capaz de resolver los rompecabezas más difíciles, surgidos de la imaginación del autor.

Sherlock Holmes está en la base de la literatura policiaca, uno de los géneros más leídos que, además, ha dado al cine una de sus temáticas más productivas, el thriller. Seleccionar uno de los relatos protagonizados por Sherlock Holmes es muy difícil. Conan Doyle escribió relatos cortos (y no tan cortos) que se publicaban en medios periodísticos y fueron agrupados después en los volúmenes Las aventuras de Sherlock HolmesLas memorias de Sherlock Holmes y El regreso de Sherlock Holmes. Del primero de estos libros, leamos “El carbunclo azul”, en el que pueden verse con claridad las dotes deductivas y la personalidad del gran Holmes.

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Ernest Hemingway

Ernest Hemingway

Ernest Hemingway

(Illinois, EUA, 1899-1961) En realidad, este genial autor estadounidense no pertenece a la tradición del género policiaco. Su obra es mucho más amplia en temática y extensión, y es reconocido por extraordinarias novelas como El viejo y el mar, en la que narra con maestría la lucha casi espiritual de un hombre contra su presa, casi tan humana como él mismo, y por la que obtuvo en 1953 el premio Pulitzer (al año siguiente se le otorgaría el Nobel de literatura por el conjunto de su obra). Sin embargo, entre sus magistrales cuentos destaca uno que prefigura el relato policial contemporáneo por su argumento: «Los asesinos». En esta historia hay que poner atención en la forma en que el autor resuelve todo el contexto, el clima, el argumento, el suspenso, la trama, a través de diálogos simples. Lo incluimos en esta semana solo para no perdernos las letras de este autor-aventurero fundamental en la literatura del siglo XX.

¡Terror!

La literatura de horror es la fuente de un género desarrollado en el cine incansablemente desde hace casi cien años (con Nosferatu, por ejemplo, cine mudo alemán de 1922). Pero hay una diferencia importante entre la literatura clásica de horror y el cine y la literatura de terror de nuestro tiempo: hoy en día, acudimos más al «efecto», a la provocación del susto, el espanto espontáneo que nos haga temblar en la butaca. La literatura de terror, de una forma más pausada pero mucho más profunda, nos llevará a la vivencia del miedo como pasión básica pero no caerá en ese efectismo del susto que reconocemos como terror. El lector contemporáneo, por tanto, puede llegar a sentir que los cuentos de Poe, Lovecraft y otros autores, parecen «no dar miedo». Hay que poner atención en el suspenso y en la descripción de los sentimientos de miedo de los personajes.

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Edgar Allan Poe

Edgar Allan Poe

Edgar Allan Poe

Edgar Allan Poe (Boston, 1809-1849) no solo fue un extraordinario poeta romántico y creador de uno de los personajes más interesantes de la literatura policiaca, como es Auguste Dupin. Quizás la razón más significativa de su enorme  fama, su interminable influencia y su permanente actualidad, es que se trata de un autor de cuentos de misterio y miedo; podríamos decir que se encuentra entre los fundadores del género terrorífico.

La narrativa oscura, gótica, de Poe, ha trascendido el tiempo y el espacio. Traducido a incontables idiomas y reeditado constantemente, Poe sigue llenando nuestra imaginación de temores. Hay en su obra suspenso, fantasmas y espantos, toda una vida espectral dispuesta a estremecernos a lo largo de las líneas de sus estupendos cuentos. Un ejemplo muy importante de esta tendencia es el fabuloso cuento largo «La caída de la casa de Usher», que ha inspirado películas, obras de teatro y hasta música (por ejemplo, la suite de rock progresivo de The Alan Parsons Project). Pero hay también otra serie de cuentos en los que lo espectral no tiene lugar sino que se concentra en los miedos del individuo, en las jugarretas que puede hacernos nuestra propia imaginación si no se encuentra en la mejor de las posiciones.

