El naturalismo es un estilo literario que surge del realismo; se creó en Francia impulsado principalmente por Emile Zola (con su novela Therese Raquin) y se extendió a toda Europa a lo largo de veinte años en el siglo XIX. Algunos críticos han tratado de clasificar al naturalismo como un tipo de realismo radical; sin embargo, el movimiento tiene suficiente personalidad y profundidad como para ser apartado del realismo. Consiste en reproducir la realidad (sobre todo lo normal y lo cotidiano) con una objetividad perfecta en todos los aspectos (tanto los más sublimes como los más vulgares). Además, pretende explicar los comportamientos del ser humano e interpretar la vida mediante la descripción del entorno social y, de esta manera, descubrir las leyes bajo las que se rigen las conductas humanas.
Los personajes propios del naturalismo son vulgares, grises y bastante “comunes”, es decir, sin ningún rasgo distintivo o especial. Una de las características destacadas del naturalismo es que presta especial importancia al personaje femenino. El naturalismo, presenta al personaje como un animal sujeto a las leyes de la naturaleza y a las de la sociedad.
Las obras naturalistas normalmente se desarrollan a lo largo de unos años que resultan vitales en la vida del personaje. La obra comienza justo antes del conflicto central y luego se retrocede en el tiempo para relatar hechos del pasado que son importantes para la historia. Esto se denomina in media res, es decir, comenzar la historia desde la mitad.
Las obras naturalistas describen en gran detalle los ambientes más extremos con el propósito de poner al descubierto el nivel de marginación de la sociedad. Suelen representar a sus personajes en situaciones extremas de pobreza y como estos reaccionan a su entorno. Con el naturalismo se busca reflejar que la condición humana esta influenciada y marcada por tres principales factores; en primer lugar, las taras sociales (alcoholismo, prostitución, violencia, racismo, etc.), la herencia genética y el entorno social y material en el que se desarrollan las personas. Este género refuta el romanticismo y dice las cosas de manera muy directa y franca; hecho que ha generado muchas reacciones negativas hacia el género.
Otra característica de las obras naturalistas es que el narrador conozca íntegramente la historia y el mundo interior de los personajes, es decir, que sea omnisciente. Además, es común que este narrador no tenga ninguna intervención directa.
La última característica importante de este género literario es el lenguaje. Es un lenguaje bastante sencillo y directo. Además, uno de los logros del naturalismo es la viveza y frescura con la que se reproduce el diálogo coloquial.
Estas características se pueden ver muy marcadamente en los dos cuentos naturalistas estudiados a lo largo del curso, “Una vendetta” de Guy de Maupassant y “La tristeza” de Anton Chejov, así como, en cierto modo, en “El virrey de la adivinanza” de Ricardo Palma. En los dos primeros textos se ve a personajes marginados y en los tres se describe en gran detalle el entorno y las acciones de los personajes de la historia. Además se demuestra que el lenguaje es bastante sencillo y directo, una de las principales características del género en cuestión.
Muchos dicen que el naturalismo no es solo una tendencia literaria sino una forma de comprender el comportamiento humano y entender sus costumbres e interacciones en sociedad. Puede que unos estén de acuerdo con esta teoría y otros no; lo que está claro es que el naturalismo ha tenido mucha importancia en la literatura y que sirve de inspiración para muchos escritores modernos.