3. Lo absurdo y el horror

El horror y el absurdo son dos géneros bien diferentes; los reunimos por razones prácticas: para abarcar un poco más en el corto tiempo que tenemos para compartir lecturas, pero hay que leer los cuentos de cada una de estas dos tendencias narrativas con independencia una de la otra, sin intentar compararlos.

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Lo kafkiano (el absurdo)

En narrativa, lo absurdo no es un género (como en teatro), sino un recurso que ha sido utilizado por autores de diversas tendencias para tratar de enfatizar ciertos aspectos de la vida que no parecen tener sentido alguno. Como estrategia simbólica está presente principalmente en la obra de las vanguardias artísticas de principios del siglo XX, de las que la más conocida es el surrealismo. Sin embargo, sus raíces se remontan lejos en el tiempo, y su mayor representante es un escritor singular que no pertenece a ninguna corriente ni se puede etiquetar: Franz Kafka.

Franz Kafka

Franz Kafka, (Praga, 1883-1924), extraordinario escritor checo de lengua alemana, ha dejado una fuerte marca en el mundo literario y más allá de él. No en vano decimos de algo que «es kafkiano» si se presenta como absurdo, como algo que desafía lo posible. El más conocido de sus cuentos, «La metamorfosis» ha pasado a la posteridad como ejemplo de lo absurdo y al mismo tiempo como símbolo de una modernidad llena de contradicciones. En ese cuento, el personaje principal, Gregorio Samsa, despierta un día convertido en un escarabajo, y este hecho desata una historia que desarrolla hasta sus últimas consecuencias tal situación absurda. Esta semana leeremos un relato brevísimo de Kafka: «El silencio de las sirenas», que le da la vuelta a un pasaje muy famoso de La Odisea. Kafka abordó también lo sobrenatural en cuentos como «Un médico rural», que, aunque no puede clasificarse propiamente como terror, tiene elementos que lo recuerdan. Una interesante versión animada (hecha en Japón) de esta historia puede verse aquí: parte 1 y parte 2.

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Vicente Huidobro

Retrato de Huidobro por Pablo Picasso

Vicente Huidobro (1893-1948) fue un poeta chileno reconocido en la historia de la literatura como uno de los más importantes vanguardistas de principios del siglo XX. Su movimiento de vanguardia se conoce como creacionismo y con él, la poesía transgredió todos los límites, especialmente sus geniales poemas Altazor y Temblor de cielo. Aunque no escribió novelas y tiene pocos cuentos, en el breve relato «Tragedia» podemos ver tanto la facilidad de los vanguardistas (surrealistas, futuristas, creacionistas) para quebrar la realidad, como el lugar en que se cruza lo absurdo con el humor.

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¡Terror!

La literatura de miedo, horror o terror es la fuente de un género desarrollado en el cine incansablemente desde hace casi cien años (con Nosferatu, por ejemplo, cine mudo alemán de 1922). Pero hay una diferencia importante entre la literatura clásica de horror y el cine o la literatura de terror de nuestro tiempo: hoy en día, acudimos más al «efecto», a la provocación del susto, el espanto espontáneo que nos haga temblar en la butaca. La literatura de terror, de una forma más pausada pero mucho más profunda, nos lleva a experimentar el miedo como pasión básica pero no cae en ese efectismo del susto que nos ha impuesto Holywood. El lector contemporáneo, por tanto, puede llegar a sentir que los cuentos de Poe, Lovecraft y otros autores, parecen «no dar miedo». Hay que poner atención en la creación de la atmósfera, en el suspenso y en la descripción de los miedos de los personajes y recordar que «dar miedo» no era su objetivo original sino plantear misterios y escudriñar el alma humana en sus zonas más oscuras.

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Edgar Allan Poe de terror

Edgar Allan Poe

Edgar Allan Poe

Edgar Allan Poe (1809-1849) no solo fue un extraordinario poeta romántico y creador de uno de los personajes más interesantes de la literatura policiaca, como es Auguste Dupin. Quizás la razón más significativa de su enorme fama, su interminable influencia y su permanente actualidad, es que se trata de un autor de cuentos de misterio y miedo; un fundador del género terrorífico.