Es el caso de «El corazón delator» el cuento que leeremos esta semana, en el que Poe explora la conciencia y las formas en que ella aflora para traicionarnos cuando no se encuentra «limpia». Cabe resaltar que, aunque circulan numerosas traducciones al castellano de los cuentos de Poe, la traducción que leeremos de «El corazón delator» es la de Julio Cortázar, inmejorable, que suma a la maestría del autor, la de un escritor que representa la mejor cuentística en nuestro idioma.

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H. P. Lovecraft

H. P. Lovecraft

Por su parte, en Howard Phillips Lovecraft (Providence, EUA, 1890-1937) tenemos a un fundador de todo un subgénero y una literatura de culto. Lovecraft fue un escritor prodigio: escribió su primer relato de terror a los quince años de edad, y, aunque dedicaría su juventud a la poesía, desarrollaría más adelante toda una especie de amenaza latente en los mares, monstruosa, terrible, alrededor de la cual crecería la leyenda de «Los mitos de Ctulhu», de los cuales, probablemente, la historia más representativa es «La sombra sobre Insmouth» (que se puede descargar en PDF de aquí). Desarrollados casi siempre en el frío y húmedo paisaje de la costa noratlántica de los Estados Unidos (Rhode Island, Maine), los sencillos pueblos de pescadores sobreviven a la amenaza de una especie monstruosa que viene de las profundidades y se confunde con nosotros en un oscuro afán de conquista.

Una de las series de cuentos más conocidas de Lovecraft es la llamada «onírica», que personifica Randolph Carter, un filósofo-investigador enfrentado a extraños poderes como en «La declaración de Randolph Carter», el cuento que leeremos esta semana.

Lecturas:

 

Semana 7: El cuento latinoamericano

Uno de los resultados del largo periodo colonial español en lo que hoy es América Latina fue la imposición del castellano sobre regiones en las que se hablaban (y se hablan aún hoy) cientos de idiomas originarios. En cada uno de los países que se formaron después de las guerras de independencia hace 200 años, el español americano fue adquiriendo acentos y expresiones locales que recogían las tradiciones autóctonas dándole características especiales. Sin embargo, durante al menos los primeros 70 años de nuestra independencia, fuimos una especie de «hispanohablantes de segunda»; siempre vigilados por la ortodoxia europea (española) que, a través del lenguaje y su Real Academia, continuaba el colonialismo en el ámbito cultural. Fue Ricardo Palma, en el Perú, uno de los primeros escritores que reivindicó nuestras múltiples formas de hablar y escribir español como legítimas, autónomas y con pleno derecho, es decir, no subordinadas a la de la metrópoli. A partir de entonces, de la época del modernismo, nuestras literaturas aprenderían a andar solas.

El siglo XX vio nacer a algunos de los más importantes escritores en lengua española, no procedentes de España, que hoy son faros que iluminan la literatura universal.

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Horacio Quiroga (Uruguay, 1878-1937)

Horacio Quiroga

Horacio Quiroga

Aún dentro de la corriente vigente a fines del siglo XIX y principios del XX, el modernismo, Horacio Quiroga desarrolló una obra que podemos considerar fundadora para el género cuentístico latinoamericano. Fuertemente influenciado por Edgar Alan Poe, y tomando como fuente su propia vida llena de aventuras y asediada por la tragedia, escribió cuentos que pueden ser incluidos entre los clásicos de suspenso. Ha pasado a la historia no solo como constructor de nuestra visión de la selva y de las penurias de los expedicionarios y trabajadores de las inhóspitas forestas que cubren las cuencas de los ríos Paraná y Uruguay, sino también por la visión del horror en sus Cuentos de amor, de locura y de muerte, como es el caso de «El almohadón de plumas».

