David Zegarra: «El Limpiador» de Rocío Silva Santisteban

Como comenté en el foro, El Limpiador fue mi favorito. Me gustó mucho la descripción de los personajes y que finalmente todas las historias se entrelazan entre sí. La historia se desarrolla en un lugar pobre y violento, presumiblemente cerca al mar, un lugar donde los niños están acostumbrados a lidiar con armas como si fueran juguetes, donde las drogas están al alcance de todos y donde se preparan a los mejores sicarios solicitados por narcos locales y fuerzas de choque de partidos políticos.

Plomo en un inicio es descrito como un alcohólico que busca vengar el asesinato de su hija a manos de Mostrenko, uno de los mejores sicarios de la zona norte, un personaje cruel y salvaje que llevó el cuerpo despedazado de su hija a sus pies en un tono de burla. Ella había fugado de casa con Mostrenko, cansada de los maltratos de un padre borracho, pero en su rebeldía y testarudez juvenil no midió el peligro al que se acercaba y que finalmente acabó en su muerte. Con el desarrollo de la historia se conoce que Plomo era un expolicía de sesenta años que quería a su hija, pero el alcohol lo consumía y todos los sentimientos que transmitía hacia ella eran negativos. A raíz de los hechos, buscará a la única persona que lo puede ayudar a acabar con Mostrenko y que también tiene una deuda pendiente con él.

Este nuevo personaje es El Limpiador, tal vez el mejor y más admirado asesino, incluso considerado una persona justa por la gente del pueblo. Al parecer “jubilado” de la vida de sicario, se encargaba de entrenar a las próximas generaciones de sicarios tanto en el tema físico como el plano mental para cumplir con sus objetivos. Su política era nunca regatear por el precio de sus encargos pues considera que no se puede regatear cuando se trata de la vida humana. Ejecutaba los encargos con discreción y sin preguntas y también sin dejar rastro. Luego de una vida como esa se sentía extenuado, ya no podía sentir, su frialdad lo había llevado a no tener sentimientos o sensaciones, ni buenas ni malas, no tenía una razón para vivir, solo quería morir.

Por su lado, Plomo sabía que necesitaba dinero para que el Limpiador acepte la misión y decidió vender la única pertenencia valiosa que le quedaba, su arma de reglamento en su tiempo de policía. El único problema era que ya esa arma no valía nada y luego de pasear por todos los puestos que compraban armas terminó aceptando un trato con el primer vendedor, quien lo había insultado. La apuesta era simple, el arma solo tenía una bala, por turnos cada uno se disparaba a matar en un juego de ruleta rusa. Plomo jaló el gatillo por primera vez y allí no se encontraba la bala. Cuando llegó el turno del vendedor éste cambió el arma por una sin balas y jaló el gatillo sin ningún miedo. Plomo consiente del engaño dispara con su arma directo al corazón del vendedor y cobra su recompensa. Nadie tuvo objeciones pues todos eran conscientes del engaño que trató de hacer el vendedor.

Con el premio en su poder, Plomo se dirige a buscar al Limpiador y se descubre que él había sido el asesino de la esposa de Plomo y no solo eso, sino también su amante; la única mujer que removió en el negro corazón del Limpiador algún sentimiento. Sin protesta se dirigen a buscar las armas para lograr su objetivo y elaborar la estrategia. El Limpiador, supersticioso, estaba preocupado por el encargo pues los números impares le daban según él, mala suerte. Se dirigen al edificio frente al departamento de Mostrenko y esperan su llegada en la azotea. Él llegó acompañado de una joven que huye del lugar luego del primer disparo del Limpiador.

La primera bala en la mano derecha para que no pueda usar el arma, la segunda en la pierna izquierda, la tercera en la pierna derecha. Mostrenko se encontraba inmóvil pero solo era una trampa para que lo creyeran muerto. El Limpiador lo sabía bien y esperó hasta que Mostrenko empezó a arrastrase; la cuarta bala impactó en su mano izquierda. Mostrenko solo conocía a una persona capaz de acabar con él de esa manera y empezó a gritar e insultar a su asesino, el Limpiador. La quinta bala en la mandíbula para que no hable más, el sexto y séptimo tiros en cada ojo para que su víctima no lo persiga en sus sueños. El último tiro fue en los testículos, la venganza había sido consumada. La cacería duró una hora, nuevo récord para el Limpiador.

El Limpiador y Plomo fueron a ver el cadáver destrozado. El primero se acercó a él y con su cuchillo le sacó el corazón con intención de comerlo pues según dicen hay que comerse el corazón de un hombre para volver a sentir.

Una historia envolvente y llena de misterios y preguntas que se van respondiendo conforme se desarrolla el cuento. Una narrativa perfecta y excelente descripción de los personajes, sus sentimientos y pensamientos. El tema de la venganza es un recurrente que se describe y desarrolla de manera excelente. De hecho tuve que leer dos veces la historia para captar detalles que había dejado de lado y que complementan y enriquecen la historia. Él último cuento que leí del curso y sin duda el mejor.