“El Hijo Solo” de José María Arguedas, por Jessica Talavera

Me parece importante hablar acerca de este cuento, representativo del indigenismo, porque aprecio el hecho de que los autores peruanos resalten la diversidad de razas de nuestro país. En esta corta historia José María Arguedas describe muy bien la difícil situación que muchas veces los indígenas deben soportar cuando sus patrones abusan de ellos, pero a la vez hace referencia a su actitud positiva frente a la adversidad; con lo cual considero que el autor permite que tengamos una idea completa del indigenismo en el país dando a conocer tanto los aspectos positivos como los negativos.

Evidentemente, en el pasado era mucho más común que existiera maltrato hacia los empleados de las haciendas, pero debe reconocerse que en la actualidad aún sucede esto en menor medida. Una práctica común es que los amos menosprecien a sus empleados llamándolos “indios” (en sentido peyorativo) en vez de utilizar su nombre. En ese sentido, en el cuento el autor hace referencia a la forma despectiva en la que los patrones alguna vez se habrían referido a Singuncha, pues él mismo dirigiéndose a Hijo Solo dice: “Los patrones pelean, matan a sus animales; por eso dicen que Lucas Huayk’o es infierno. Pero tú eres de Singuncha, endio sirviente”.

Asimismo, en el cuento queda claro cómo las condiciones en las que Singuncha vive dentro de la hacienda no son dignas. Por ejemplo, cuando el autor escribe acerca del lugar que le habían dado para que durmiera, lo describe como una habitación fría y húmeda que quedaba al costado de la despensa debajo de un muro que daba a la huerta, por lo que cada vez que llovía o regaban le caía el agua, lo cual evidentemente es intolerable para cualquier persona.

Por otro lado, también es evidente cómo el protagonista del cuento tiene una gran necesidad de afecto, lo cual se observa cuando encuentra en Hijo Solo, el perro amarillo, la compañía que tanto necesitaba. Tan es así que al ganarse su confianza no duda ni un solo instante en que se quedará a su lado para siempre, pase lo que pase, sin importar si los patrones iban a aceptar o no que se quede a vivir en la hacienda con ellos. Esto deja en claro el hecho de que Singuncha era una persona que había sufrido bastante y no contaba con muchos amigos.

Por otra parte, debe resaltarse una característica importante de los indígenas y es su apego a la religión. En ese sentido llama la atención cómo automáticamente al conocer al perro amarillo, la única explicación que Singuncha encuentra es que Dios lo puso en su camino porque “en la vida pasada” seguramente ambos vivieron juntos. Además se aprecia cómo el protagonista le ruega Dios que levante el fuego que había encendido cerca de la hacienda de Don Adalberto para cobrar venganza, y, al final del cuento, se ve como Singuncha decide irse de ese pueblo con la fe en que Dios lo haría llamar con algún mensajero.

Esta descripción del cuento no estaría completa si no se hace referencia a la personalidad de los indígenas descrita muy bien en el personaje de Singuncha, de quien se resalta su gran entusiasmo y optimismo a pesar de las dificultades que debía enfrentar. En el cuento se hace referencia a él como una persona alegre, trabajadora, que siempre tenía ganas de cumplir con las órdenes que los patrones le daban, que no era tonto sino muy atento y valiente.

Por último, otra característica interesante de este cuento es cómo Arguedas resalta la belleza de los paisajes del Perú mencionando en varios momentos la variada flora y fauna que existe aquí. Así por ejemplo, desde que comienza el cuento se describen perfectamente los alrededores de la hacienda ubicada al frente de una quebrada, donde viven distintos tipos de aves como las torcazas, las calandrias, las palomas y otros animales como pumas, vacas y patos; así como la presencia de una gran variedad de flores de colores y los árboles de duraznos.