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Jorge Luis Borges (Argentina, 1899-1986)

Jorge Luis Borges

Jorge Luis Borges

Durante las primeras décadas del siglo XX, Europa fue centro de la experimentación artística en todos los ámbitos. Esa época de vanguardias o «ismos» (futurismo, surrealismo, creacionismo, dadaísmo, ultraísmo, etc.) cambió la fisonomía de la literatura, la poesía, la pintura y la música. Ahí estuvo el argentino Jorge Luis Borges, que traería a América ese impulso creador. Poeta vanguardista, más adelante fue escritor de cuentos fantásticos con un componente ensayístico impresionante y su obra constituye un portentoso universo de lo imposible. Uno de sus más famosos relatos, «El Aleph» es hoy referencia para cualquiera que desee abordar el género fantástico. Cabe recordar que Borges, que no escribió novelas, consideraba que «el cuento es un género más antiguo que la novela y quizás pueda outlive, quizás pueda vivir más allá de la novela».

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Juan Rulfo (México, 1917-1986)

Juan Rulfo

Juan Rulfo

En México, luego de una intensa narrativa que contaba los horrores de la Revolución de 1910, la «novela de la revolución mexicana», surgió un autor que se convirtió en precursor del realismo mágico, género con el que se harían famosos autores posteriores. Se trata de Juan Rulfo, que con solo dos libros publicados en su vida (además de guiones de cine y una extraordinaria producción fotográfica), es considerado uno de los más importantes autores latinoamericanos y, al igual que Borges, es referencia global. En su breve obra se resume de una forma extraordinaria el desarrollo de una narrativa que recoge la tragedia de la Revolución mexicana, así como una «literaturización» de la visión de la muerte presente en el México indígena.

Para las lecturas:

Otras lecturas (opcionales) de estos autores en nuestra biblioteca:

Semana 3: Cuentos de lo absurdo y cuentos de horror

Lo kafkiano (el absurdo)

Franz Kafka

Franz Kafka, (Praga, 1883-1924), extraordinario escritor checo de lengua alemana, ha dejado una fuerte marca en el mundo literario y más allá de él. No en vano decimos de algo que «es kafkiano» si se presenta como absurdo, como algo que desafía lo posible desde la realidad misma. El más conocido de sus cuentos, «La metamorfosis» ha pasado a la posteridad como ejemplo de lo absurdo y al mismo tiempo como símbolo de una modernidad llena de contradicciones. En ese cuento, el personaje principal, Gregorio Samsa, despierta un día convertido en un escarabajo, y este hecho desata una historia que desarrolla hasta sus últimas consecuencias tal situación absurda. Esta semana leeremos un relato muy breve de Kafka, redactado en forma de parábola, que pone de manifiesto la pequeñez de las personas al enfrentarse a las instituciones de la sociedad, un tema común en su obra: «Ante la Ley».

Kafka también abordó lo sobrenatural, en cuentos como «Un médico rural», que, aunque no puede clasificarse propiamente como terror, tiene elementos que lo recuerdan. Una interesante versión animada (hecha en Japón) de esta historia puede verse aquí: parte 1 y parte 2.

¡Terror!

La literatura de horror es la fuente de un género desarrollado en el cine incansablemente desde hace casi cien años (con Nosferatu, por ejemplo, cine mudo alemán de 1922). Pero hay una diferencia importante entre la literatura clásica de horror y el cine y la literatura de terror de nuestro tiempo: hoy en día, acudimos más al «efecto», a la provocación del susto, el espanto espontáneo que nos haga temblar en la butaca. La literatura de terror, de una forma más pausada pero mucho más profunda, nos llevará a la vivencia del miedo como pasión básica pero no caerá en ese efectismo del susto que reconocemos como terror. El lector contemporáneo, por tanto, puede llegar a sentir que los cuentos de Poe, Lovecraft y otros autores, parecen «no dar miedo». Hay que poner atención en el suspenso y en la descripción de los sentimientos de miedo de los personajes.

Edgar Allan Poe de terror

Edgar Allan Poe

Edgar Allan Poe

Edgar Allan Poe (Boston, 1809-1849) no solo fue un extraordinario poeta romántico y creador de uno de los personajes más interesantes de la literatura policiaca, como es Auguste Dupin. Quizás la razón más significativa de su enorme  fama, su interminable influencia y su permanente actualidad, es que se trata de un autor de cuentos de misterio y miedo; podríamos decir que se encuentra entre los fundadores del género terrorífico.