La narrativa oscura, gótica, de Poe, ha trascendido el tiempo y el espacio. Traducido a incontables idiomas y reeditado constantemente, Poe sigue llenando nuestra imaginación de temores. Hay en su obra fantasmas y espantos, toda una vida espectral dispuesta a estremecernos a lo largo de las líneas de sus estupendos cuentos. Un ejemplo muy importante de esta tendencia es el fabuloso cuento largo «La caída de la casa de Usher», que ha inspirado películas, obras de teatro y hasta música (por ejemplo, la suite de rock progresivo de The Alan Parsons Project). Pero hay también otra serie de cuentos en los que lo espectral no tiene lugar sino que se concentra en los miedos y la perversidad del individuo. Es el caso de «El pozo y el péndulo» (que revive la época oscura de la Inquisisción) o «El corazón delator», que leeremos esta semana.

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El oscuro y pesadillesco mundo de Lovecraft

H. P. Lovecraft

Por su parte, en Howard Phillips Lovecraft (1890-1937) tenemos a otro fundador de todo un subgénero y una literatura de culto. Lovecraft fue un escritor prodigio: escribió su primer relato de terror a los quince años de edad, y, aunque dedicaría su juventud a la poesía, desarrollaría más adelante toda una especie de amenaza latente en los mares, monstruosa, terrible, alrededor de la cual crecería la leyenda de «Los mitos de Ctulhu», de los cuales, probablemente, la historia más representativa es «La sombra sobre Insmouth» (que se puede descargar en PDF de aquí). Desarrollados casi siempre en el frío y húmedo paisaje de la costa noratlántica de los Estados Unidos (Rhode Island, Maine), los sencillos pueblos de pescadores sobreviven a la amenaza de una especie monstruosa que viene de las profundidades y se confunde con nosotros en un oscuro afán de conquista (esta temática sería retomada después por Stephen King, el gran autor estadounidense, en «La niebla», también llevada al cine).

Una serie de cuentos menos conocida de Lovecraft es la llamada «onírica», que personifica Randolph Carter, un filósofo-investigador enfrentado a extraños poderes como en «La declaración de Randolph Carter», el cuento que leeremos esta semana.

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Lecturas

  • Franz Kafka, «El silencio de las sirenas»: blog – PDF (original en alemán aquí)
  • Vicente Huidobro, «Tragedia»: blog – PDF
  • Edgar Allan Poe, «El corazón delator»: blog – PDF (original en inglés aquí)
  • H. P. Lovecraft, «La declaración de Randolph Carter»: blog – PDF (original en inglés aquí)

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Sugerencias de lectura

En ciclos anteriores del club hemos leído otros cuentos de estos autores, que se enlazan a continuación para quien quiera seguir leyendo:

Y un cuento de terror más reciente del gran Stephen King: «La imagen de la muerte»

2. Cuento policial (clásico y negro)

gunSe podría decir que la literatura policiaca (tanto en la novela como en el relato) es hija del naturalismo, pues sus temas suelen tener un aspecto relacionado con la objetividad en la solución de misterios o crímenes, pero en realidad va más allá en cuanto a la creación de situaciones ficticias y la exploración de los tortuosos mecanismos del alma humana y de aquello que la lleva a la transgresión de la ley, la ruptura del pacto social. Técnicamente se trata de un género que desde su inicio irá fortaleciendo el suspense, la tensión dramática, hasta apoderarse totalmente del lector a través de ocultarle cosas.

Una de sus características, desde que Edgar Allan Poe y Arthur Conan Doyle comenzaran a crear misterios, es el desarrollo de un personaje que protagoniza muchas historias o aventuras: el detective (profesional o aficionado, por voluntad o por accidente) que el público admira y sigue a través de la forma privilegiada de edición de fines del siglo XIX y principios del XX: la entrega periódica a través de un diario (cualquier semejanza con las series policiales de TV, no es mera coincidencia). Son famosísimos los detectives de muchos de los autores del género: Sherlock Holmes (Conan Doyle), Auguste Dupin (Poe), Poirot (A. Christie), Spade (D. Hammett) o Marlowe (R. Chandler).

Aunque muchos autores, como Christie, Hammett y Chandler se especializan en este tipo de narrativa, otros la abordan esporádicamente creando también grandes historias (Hemingway, Borges, Bioy Casares y muchos más), pero estirando los límites del género más allá de sus dos extremos tradicionales: la narración detectivesca clásica (donde el detective representa claramente el bien y la razón, como en Holmes) o la «negra» (donde el detective se inserta en los bajos fondos, es más complejo y no siempre le salen bien las cosas, es decir, es un anti-héroe).

