Vanessa Dongo de Piérola participó en el club en el ciclo Verano 2012
La primera semana, al leer cuentos que pertenecían al naturalismo, ambos tocaban el tema de la muerte y cómo los sentimientos que esta causa difieren de persona a persona. En el caso de “Una vendetta” de Guy de Maupassant, podemos ver a una anciana que está curada por la muerte, es la segunda persona que fallece en su vida. Ya pasó por la experiencia de la muerte de su marido y no demuestra dolor ante la de su hijo. La venganza es una forma de desahogo de las dos grandes pérdidas, la forma más cruel pero para ella la más efectiva. Se centra en su objetivo, sin darse cuenta de los medios para llegar a su tranquilidad. En cambio, en el cuento “La tristeza” de Chejov, podemos observar otra clase de sentimientos, un anciano que necesita ser escuchado y consolado, pero nadie le da importancia. Se centra en que la compañía de su hijo era todo y ahora se siente solo en el mundo. Después de un arduo esfuerzo de buscar compañía y no encontrarla, termina dándose cuenta de que no estaba completamente solo. Tenía un compañero que estuvo siempre a su lado, el caballo. Ambos cuentos muestran una realidad que todos pasamos en un momento de nuestras vidas: puede ser a causa de una amigo, familiar o ser querido; nunca se sabe cómo uno va a reaccionar, con tristeza o rabia, pero siempre terminamos heridos por una causa que sale de nuestras manos y se acepta por ser parte del curso de nuestras vidas.
Cuando leímos lecturas del género terrorífico no me produjeron miedo pero sí me sorprendieron las actitudes que tomaban los personajes en esas situaciones. Tal vez porque nuestra generación está acostumbrada a ver terror en imágenes en el cine o la televisión. “El pozo y el péndulo” de Edgar Allan Poe, me pareció una historia muy bien redactada, la descripción del pozo es extremadamente detallada, la sensaciones del personaje se trasmiten de tal modo que da la impresión de estar presente en la escena. Es increíble cómo pudo soportar y salvarse de esas torturas; cualquier ser humano se hubiera dejado llevar pero él lucho hasta el final. Gran valentía en escenarios tan violentos y desagradables. “Dagón” de H. P. Lovecraft no me produjo terror ya que no se sabe si la persona que relata la historia vive en realidad eso o solo fue un sueño. Es una escena que atormenta al personaje y lo hace verse loco, ya que las causas de sus visiones, no se sabe si tienen justificación. La historia relata como él se siente en el lugar en que se encuentra y la parte que debería causar terror es muy breve.
Al leer ciencia ficción vimos dos momentos distintitos: el futuro a mediano y a largo plazo. Fueron relatos divertidos, entretenidos e interesantes. En el cuento “Sueños de robot” (Isaac Asimov), la redacción te deja en suspenso de lo que pueda ocurrir al final, no se sabe si destruyen o no al robot. Menciona un tema interesante: tecnología, cómo el ser humano tiene en cierto modo miedo a ser reemplazo por un aparato creado por él: el robot, a semejanza de él, con cualidades humanas. Luego, “Viaje vigésimo tercero” (S. Lem) muestra una realidad completamente distinta a la nuestra. El aparato me pareció muy curioso pero a la vez fantasioso y riesgoso.
Después, leímos cuentos latinoamericanos “Un día de estos” de Gabriel García Márquez fue un relato corto y entretenido, Don Aurelio Escobar al principio no quería atender al alcalde ya que estaba concentrado, totalmente metido en los quehaceres de su rutina y cuando lo hace es porque se encuentra amenazado, por obligación. Haciendo sufrir al alcalde, la narración del relatado es tan detallada, que se puede sentir el dolor que le causaba. Todo el proceso lo hace de mala gana, no le caía el alcalde y se desquita con él al momento de sacarle la muela. Pero el alcalde en ningún momento se queja, le pudieron salir lágrimas pero todo el tiempo se contiene ante el dolor y a final es fresco al responder a Don Aurelio que cobrarle a él o al municipio es lo mismo. El dentista tenía razones para tratarlo de esa manera.
Por último, al leer la literatura peruana, “La insignia” de Julio Ramón Ribeyro, me pareció un relato entretenido, desde el principio se nota que se mete en algo extraño de lo cual se veía difícil de salir. Fue así que la secta le da muchos beneficios y le impide retirarse, pero nunca se sabe con claridad de qué se trataba. Él hace todo lo que le ordenan sin importarle de qué se trata; sigue un camino de puras órdenes y por suerte consigue cosas que muchos desearíamos. En “El Hijo Solo” de José María Arguedas, se ve un poco exagerado el cariño que el personaje le tiene al perro; se lo encuentra y crea una historia de su procedencia, bastante fantástica. Lo llega a querer como si fuera su hijo, y era un animal que se le cruza en el camino. Tan grande es lo que siente hacia él que lo trata de rescatar desesperadamente, a tal punto que arriesga su propia vida y luego se dedica a vengarse de aquellos que trataron de matar al perro. Finalmente, “Anorexia y tijerita” de Alfredo Bryce Echenique, fue una historia divertida, dando como moraleja: uno nunca sabe lo que tiene al costado. Podemos suponer muchas cosas pero la realidad es distinta. Se puede ocultar, mentir pero la conciencia siempre está ahí diciéndonos la verdad. Todos tenemos cosas buenas y malas, no se pueden determinar, depende del punto de vista de cada uno, pero hay gente que comete muchos errores y es perdonada injustamente. Todos los cuentos leídos en el curso fueron entretenidos, sobre distintos géneros y épocas, pudimos ver cómo la literatura puede ser tan divertida como ver una película, hasta más, ya que uno crea la imagen de los escenarios y personajes con ayuda de las narraciones; desarrolla nuestra imaginación. Algo que muchas veces dejamos de lado al estar frente a una pantalla.