Alonso Alcorta, “Las primeras luces” por Guillermo Niño de Guzmán

En “Las primeras luces” se narra la historia de Pedro Medina, un soldado involucrado en el conflicto bélico entre Ecuador y Perú en 1995, también conocido como la “guerra del Cenepa”. En el cuento se describen en paralelo dos historias que involucran al personaje principal: una de angustia y dolor ambientada en el conflicto con nuestro país vecino, junto con una historia de romance y felicidad ambientada en la playa y que narra momentos importantes en la juventud de Pedro (el romance con Cristina, la diversión propia de la playa, entre otras cosas). Guillermo Niño de Guzmán separa de forma muy clara estas historias paralelas, para luego entrecruzarlas hacia el final de la historia. La narración, intensiva en diálogos y con diversidad de personajes, es muy clara y no dispersa al lector con arista alguna. Todos los detalles de la narración resultan relevantes para el desenvolvimiento de las historias.

La primera historia, ambientada en el conflicto armado, es capaz de capturar la atención del lector. Considero que la constante exposición a la muerte del personaje a lo largo de la historia hace mucho más sencillo que el lector no se desvincule fácilmente de la historia. En las historias que narran situaciones de violencia y lucha, en cualquier momento un personaje principal o secundario puede cambiar, morir o desaparecer, por lo que considero que resulta más fácil para el escritor mantener al lector atado al cuento y pendiente de la historia, en comparación con narraciones románticas o dramas. Esto último siempre y cuando el lector esté dispuesto a leer este tipo de relatos bélicos o violentos (pues los relatos de violencia y guerra no son de preferencia de todos los lectores).

La segunda historia era de fácil lectura y desde el primer “cambio de toma” (pasar del relato bélico al relato romántico y juvenil), era posible intuir que las memorias del protagonista se vincularían con el momento de crisis vivido en la primera historia. En este relato aparecen todos los personajes que uno añoraría en una situación de tensión como la guerra en la que se encontraba involucrado Pedro: la playa como sinónimo de relajo, el mar, la familia, los amigos, el amor, entre otras cosas.

Las historias iban aumentando su intensidad en paralelo: el conflicto encontraba sus primeras bajas (el cabo Rosas) y el amorío juvenil encontraba mayor romance entre el protagonista y Cristina. Y es justamente en el momento álgido de la narración en que las historias se cruzan: la tragedia del personaje principal hace que este caiga víctima de una detonación que lo hace perder la consciencia, a la misma vez que despierta de un intenso sueño tras tener una gran noche con su amor platónico. En un momento se genera la duda de qué personaje es el que queda inconsciente: Pedro muerto en combate o Pedro después de un sueño vivaz. El desenlace de la historia termina revelando que la guerra era real y no un sueño del cual sus padres podían despertarlo. La vida se le había esfumado y no había nada que pudieran hacer el cholo Raygada o el teniente Ortiz para devolvérsela.

Considero que hay un efecto propio de cualquier relato capaz de permitir al lector identificarse con la narración. Más aún, si el relato es leído por una persona del país o lugar en donde ese relato sucede. En este caso, la asociación de la playa con diversión y relajo, en conjunto con la identificación de la selva limítrofe con Ecuador con tensión e incertidumbre son factores fácilmente identificables por un peruano. Finalmente, destaco la facilidad del autor para describir el entorno y los personajes, sobre todo en la zona de conflicto o tensión, en la que se desenvolvió como corresponsal de guerra. Las situaciones peligrosas a las que Guillermo Niño de Guzmán debe haberse encontrado expuesto deben haber servido de fuente de inspiración para “Las Primeras Luces”.