1. Arthur Conan Doyle

Arthur Conan Doyle

Arthur Conan Doyle

“Elemental, mi querido Watson”. ¿Quién no ha oído o leído esta frase? Con ella, Sherlock Holmes comenzaba a explicar a su buen amigo los pormenores de algún misterio que, aunque se ocultaban para todos los demás, eran evidentes para él. Holmes, el genial personaje de Sir Arthur Conan Doyle (Edimburgo, Escocia, 1859-1930), ha quedado para siempre como el primer ejemplo de detective que, usando la observación sistemática y el método deductivo, era capaz de resolver los rompecabezas más difíciles. Seleccionar un relato es muy difícil. Leamos “El carbunclo azul”, en el que pueden verse con claridad las dotes deductivas y la personalidad del gran Holmes.

2. Raymond Chandler

RaymondChandler

RaymondChandler

Nacido en los Estados Unidos (Chicago, 1888-1959) en el seno de una familia desintegrada, su madre lo envía a Inglaterra, donde se forma en literatura para luego volver a su país de origen. Viajó por Europa, luchó en la Primera Guerra Mundial y casi toda su vida trabajó en posiciones ejecutivas de grandes empresas, pero su voluntad literaria terminó por dominar su vida y emprendió una obra que sería capaz de transformar el género policial al darle a sus historias y personajes características complejas, donde domina el cinismo, la ironía y la ambigüedad: se le considera padre de la literatura negra, que después de él se impuso en el género por su carácter más atractivo, misterioso y, quizá, humano. No falta en su narrativa la denuncia de los valores materialistas de la sociedad contemporánea, a través de la visión del crimen, la codicia y la transgresión. En «Estaré esperando» es interesante la forma en que el protagonista principal media entre diversos intereses, aunque al final las cosas puedan salirse de control.

3. Ernest Hemingway

Ernest Hemingway

Ernest Hemingway

(Illinois, EUA, 1899-1961) En realidad, este genial autor estadounidense no pertenece a la tradición del género policiaco. Su obra es mucho más amplia en temática y extensión, y es reconocido por extraordinarias novelas como El viejo y el mar, en la que narra con maestría la lucha casi espiritual de un hombre contra su presa, tan humana como él mismo, y por la que obtuvo en 1953 el premio Pulitzer (al año siguiente se le otorgaría el Nobel de literatura por el conjunto de su obra). Sin embargo, entre sus magistrales cuentos destaca uno que prefigura el thriller contemporáneo por su argumento y su estilo: «Los asesinos». En esta historia hay que poner atención en la forma en que el autor resuelve todo el contexto, el clima, el argumento, el suspenso, la trama, a través de diálogos simples.

Las lecturas obligatorias:

  • Arthur Conan Doyle, «El carbunclo azul»: blogpdf (original en inglés aquí)
  • Raymond Chandler, «Estaré esperando»: blogpdf (original en inglés aquí)
  • Ernest Hemingway, «Los asesinos»: blog – pdf (original en inglés aquí)

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Lectura sugerida:

En todas las ediciones anteriores del taller habíamos leído obligatoriamente «Los crímenes de la calle Morgue» de Edgar Allan Poe, con lo que se convertía en el único autor de todo el taller que leíamos dos veces, pues después aparece en la semana de horror. Lo retiramos esta semana de las lecturas obigatorias para dar lugar a Chandler, a quien no habíamos leído antes, por su presencia en el ámbito de la narración negra. Pero si no se quieren perder este magistral, clásico cuento de Poe, está en la biblioteca: blogpdf (original en inglés aquí)

1. Realismo, naturalismo

El realismo fue una corriente literaria que buscó describir y recrear lo real, sin invenciones fantásticas y con gran apego a la verdad o a lo que podría considerarse verosímil. La crítica considera que los iniciadores de esta corriente fueron los franceses Balzac y Stendhal aunque hubo notables representantes en otros países, como Dostoievsky en Rusia y Dickens —a quien leeremos esta semana— en Inglaterra. Los autores realistas, en un movimiento que fue paralelo en otras artes, como la pintura, la música o la arquitectura, reaccionaron contra los excesos del romanticismo, corriente con una endémica tendencia a la exageración y la fantasía.

Émile Zola

Al llegar a su agotamiento, el realismo sería reemplazado por una forma aún más exigente en cuanto al apego a la verdad y con un carácter mucho más marcadamente político, en tanto los autores comenzaron a buscar no solamente describir las cosas, sino denunciarlas (la pobreza, la injusticia, etc.). Esta nueva corriente se conoce como naturalismo y forma parte del realismo. Surgió también en Francia a mediados del siglo XIX, aunque se expandiría por el mundo occidental rápidamente. Su principal exponente es Émile Zola (Francia, 1840-1902), que incluso desarrolló una teoría sobre los fundamentos de esta corriente.

