Claudia Espinoza, «Edgar Allan Poe: un genio perturbado»

Durante la hora de lectura, el alma del lector está sometida a la voluntad del escritor.

Me volví loco, con largos intervalos de horrible cordura.

Edgar Allan Poe

 

Durante las semanas en que se desarrolló el club de lectura leí varios cuentos que llamaron mi atención, me interesaron e incluso llegaron a emocionarme. No obstante, ninguno causó tanto impacto en mí como los de Edgar Allan Poe. El autor se introdujo en el club, en primer lugar, en su aspecto de narrador de cuentos policiales con “Los crímenes de la calle Morgue”. Luego se presentó la faceta del autor en la que quizás se destaca más, el terror. Leímos “El barril de amontillado” como parte del plan establecido y personalmente leí también las recomendaciones del profesor: “El pozo y el péndulo”, “El corazón delator” y “El gato negro”.

Una de las cualidades más relevantes de Poe es que consigue la inmersión de sus lectores en las situaciones oscuras y retorcidas que describe gracias a su gran capacidad narrativa. De esta manera, convierte hasta los más mínimos detalles, como una mirada o un sonido, en fuente de miedo. Este hecho se ve evidenciado en “El barril de amontillado”. El disfraz de carnaval, el sombrero, las campanillas de Fortunato, son elementos que por sí mismos no inspiran sentimiento alguno. En cambio, dada la situación en la que se usan y esas campanillas que suenan al final del cuento, producen una sensación de temor en el lector.

Otro aspecto a resaltar de Edgar Allan Poe es su oscura y amplia imaginación. Muchas veces en sus cuentos no solo describía una situación perversa sino que combinaba varios elementos de terror o situaciones angustiantes. Por ejemplo, en “El pozo y el péndulo” luego de haber descrito a fondo y desarrollado el primer elemento de terror que es el péndulo, el cual ya había torturado al protagonista, introduce al pozo como un terror aún mayor en el que el protagonista bordea la locura y está a punto de sucumbir ante él, solo para luego sentirse horrorizado.

Pero quizás la característica narrativa más trascendente de Poe, que es parte de su genialidad, es la habilidad que posee para trazar una fina línea entre la cordura y la locura para luego jugar con las percepciones del lector sobre hasta qué punto esa línea es cruzada. Claro ejemplos son “El gato negro”, donde el protagonista sabía que algo había cambiado en él más en ningún momento acepta que tenga algún problema, inclusive estando preso por asesinar a su propia esposa, y “El corazón delator”, donde el protagonista, al que desde un principio se describe con algún tipo de desorden de obsesión o que pareciera ser maniaco, luego intenta probar su cordura, logrando solo que su demencia la note todo el mundo.

Lo interesante y lo que hace a un autor reconocido y aclamado es la capacidad para influir y dejar pensando al lector. En este caso, cuando uno lee cuentos de Poe, siente cierto rechazo hacia los asesinatos o torturas y llega a pensar que si uno estuviera en su situación no actuaría así. No obstante, el morbo y el hecho de que diariamente vemos lo que las personas son capaces de hacer por lo que sabemos que no estamos leyendo cosas ilógicas, nos llevan a continuar disfrutando de su obra.

La pregunta que me queda es ¿qué motivó a Poe a escribir sobre estos temas? ¿De dónde consiguió la capacidad para concebir ideas tan perversas, dignas de psicópatas? Seguramente el hecho de que Poe haya luchado durante su vida contra el alcohol, las drogas y periodos de depresión influyó tanto en su narración como en sus personajes pero, ¿habría algo más? Son preguntas cuyas respuestas probablemente nunca podamos determinar. Por lo pronto nos queda seguir asustándonos y emocionándonos con el gran legado de poesía y narrativa que nos dejó.