Lisa Infante, “El placentero paseo por un lugar que creíamos conocido”

Lisa Infante, “El placentero paseo por un lugar que creíamos conocido”

A lo largo del taller En las nubes de la ficción leímos un sinfín de cuentos que fueron novedad para la mayoría y cautivaron a los lectores desde el inicio, como también unos que dejaron expectativas insatisfechas para un grupo de alumnos. No obstante, el presente ensayo está dedicado a los cuentos que, en mi caso, releí por una segunda o tercera vez a lo largo de mi vida.

Por un lado, mencionaré a Edgar Allan Poe y su cuento “El corazón delator”. Entre los cuentos que he leído de dicho autor durante mi vida, este es el que más me impactó y por ello fue un verdadero placer tener la oportunidad de releerlo durante el desarrollo del taller. En esta oportunidad, el cuento me impresionó y gustó igual o inclusive más que la primera vez que lo había leído, años atrás. En efecto, recordaba varios de los detalles que componen este cuento a la perfección y reviví otros que había olvidado, como por ejemplo el sorpresivo final en donde el personaje principal se delata a sí mismo, debido al incesante latido del corazón delator que oía… que curiosamente solo él oía:

“¡Basta ya de fingir, malvados! —aullé— ¡Confieso que lo maté! ¡Levanten esos tablones! ¡Ahí… ahí! ¡Donde está latiendo su horrible corazón!”

Esta repentina confesión del protagonista principal ha sido el fragmento más destacable del relato, con el cual el lector puede entender que el personaje principal es probablemente una persona con algún desorden mental. En mi caso, cuando comencé a leerlo, recordaba que el cuento tenía un final sorpresivo para los lectores, lo cual me mantuvo atenta e incluso algo impaciente por finalmente leer las líneas finales y revivir la emoción que sentí la primera vez que lo había leído.

La minuciosidad de Poe para describir cómo el personaje principal observaba al ‘viejo’ todas las noches y la pausadísima rutina que seguía para observar a su víctima y poder encontrarse cara a cara con el ojo que lo perturbaba tanto fueron espeluznantes para mí y son, sin lugar a dudas, características claves del autor en la redacción de sus narraciones, por lo cual es además conocido por muchos como el Shakespeare de Estados Unidos.

Por otro lado, mencionaré el cuento “El Aleph” escrito por el argentino Jorge Luis Borges. Para mí fue una excelente oportunidad poder volver a leer este cuento, debido a que la primera vez que lo había leído fue durante mi época escolar y el cuento no había resultado muy atractivo para mí. Inclusive, me encontraba medio esquiva al saber que tendría que leerlo nuevamente durante el desarrollo del taller porque recordaba el sinsabor que había dejado en mí la primera vez que lo había leído. Sin embargo, al releerlo en esta ocasión, “El Aleph” presentó ciertos puntos de vista que no había sido capaz de valorar en mi primera lectura y, de este modo, se tornó mucho más interesante y sustancioso que la primera vez.

Por ejemplo, recuerdo cómo nuestro profesor de colegio trataba de enfatizar la importancia del Aleph cuando lo leímos en clase y cómo más de un compañero del salón no le veía tal importancia al simbolismo del mismo. Empero, en esta oportunidad, el Aleph supo sorprenderme tanto como lo hacía con mi antiguo profesor de lenguaje. El Aleph, según el narrador, es una pequeña esfera tornasolada que ofrece el espectáculo de todos los puntos del universo. A través de él se pueden ver infinitas cosas:

“Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una pirámide, vi un laberinto roto (era Londres)…”
“El Aleph es uno de los puntos del espacio que contiene todos los puntos.”

Es así como reconocemos que el fin principal del autor con este cuento consiste en ubicar un objeto simbólico, el Aleph, en un ámbito real, la ciudad de Buenos Aires, lo cual puede estar incluso relacionado con la intención del autor de extraer de la teología una idea central de algo majestuoso y trascendente como lo es Dios y urdirlo en una trama fantástica como ocurre con “El Aleph”. Por último, quisiera mencionar que es sorprendente ver que el autor busca describir algo infinito a través de un recurso finito como es el lenguaje y la importancia del papel del lector en imaginarse y proyectar una sucesión interminable a través del Aleph.

En síntesis, quisiera mencionar la importancia de no despreciar un cuento luego de una primera lectura del mismo, porque como me ocurrió a mí, cualquier relato puede presentarte nuevas perspectivas de la trama y del fin del autor conforme se relea. Además, las experiencias personales que cada uno tiene a lo largo de su vida y el nivel de madurez de cada uno, pueden influenciar en que una segunda o tercera lectura de un texto se vuelva mucho más interesante que la primera vez que se leyó el mismo.