El naturalismo parte del espíritu cientificista del positivismo de aquella época, cuando el desarrollo de las ciencias se imponía en todos los ámbitos de la vida, y como tal busca expresar lo que sucede en la sociedad de una manera documentada, con especial atención en las capas más pobres de la sociedad.

Clorinda Matto

En América Latina hubo importantes representantes de este estilo literario. Podríamos decir, si las «Tradiciones peruanas» fueran cuentos, que Ricardo Palma (Lima, 1833-1919) fue un gran naturalista, pero las tradiciones son más crónica que ficción y a Palma nunca le falta fantasía. En el Perú es Clorinda Matto de Turner (autora de la novela clásica Aves sin nido), la más importante representante de este estilo, aunque los autores indigenistas de principios del siglo XX heredan los intereses de los naturalistas en cuanto a la representación de la vida de los desfavorecidos en la sociedad.

Charles Dickens

Charles Dickens

Esta semana leeremos un cuento perteneciente al realismo y dos al naturalismo. En «Confesión encontrada en una prisión de la época de Carlos II», Charles Dickens (Inglaterra, 1812-1870) aborda el tema del odio, el crimen y la culpa usando la estrategia de la «confesión», es decir, la palabra del protagonista en primera persona y en actitud de monólogo interior. Cabe mencionar que, habiendo sido publicado solo un par de años antes que «El corazón delator» de Edgar Poe, sorprenden las coincidencias entre ambos textos, aunque como veremos más adelante, el punto de vista de Poe es mucho más sórdido y oscuro.

Guy de Maupassant

En «Una vendetta» de Guy de Maupassant (Francia, 1850-1893), podemos ver con claridad la descripción de hechos tan verosímiles que a veces resulta impresionante. La mujer que protagoniza el cuento desarrolla una actividad con su mascota, la perra Vigilante, que recuerda los experimentos del fisiólogo ruso Pavlov (1849-1936), quien, en esa misma época, estaba en camino de postular la teoría del reflejo condicional, a partir de la cual surgiría toda una escuela psicológica, el conductismo. Por supuesto, Maupassant no se basa en los experimentos de Pavlov para la acción de este cuento; se trata más bien de una coincidencia posible gracias al espíritu de la observación científica común a ambos ámbitos: el naturalismo literario y la medicina. En su cuento «El Horla», considerado como uno de los primeros relatos de horror, el personaje principal, aparentemente víctima de una enfermedad mental, dice «[el ojo] ignora los millares de pequeños animalillos que viven en una gota de agua»; algo que no fue posible saber hasta que existió el microscopio.

Antón Chéjov

En el caso de «La tristeza» de Antón Chéjov (Анто́н Че́хов, Rusia, 1860-1904), asistimos a las escenas de la pobreza y la soledad en el duro invierno ruso, durante la era zarista, en la que las diferencias sociales eran tan agudas, que se produciría pronto la primera revolución socialista de la historia. Hay que poner atención en el personaje principal, el cochero Yona, y su solitaria tristeza por el hijo perdido, mientras es simplemente ignorado, cuando no maltratado por los demás.

James Joyce (1982-1941)

James Joyce

Una cuarta lectura (no obligatoria, es solo una sugerencia) para esta semana pertenece a una corriente posterior al naturalismo, aunque influenciada por él en cuanto al realismo de las narraciones. James Joyce (1892-1941), escritor irlandés modernista, es reconocido por haber revolucionado la narrativa de ficción con su novela Ulises, en la que se narra lo sucedido a un personaje a lo largo de un solo día, de manera no lineal, con una técnica llena de laberintos, vueltas, cambios de punto de vista y otras avezadas estrategias que le valieron ser rechazada para publicación en diversas ocasiones. Hoy, sin embargo, es importante para la literatura porque mostró que era posible decir las cosas de otro modo. Es también muy famoso su libro de cuentos Dublineses, del que tomamos el relato «Eveline», en el que destaca la introspección del autor hacia los sentimientos de sus personajes.

