Adriana Morales, «Edgar Allan Poe y la monstruosidad del ser humano»

¿Qué tan monstruosos somos? ¿Qué tan monstruosa es la raza humana? ¿Es la sociedad quien crea el mal en una persona o la persona nace mala? ¿O tal vez ambas? Estas son, sin duda, preguntas que han asaltado nuestra mente al menos una vez en nuestra vida. Y estas son preguntas a las que creo encontrar respuestas parciales cada vez que leo la última línea de algún cuento de Edgar Allan Poe.

Cada vez que leo o releo algún cuento de terror de Poe, un escalofrío se apodera lentamente de mí, un miedo indescriptible. No es el susto que sientes al ver una película de terror o de jugar un videojuego verdaderamente terrorífico. Esos son pequeñas impresiones que suceden por estimulación de tus sentidos. Tal vez grites, te tapes los ojos, no duermas por una semana o un mes pero, eventualmente, dejarán de perseguirte ¿Por qué? Porque sabes que no son reales, son solo sonidos y gráficos.

Sin embargo con Edgar es diferente. No hay imágenes o sonidos, nada que te haga gritar o te asuste en ese momento, solo hay palabras. No hay estimulación de sentidos, solo de mente y de alma. Y es por ello que el terror de sus cuentos es más real.

Poe narra sus historias de manera objetiva, sin victimizar o recargar al “malo” de características negativas. Sus historias están marcadas por la locura, la venganza, la maldad. Poe no te lo “pinta” bonito ni apocalíptico, no te dice que la víctima es inocente, que no tuvo por qué pasarle lo que le pasó o que el victimario no tuvo razones para hacer lo que hizo. Y esto da miedo porque todo eso puede y es replicado en el mundo real. Y es esta verdad lo que atemoriza, no por el cuento en sí, sino por un temor a la raza humana.

No digo que todos nos vayamos a convertir en asesinos o víctimas, pero no podemos negar que los sentimientos o las situaciones (con énfasis en los negativos) descritos por Poe no suceden en nuestra vida diaria. Lo aceptemos o no, somos susceptibles a que estas situaciones nos cambien para bien o para mal, nos vuelvan seres irracionales o nos lleven a la locura.

Gracias a los cuentos de terror de Edgar Allan Poe, aprendí que el verdadero miedo no se da por la historia en sí, sino por los pensamientos y sentimientos que esta despierta en el lector, que el ser humano puede llegar a ser el peor de los monstruos y que todos podemos llegar al punto de no reconocer a la persona en el espejo.