Pocos temas tan difíciles como hablar del cuento peruano, sobre todo si no eres un crítico, un especialista, un verdadero entendido. La semana pasada hablamos del boom de literatura latinoamericana y no tocamos a los autores del Perú porque tendríamos capítulos aparte para ellos porque, desde muchos puntos de vista, la literatura peruana es una de las más ricas y vigorosas de todo el continente. Si esto se refleja en reconocimientos, pues nada más y nada menos que el Premio Juan Rulfo otorgado a Julio Ramón Ribeyro en 1994 (uno de los premios más importantes de nuestro continente); el premio Planeta 2002 a Bryce Echenique, y el Nobel a Mario Vargas Llosa en 2010.
Esta semana visitaremos a tres grandes cuentistas, a sabiendas de que dejaremos fuera a muchos más. No abordaremos, por ejemplo, a Ciro Alegría, a Carlos Eduardo Zavaleta, a Miguel Gutiérrez ni a Edgardo Rivera Martínez, que son grandes contemporáneos de los que sí leeremos: José María Arguedas (1911-1969), Mario Vargas Llosa (1936) y Antonio Gálvez Ronceros (1932).
José María Arguedas
Además de novelista y narrador, Arguedas fue un importantísimo antropólogo, representó en el Perú a un movimiento literario-antropológico de gran relevancia: el indigenismo, a través del cual se hizo posible el reconocimiento de las raíces verdaderas y más profundas de nuestra identidad y nuestro mestizaje, aunque aún falta mucho para lograr que la democracia y el ejercicio de la ciudadanía y los derechos humanos alcance a los americanos originarios. Como en el caso de Vargas Llosa, son sus novelas lo más destacado de su obra, pero sus cuentos nos dejan ver ese mundo tan ajeno a las grandes ciudades, describiéndolo desde el interior. En cierto modo, Arguedas es, para la mirada mestiza, moderna y urbana del Perú, la conciencia del Apu, de lo ancestral; el recuerdo de que somos siempre invasores de tierras que responden a una lógica espiritual mucho más antigua, hermana e hija de la geografía escarpada y difícil de los Andes.
Mario Vargas Llosa
Al igual que con Arguedas (con quien además el Nobel ha mantenido un diálogo en permanente conflicto, llegando a considerársele como un conflicto con «la sombra del padre»), de la obra de Vargas Llosa es la novelística lo más relevante, siendo uno de los más importantes exponentes en el mundo de la llamada «novela total», aquella que es capaz de construir un universo entero y autosuficiente. Sin embargo, hay entre sus cuentos verdaderas joyas en las que se puede observar la maestría de un autor ejemplar en cuanto al método de escritura, la construcción de la trama, la descripción de situaciones psicológicas, los conflictos humanos…
Antonio Gálvez Ronceros
Los temas locales (andinos, amazónicos), herederos de la tradición indigenista abundan todavía, revivificados ante las nuevas dinámicas sociales, y se desarrollan a la par de los otros nuevos temas. Hay sin embargo, una obra que destaca en cuanto al tradicionalismo, y que si bien pertenece a la generación de los mayores, aún no ha obtenido la difusión que merece: se trata de una de las pocas muestras literarias de una cultura vigorosa en la música y la danza: la afroperuana, que ha encontrado su voz en la obra de Antonio Gálvez Ronceros, de quien esta semana leeremos un brevísimo cuento, «¡Miera!», en el que se muestra la maestría en el manejo de la oralidad y la cultura de la costa peruana afrodescendiente.
Estas son las lecturas para esta semana:
- José María Arguedas, «El Hijo Solo»: blog y PDF: José María Arguedas, «El Hijo Solo»
- Mario Vargas Llosa, «Día domingo»: blog y PDF: Mario Vargas Llosa, «Día domingo»
- Antonio Gálvez Ronceros, «¡Miera!»: en el blog o en PDF: Antonio Gálvez Ronceros, «¡Miera!»
Y aquí una opcional:
- José María Arguedas, «El barranco»: PDF: José María Arguedas, «El barranco»
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