Si bien existen diversas corrientes literarias que marcaron estilos durante lapsos determinados de la historia, nuestra región tiene su propia identidad al crear un movimiento único llamado indigenismo. Esta corriente podría considerarse como “endémica” dado que responde a situaciones y ámbitos geográficos concretos de América Latina.
Cabe resaltar que el movimiento no solo cubrió aspectos artísticos como la pintura, poesía o literatura, sino también abarcó un debate político que marcó una tendencia en el continente. Pese a ello, en el presente texto se abordará el ámbito literario y a un autor específico: José María Arguedas (Andahuaylas, 1911 – Lima, 1969).
Previo al comienzo de la descripción del autor, es importante hacer hincapié en la corriente literaria de fondo. Este movimiento de carácter político-social surgió en Latinoamérica en favor de la rehabilitación cultural y étnica del elemento indígena, en respuesta a la discriminación que sufrieron sus costumbres y a la opresión durante la etapa colonial. En el campo literario se pueden encontrar los siguientes autores de referencia: Alcides Arguedas, de Bolivia; Jorge Icaza, de Ecuador, Mauricio Magdaleno, de México, y de nuestro país, aparte de Arguedas, encontramos a Ciro Alegría y Manuel Scorza, con libros representativos como El mundo es ancho y ajeno (1941) y La guerra silenciosa (1970-1978), respectivamente.
Sobre Arguedas
Un primer aspecto por abordar serían las motivaciones de Arguedas en relación a la literatura indigenista. Para ello tendría que remontarse hasta la niñez del autor: tres años después de fallecida su madre, su padre lo llevó a vivir con su nueva pareja. Terminó viviendo solo con su madrastra y hermanastro, quienes maltrataron al futuro autor. Es por ello que a los once años, Arguedas escapa a la hacienda Viseca donde convive durante dos años con los indígenas del lugar, aprende el idioma y las costumbres que lo marcarían por el resto de su vida.
¿Cómo se aprecia el conocimiento indígena a través de su lectura? En el cuento leído en el club surgen descripciones muy bellas, como la siguiente de “El barranco”:
“Mientras el mayordomo le abría el cuello con su cuchillo grande, mientras le sacaba el cuerito, mientras hundía sus puños en la carne para separar el cuero, la vaquera y los mak’tillos, seguían llamando:
—¡Niñucha! ¡Por qué, pues!”
Como se observa, se presenta una imagen triste y fuerte donde se extraen los restos del becerro del cuento. Se observa el uso de vocablos como “mak’tillos” y “niñucha”, palabras que involucran un conocimiento de los pobladores andinos. También destaca la forma en que se narran con familiaridad situaciones que bien pudieron ser cotidianas en el mundo andino. Esta descripción tan real, pero llena de emociones, involucra la creación de sentimientos con la trama mientras transcurre el cuento.
Otro punto importante de los relatos es la descripción del hombre con su ambiente. Expresado de otra manera, Arguedas logra la genialidad de hacernos apreciar la conexión entre los personajes y la “Pachamama”. Esta relación difícil de entender bajo la concepción occidental es la que describe Arguedas con narraciones como la siguiente de “El Hijo Solo”:
“La velocidad de las palomas le oprimía el corazón; en cambio, el vuelo de las calandrias se retrataba en su alma, vivamente, lo regocijaba. (…) Singu se sentaba sobre la piedra. Le extrañaba que precisamente al anochecer se destacara tanto la flor de los duraznos. Le parecía que el sonido del río movía los árboles y mostraba las pequeñas flores blancas y rosadas, aun los resplandores internos, de tonos oscuros, de las flores rosadas.”
Para concluir el presente texto vale la pena preguntarse cuál es el legado actual de Arguedas. Una primera idea es el conocimiento que genera sobre una realidad que pocas veces fue abordada hasta ese momento. Esto contribuye con una segunda idea de reivindicación de valores, sin un previo conocimiento de dicha realidad no se podría ejercer presión a favor de derechos de los pobladores. Por último, más allá de que las costumbres e historias se pueden transmitir vía oral, el medio escrito es una buena forma de darle carácter de permanencia a dichas costumbres e historias. Arguedas logra generar esa permanencia con sus cuentos y novelas.