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Semana 1: Maupassant, Chéjov y ¡Ricardo Palma!

Émile Zola

El naturalismo en literatura es una corriente o estilo que se encuentra en la base del desarrollo posterior de la literatura breve (el cuento). Es parte del realismo (literatura que pretende describir y recrear lo real, sin invenciones fantásticas y bien apegada a lo verosimil), y surge fundamentalmente en Francia a mediados del siglo XIX, aunque se expandirá por el mundo occidental rápidamente. Su principal exponente es Émile Zola, que incluso lo planteó teóricamente.

Se genera en el espíritu cientificista del positivismo de aquella época, cuando el desarrollo de las ciencias se imponía en todos los ámbitos de la vida, y como tal busca expresar lo que sucede en la sociedad de una manera documentada y apegada lo más posible a lo real, con especial atención en las capas más pobres de la sociedad.

Ricardo Palma

Ricardo Palma

En América Latina hubo importantes representantes de este estilo literario. Podríamos decir, si las «Tradiciones peruanas» fueran cuentos, que Ricardo Palma fue nuestro gran naturalista, pero las tradiciones son más crónica con ficción que ficción pura; un género en sí mismo. Se piensa en general que en el Perú es Clorinda Matto de Turner (autora de la novela clásica Aves sin nido), la más importante representante de este estilo, aunque los autores indigenistas de principios del siglo XX heredan los intereses de los naturalistas en cuanto a la representación de la vida de los desfavorecidos en la sociedad.

Guy de Maupassant

Guy de Maupassant

Los cuentos seleccionados para esta semana pertenecen al naturalismo. En «Una vendetta» de Guy de Maupassant, podemos ver con claridad la descripción de hechos tan verosímiles que a veces resulta impresionante. La mujer que protagoniza el cuento desarrolla una actividad con su mascota, la perra Vigilante, muy similar a los experimentos de Pavlov que en esa misma época estaba en camino de postular la teoría del reflejo condicional que daría con toda una teoría psicológica, el conductismo.

Anton Chejov

Antón Chéjov

En el caso de «La tristeza» de Chéjov, asistimos a las escenas de la pobreza y la soledad en el duro invierno ruso de la era zarista. Hay que poner atención en el personaje principal, el cochero Yona, y su solitaria tristeza por el hijo perdido, mientras es maltratado o simplemente ignorado por los demás.

Añadiremos una tercera lectura para asomarnos al extraordinario mundo de las Tradiciones peruanas de Ricardo Palma. Se trata de una crónica histórica que nos cuenta una anécdota divertida y de gran relevancia en la conformación de nuestra identidad republicana: «El virrey de la adivinanza». Mediante una descripción de acontecimientos que es pariente cercana del naturalismo, Palma nos deja ver las vicisitudes que enfrentó la corona española en los albores de la Independencia, al mismo tiempo que comparte la picardía que caracteriza nuestro modo de ser. De Palma hay tantas cosas que contar, que merecería un blog para él solo (de hecho los tiene). Por ejemplo, en la época de Palma, se concebía a la literatura latinoamericana como subsidiaria pequeña de la literatura española. Palma se encargó de argumentar el valor autónomo de nuestras letras y consiguió extender nuestra independencia también a la literatura. Podemos decir que gracias a él, nuestra literatura alcanza su mayoría de edad se emancipa de la tiranía peninsular. Vale la pena, para adentrarnos en la época y conocerla mejor, visitar la Casa-Museo de Ricardo Palma, en Miraflores, donde se conservan muchos objetos del gran autor en su contexto natural.

Para las lecturas:

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Semana 5: Cuento latinoamericano

Uno de los resultados del largo periodo colonial español en lo que hoy es América Latina, fue la tremenda expansión del castellano sobre regiones en las que se hablaban (y se hablan aún hoy) cientos de idiomas originarios. En cada uno de los países que se formaron con las guerras de independencia hace 200 años, nuestro idioma fue adquiriendo acentos y expresiones locales que recogían las tradiciones autóctonas dándole características especiales. Sin embargo, durante al menos los primeros 70 años de nuestra independencia, fuimos una especie de «hispanohablantes de segunda»; siempre vigilados por la ortodoxia europea que, a través del lenguaje, continuaba el colonialismo. Fue Ricardo Palma, en el Perú, uno de los primeros escritores que reivindicó nuestra forma de hablar español como legítima y paralela a la de la metropoli. Y a partir de entonces, de la época del modernismo, nuestras literaturas aprenderían a andar solas.