Lecturas obligatorias:

  • Dickens, «Confesión encontrada en una prisión de la época de Carlos II»: blog | pdf. (El original en inglés se puede leer aquí).
  • Maupassant, «Una vendetta»: blog | pdf. (El original en francés se puede leer aquí [pdf]).
  • Chéjov, «La tristeza»: blog | pdf

Una lectura opcional:

  • Joyce, «Eveline»: blog | pdf. (El original en inglés, aquí).

Una vez leídos, por favor dejen sus comentarios a las lecturas en el espacio para comentarios de este post. ¡Sean breves!

Ciclo 2015-I. ¡Bienvenidos!

Bienvenidos y bienvenidas a la 9a. edición del club virtual de lectura En las nubes de la ficción, para el ciclo 2015-I.

La dinámica del taller consiste en aprovechar las herramientas digitales y la información disponible en internet. Usamos esas herramientas (chats grupales, interacción en el blog e información disponible en las «nubes») para crear un círculo de lectura y análisis literario.

El taller se concentra en el género cuento o relato breve. Aquí, en el blog, se ponen a disposición de los participantes las lecturas propuestas, escogidas entre un infinito universo de posibilidades.

Ya existe una gran cantidad de información en el blog. Explórenlo, lean los comentarios de los participantes que han pasado antes por aquí, y tómenlos en cuenta como modelo de lo que haremos. La sección Trabajos tiene los ensayos finales de todos los alumnos que han cursado durante siete ciclos el taller, lo cual sirve de ejemplo para lo que los nuevos lectores/escritores harán.

EL CUENTO

El club virtual de lectura se concentra en un género literario: el cuento o relato breve. Esto decir que queda excluida la novelas, el teatro, la poesía, el ensayo literario, el guión cinematográfico y todos aquellos géneros que no sean relatos, aunque a veces nos acercaremos a otros tipos de lectura, como la novela gráfica basada en relatos y el cine.

El cuento suele ocupar un lugar secundario en la literatura. Si se llama a la novela género “mayor” es porque se considera al cuento como un género “menor”. La extensión de la novela, su largo aliento, la profundidad de sus personajes y la multiplicidad de sus acontecimientos, la hacen aparecer como un enorme edificio, mientras que, a su lado, el cuento es apenas una casita.

Sin embargo, los buenos cuentistas saben que lograr un cuento es tan complicado como una buena novela. El reto que representa el cuento puede ser aún más duro para el escritor, pues tiene que ser capaz de contar la historia que quiere contar en una extensión breve; suficientemente breve, decía Edgar Allan Poe, para que pueda ser leída de una vez, sin pausas, sin necesidad de marcapáginas. A diferencia de la novela, en la que los personajes pueden ser desarrollados en toda su profundidad, en el cuento nos interesa solo alguna faceta de ellos: el acontecimiento que se cuenta debe estar por encima de las necesidades de los personajes, los cuales solo responden a la historia.

En resumen, el cuento es el reto por excelencia para un escritor. El reto de síntesis, de tensión dramática (esos recursos para que no podamos soltar el texto hasta terminarlo), de impacto argumental (la construcción del argumento a partir de un planteamiento, un nudo y un desenlace), lo convierte en un género total.

Como parte del género, y en homenaje a la brevedad, dentro del cuento encontramos el microcuento o microrelato, que busca cumplir con estas características en el más breve espacio posible. Así, el más famoso de los microcuentos es “El dinosaurio” del guatemalteco Augusto Monterroso:

“Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba ahí”.

En esa frase hay un cuento completo: un personaje que duerme y despierta, un nudo representado por la presencia ficcional del dinosaurio y un desenlace: sigue ahí después de que el personaje dormía y podía estar soñándolo. Es divertido pensar en que se requieren muchas más palabras para explicarlo o describirlo que las que el propio cuento tiene. Este subgénero ha encontrado en una de las modernas herramientas de la comunicación digital en red, un verdadero espacio de desarrollo: Twitter. Haz una búsqueda por los hashtags #microcuento o #cuentuito; encontrarás una gran cantidad de buenos relatos en menos de 140 caracteres.

Trabajos finales del ciclo primavera 2014

Los ensayos finales de los participantes en este ciclo (agosto-noviembre de 2014) ya están disponibles en la sección Trabajos. Accede a ellos desde aquí: https://blogs.up.edu.pe/nubes//trabajos/trabajos-finales-2014-primavera/ o a través del menú desplegable de la sección, arriba.

Aprovechamos para agradecer a todos los participantes por su lectura, sus comentarios y su análisis final. ¡Feliz lectura y felices fiestas!