«Los ríos profundos» de José María Arguedas, por Mario García Jordán

Los paisajes montañosos de la sierra sur del Perú sirvieron de escenario para la que es llamada la novela que inició el indigenismo. Desde Cuzco, pasando por Chalhuanca y Abancay, el sur andino está muy presente en la obra de José María Arguedas (Andahuaylas, 1911). Es difícil hablar de él sin reparar en la naturaleza que envuelve sus relatos: la montaña, el río, los arboles, así como los animales. Ahí vemos al niño Ernesto en estado de fascinación al observar la fuerza del río Pachachaca.

Los ríos profundos es un relato que se acerca al problema del indio desde el punto de vista de un niño. Ernesto es un álter ego del propio Arguedas, niño de infancia errante junto a su padre por la sierra sur del país. Habla quechua y castellano. Posee una fascinación mágica por la música de los andes. El violín y el arpa cautivan su imaginación. Los danzantes de tijeras son sus héroes secretos. Ernesto es un niño de buenas intenciones y sentimientos encontrados que gusta de cantar a la naturaleza. Se une a los indios en sus canciones comunales.

Cuando su padre lo deja en el colegio internado religioso de Abancay, Ernesto atravesará lo que se conoce como un proceso de aprendizaje personal. No precisamente un curso de motivación. Más bien un golpe de realidad sobre la crudeza de la vida y los abusos de la sociedad. Ernesto entabla relaciones con distintos niños como él en la escuela. Asimismo, no deja de tener episodios de tensión con el padre director. Las tardes y noches pasadas en las chicherías del barrio de Huanupata forjaron su entendimiento con la población indígena de la zona.

Los problemas, de alguna manera, empiezan cuando Ernesto simpatiza con la protesta de las chicheras, encabezadas por Felipa, que toman la justicia por sus manos y preteden redistribuir la sal del pueblo según su criterio. Las chicheras entregan la sal a los indios de Patibamba. De este modo, se dio rienda suelta a una reprimenda por parte de los poderes imperantes de la religión. El padre director, luego de azotarlo y hacerle confesar, le prohíbe que ande con la indiada, esa que se la lleva el demonio y se vuelve incontrolable. Aquí vemos reproducido el temor castizo por el levantamiento de la indiada. La vulnerabilidad ante la furia del indio cansado por los maltratos y excesos, temor latente que viene desde la época de la colonia. Con un discurso ante los indios de Patibamba, él mismo que es un ejemplo perfecto de crueldad y opresión, los hace llorar por haber aceptado la sal de las chicheras.

Es injusto no hablar, asimismo, del maravilloso y mágico zumbayllu o trompo. A través de su sonido, formas y equilibrio caprichoso, Ernesto busca respuestas a sus inquietudes. Encuentra que los zumbayllus son seres un tanto demoníacos, que tienen vida propia cuando danzan sobre la difícil superficie desigual.

Los ríos profundos es una novela para comprender al Perú. Como costeños y capitalinos tendemos al egocentrismo sin percatarnos de que hay realidades diversas dentro del país. Esta novela de Arguedas nos confronta con los peores rezagos de la colonia presentes en las primeras décadas del siglo XX. El poder de la institución católica y la supremacía física de los militares sepultan las posibilidades de las poblaciones indígenas. Está escrito como una denuncia, pero asimismo como un testimonio. Un relato vivido y experimentado en momentos duros. La sensibilidad de los Andes se siente aquí de un modo universal.