Sin embargo, no fue sino hasta mediados del siglo XX, con el famoso boom de la literatura latinoamericana, que alcanzaríamos pleno reconocimiento mundial. Hoy día representamos el segundo idioma más hablado del mundo, después del chino, y una de las literaturas más vigorosas del planeta. Con el de Mario Vargas Llosa, nuestro idioma suma seis premios Nobel de literatura entregados a latinoamericanos.

Julio Cortázar

Julio Cortázar

Los escritores latinoamericanos que leeremos esta semana pertenecen a este boom y son, en gran medida, sus más importantes representantes: dueños de estilos cuentísticos que han sentado bases para el desarrollo del género en nuestro idioma. En primer lugar, el argentino Julio Cortázar (1914-1984), cuya obra abarcó ńo solo los géneros del cuento, la novela y la poesía, sino que fue más allá, innovando en cada uno de esos géneros. Su novela Rayuela es una obra experimental en la que el autor juega con los puntos de vista y rompe con la lectura lineal, presentándonos una obra que puede ser leída de diversas maneras, en desorden, enriqueciendo la experiencia de la lectura y logrando que el lector tenga un papel activo en ella. Es conocido también por la maestría en el desarrollo de las tramas de sus cuentos y por un manejo de los desenlaces que nos dejan siempre anonadados, por decir lo menos, como podremos comprobar con «La autopista del sur».

Gabriel García Márquez

Gabriel García Márquez

Gabriel García Márquez, premio Nobel en 1982, fue capaz de crear un universo entero en su novela Cien años de soledad, la cual se ha mantenido desde su publicación como la más representativa de las obras literarias de nuestro continente. En su Macondo logró fraguar tanto la realidad como la magia del continente entero, llegando a consolidarse como la más importante obra de un estilo conocido como «realismo mágico», en el que hasta las cosas más cotidianas se revisten de un halo de misterio y fantasía que expresa la forma de ver el mundo surgida de nuestra fragua mestiza. Extraordinario cuentista, leeremos de él un relato muy breve en el que, en unos cuantos párrafos, es capaz de mostrarnos toda una historia de conflictos sociales y políticos.

Para reforzar nuestra visita a esta área de la cuentística latinoamericana, hemos incluído cuentos de dos autores fundamentales, anteriores al boom: Jorge Luis Borges (Argentina, 1899-1996), cuya obra constituye un portentoso universo de lo imposible, y Juan Rulfo (México, 1917-1986), en quien se resume de una forma extraordinaria el desarrollo de una narrativa que recoge la tragedia de la Revolución mexicana.

Para las lecturas:

Y los opcionales:

Semana 4: Ciencia Ficción

Mis primeros robots aparecieron en 1939 y he tenido que vivir más de cuarenta años para descubrir que fui profeta.
Isaac Asimov 

Lo que conocemos como ciencia ficción o ficción científica representa un subgénero literario mucho más amplio que, por ejemplo, «fantasy», «terror» o «literatura policiaca», y si bien se trata de un tipo de literatura característico del siglo XX, sus orígenes pueden remontarse lejos en el pasado. La monstruosa creación del Dr. Frankenstein en la obra de Mary Shelley, a principios del siglo XIX es ya ciencia ficción, aunque las referencias literarias sobre viajes a la luna o al futuro aparecen aun antes.

Suele reconocerse, además de a Shelley, a Julio Verne (con sus viajes a la luna o la exploración submarina a bordo del fabuloso Nautilus) y a H. G. Wells (La guerra de los mundos) como precursores del género. La característica más importante que suele definirlo es el uso de los conocimientos producidos por la ciencia para la creación de obras literarias que pueden ser futuristas, terroríficas, fantásticas, etc., en las que el uso del discurso y la lógica científicas apuntalan la verosimilitud de las historias. Sin embargo, fue en la década de 1920 cuando el término se acuñó definitivamente y comenzó su crecimiento exponencial hasta nuestros días, y todo indica que seguirá creciendo.

Pronto, la ciencia ficción se convirtió también en género favorito de dos de los medios de comunicación más importantes del siglo XX: el cine y el cómic. En todas sus formas, este género busca poner la ciencia al servicio de la imaginación, y en muchos casos, las obras de ficción científica llegan a convertirse en verdaderas profecías de lo que con el tiempo se consigue a través del desarrollo de las ciencias.


Isaac Asimov (1920-1992)

Isaac Asimov

Uno de los más prolíficos y reconocidos autores de ciencia ficción fue el estadounidense Isaac Asimov. Nacido en la Rusia soviética, a los tres años de edad su familia se traslada a Nueva York, donde creció. Aunque estudió bioquímica y química, llegando incluso al doctorado, no se desarrolló plenamente en el campo científico. Optó por la escritura, de la que pronto pudo vivir. Y escribió prolíficamente: más de 500 libros publicados, sin contar artículos, cartas y otros textos, abarcando fundamentalmente la ficción científica, pero destacando también en la divulgación de la ciencia y la historia.

La saga Fundación, que comprende numerosos libros, es una de sus obras más importantes. En su parte central, la trama se ubica muy lejos en el futuro y ha sido calificada como una «historia del futuro» por la solidez de sus planteamientos psicosociales, además de la construcción de un universo tecnológico complejo. Los robots juegan, en su obra un papel fundamental. Fue él mismo quien inventó la palabra «robótica» con la que hoy se describe un amplio conjunto de conocimientos relacionados con la inteligencia artifical. Y destaca, dentro de esta temática, su postulación de las «tres leyes de la robótica», que es tenida en cuenta por quienes trabajn en torno de esta área de desarrollo científico. El mismo Asimov se mostraba orgulloso de haber predicho en sus obras de ficción escritas a mediados del siglo XX, muchos de los avances científicos que vería concretarse a finales del mismo siglo.

De Asimov, leamos el relato «Sueños de robot», en el que se plantean claramente estas tres leyes y de cuya trama han surgido numerosas películas y novelas posteriores, entre las que destacan «Yo robot» (basada en los relatos del libro de Asimov del mismo título) y «El hombre bicentenario».

Stanislaw Lem (1921-2006)

Stanislaw LemSi bien la ciencia ficción ha sido dominada por escritores de habla inglesa (Asimov, Bradbury, Huxley, Clark, etc.), el polaco Lem es un representante muy especial del género, principalmente por su uso de la sátira y la reflexión filosófica sobre los temas del futurismo, los viajes espaciales y los viajes en el tiempo, entre otros. Muchas de sus obras han sido también llevadas al cine (como «Solaris»). Estudió medicina, aunque no pudo terminar, en parte por la segunda guerra mundial (en la que se salvó casi por suerte de morir a manos de los nazis), en parte por ser un disidente (aunque socialista) bajo el régimen soviético. Así, optó también por la literatura, y no le fue fácil: uno de sus temas preferidos, la cibernética, le fue duramente censurado por el poder soviético al considerarlo afin a los valores del capitalismo.

Lem se divirtió mucho realizando ficción a través de la problematización de paradojas del conocimiento científico. Como ejemplo están los viajes de su genial personaje Ijon Tichy, un viajero espacial, protagonista de una serie de locos relatos, los Diarios de las estrellas. En el primer relato, «Viaje séptimo», el viajero se enreda en una especie de bucle temporal producido por una tormenta cósmica y tiene que tener conversaciones alocadísimas consigo mismo, con varios «sí mismos», cada uno perteneciente a distintos momentos del tiempo, pero que las condiciones del viaje reúne en el mismo momento y lugar.

De estos relatos, leamos el «Viaje vigésimo tercero», uno de los más breves, que nos permitirá asistir al humor con que este extraordinario autor aborda el género.

Por último, y para conocer un poco lo obra de otro gran autor, Ray Bradbury, leamos también un cómic basado en sus extraordinarias Crónicas marcianasDaniel Torres – Encuentro nocturno (cómic) [ojo, es una descarga de 8 Mb].

Para las lecturas: