Sandra Barletti Salas, “‘Alienación’ de Julio Ramón Ribeyro”

Sandra Barletti Salas, “‘Alienación’ de Julio Ramón Ribeyro”

“Alineación” de Julio Ramón Ribeyro me pareció un cuento muy interesante porque expone cómo la discriminación puede llevar a acometer cambios extremos en las personas. En este caso el personaje principal es un muchacho que se deja influenciar por un comentario racista y decide convertirse de pies a cabeza en lo más semejante a un gringo; dejar atrás su aspecto de “zambo”, su verdadera identidad y raíces, para sentirse aceptado dentro de la sociedad.

“La vida se encargó de enseñarle que si quería triunfar en una ciudad colonial más valía saltar las etapas intermedias y ser antes que un blanquito de acá un gringo de allá.”

Cambiar de aspecto físico, ropa, idioma, con tal de ser aceptado dentro la sociedad, buscando americanizarse y despojarse de sus raíces para matar al peruano que había en él. Roberto estaba decidido en cumplir este objetivo, hasta llegando a cambiar su nombre en los documentos oficiales, donde aparecía como Bob (Boby para sus conocidos). Pretendía pertenecer a otro círculo social, caminando cuadras desde su casa en callejón tan solo para jugar con “blanquitos”. Esto lo llevo a enfrentarse con la realidad racista, al recibir un comentario de parte de la chica de la que todos estaban enamorados. Era una tarde de juegos cuando Queca, dirigiéndose hacia él, pronunció: “Yo no juego con zambos”. Esta frase marcó de manera significativa la vida de Boby, no solo hiriendo sus sentimientos sino provocando un profundo desencanto con su identidad. De esta manera, a temprana edad comenzó a buscar modelos de quienes debía imitar la apariencia de pelo más claro y cutis sonrojado. Este es un claro ejemplo de cómo el racismo tiene graves consecuencias en la distorsión de la identidad, la cual es pieza vital para desarrollarse como individuos dentro de la sociedad.

La interacción con las personas de nuestro entorno influye en la construcción de la identidad, la cual nos identifica dentro de la sociedad como individuos. La identidad personal se va formando y modelando de acuerdo a nuestro lado más íntimo, el cual resguarda nuestros impulsos, y por el otro lado las expectativas de los demás, las cuales sin querer se adhieren a cada uno de nosotros, haciéndonos reconocibles dentro de la colectividad.

Asimismo, un componente fundamental que caracteriza nuestra identidad son los grupos a los que pertenecemos. Desde que nacemos, lo que nos transmite la familia al cuidarnos y las enseñanzas que recogemos de los errores y aciertos, definen lo que somos hoy en día. Es así que a lo largo de la vida uno va formando parte de varios grupos sociales, ya sea en el colegio, en la universidad, en el trabajo, en el grupo religioso al que uno pertenece, y hasta el distrito donde uno vive. Todos los integrantes de dichos grupos interactúan con uno, intercambiando opiniones y experiencias, mediante la convivencia y conversaciones. De este modo, uno asimila esa información y la hace parte de uno mismo. Un punto relevante en la identidad, es la sumatoria total de la valoración de los demás para con nosotros, sobre todo en el hecho de tener un papel fundamental en nuestro autoestima.

La principal razón que explica la batalla sin voz hacia el racismo, es la heterogeneidad racial que existe en el país. Somos una sociedad multirracial, que alberga tanto a blancos como a mestizos y negros. Cada una de las razas que viven en el Perú contiene una riqueza incalculable distribuida en sus hábitos, lenguas, raíces, costumbres culinarias, danzas, etc. Por ello la identidad de cada uno de estos grupos debe ser valorada por todos los peruanos, sintiéndonos orgullosos de pertenecer a este país andino.

Los peruanos debemos internalizar la idea de que somos un país heterogéneo y que todos, sin excluir a nadie, somos parte de una misma nación. Es un trabajo de todos, y no solo de un estrato social, ya que el Perú presenta un racismo individualizado, en el que nos “choleamos” entre nosotros. Si la sociedad empezara a tratar a todos por igual, seríamos un país más unido, con mayor autoestima, pero sobre todo, más feliz. Además existiría menos inseguridad en la población y disminuirían los sentimientos de rencor y odio.