La narrativa oscura, gótica, de Poe, ha trascendido el tiempo y el espacio. Traducido a incontables idiomas y reeditado constantemente, Poe sigue llenando nuestra imaginación de temores. Hay en su obra fantasmas y espantos, toda una vida espectral dispuesta a estremecernos a lo largo de las líneas de sus estupendos cuentos. Un ejemplo muy importante de esta tendencia es el fabuloso cuento largo «La caída de la casa de Usher», que ha inspirado películas, obras de teatro y hasta música (por ejemplo, la suite de rock progresivo de The Alan Parsons Project). Pero hay también otra serie de cuentos en los que lo espectral no tiene lugar sino que se concentra en los miedos del individuo, en las jugarretas que puede hacernos nuestra propia imaginación si no se encuentra en la mejor de las posiciones.

Es el caso de «El pozo y el péndulo» (que revive la época oscura de la Inquisisción) o «El corazón delator» el cuento que leeremos esta semana, en el que Poe explora la conciencia y las formas en que ella aflora para traicionarnos cuando no se encuentra «limpia». Cabe resaltar que, aunque circulan numerosas traducciones al castellano de los cuentos de Poe, la traducción que leeremos de «El corazón delator» es la de Julio Cortázar, inmejorable, que suma a la maestría del autor, la de un escritor que representa la mejor cuentística en nuestro idioma.

El oscuro y pesadillesco mundo de Lovecraft

H. P. Lovecraft

Por su parte, en Howard Phillips Lovecraft (Providence, EUA, 1890-1937) tenemos a un fundador de todo un subgénero y una literatura de culto. Lovecraft fue un escritor prodigio: escribió su primer relato de terror a los quince años de edad, y, aunque dedicaría su juventud a la poesía, desarrollaría más adelante toda una especie de amenaza latente en los mares, monstruosa, terrible, alrededor de la cual crecería la leyenda de «Los mitos de Ctulhu», de los cuales, probablemente, la historia más representativa es «La sombra sobre Insmouth» (que se puede descargar en PDF de aquí). Desarrollados casi siempre en el frío y húmedo paisaje de la costa noratlántica de los Estados Unidos (Rhode Island, Maine), los sencillos pueblos de pescadores sobreviven a la amenaza de una especie monstruosa que viene de las profundidades y se confunde con nosotros en un oscuro afán de conquista.

Una de las series de cuentos más conocidas de Lovecraft es la llamada «onírica», que personifica Randolph Carter, un filósofo-investigador enfrentado a extraños poderes como en «La declaración de Randolph Carter», el cuento que leeremos esta semana.

Terror moderno: Stephen King

Stephen King

Stephen King

Este prolífico autor estadounidense (Maine, 1947) es artífice de nuestros más profundos temores, gracias a las versiones que Hollywood ha realizado de sus obras. Películas como CarrieEl resplandorCujoLa niebla, que pueblan nuestras pesadillas, han surgido de las páginas de este constructor del miedo que se confiesa admirador de Lovecraft. Aunque prefiere las historias largas y profundas, en algunos de sus relatos es posible vislumbrar su poderosa imaginación, como en el caso de «La imagen de la muerte», el cuento de King que leeremos esta semana.

Lecturas:

  • Franz Kafka, «Ante la Ley»: Para leerlo en el blog, click aquí. Para descargar el PDF, click aquí.
  • Edgar Allan Poe, «El corazón delator»: para leerlo en el blog, click aquí. Para descargarlo en PDF, click aquí
  • H. P. Lovecraft, «La declaración de Randolph Carter»: para leerlo en el blog, click aquí. Para descargarlo en PDF, click aquí.
  • Stephen King, «La imagen de la muerte»: para leerlo en el blog, click aquí. Para descargarlo en PDF, click aquí.

En ciclos anteriores del club hemos leído otros cuentos de estos autores, que se enlazan a continuación como sugrerencias de lectura, si es que no has tenido suficiente miedo con los anteriores: