Ana Flor Lau participó en el club en el ciclo Verano 2012
Comenzar a hablar de Güich, como yo lo llamaba en mis clases de Lenguaje I y Lenguaje II, es diferente de mi perspectiva, ya que yo lo conocí primero como profesor: como ese ser superior que debe ser alabado por sus alumnos pues así era como bromeaba en sus clases. Es quizás de esa característica de Güich de donde nace la creatividad para escribir sobre lo fantástico, de esa habilidad para ver lo más común y normal como algo increíble.
De este modo, José Güich Rodríguez, periodista, profesor de la Universidad del Pacífico y de la Universidad de Lima y escritor peruano nacido en 1963, es un reconocido autor de la literatura actual en lo que respecta al género de lo fantástico.
Ha sido autor de diversos artículos periodísticos y ensayos, así como de libros. En el 2000, inició con Año sabático. Seis años después publicó El mascarón de proa, y Los espectros nacionales en 2009. Su más reciente obra El misterio de la Loma Amarilla, novela, ha permitido al autor escribir la secuela de esta fascinante historia. He tenido la oportunidad de leer esta última novela, la cual me pareció encantadora puesto que su prosa es rápida y por el misterio de la historia mantiene la expectativa en el lector; además de que mezcla personajes ficticios con históricos como Luis Alberto Sánchez, elemento que resulta maravilloso en la novela pues le otorga un toque único y la hace destacar ya que se puede observar esa mezcla de lo real con lo inverosímil. Asimismo muestra una Lima no urbana, una Lima de los años 20, no tan caótica, ni tan acelerada, con lo cual el lector puede hacer la comparación de la capital en años pasados con los de ahora; así Güich con el final del cuento y sus últimas frases, cuando el personaje Teruel descubre el misterio y deja la Loma Amarilla, se pueden destacar reflexiones interesantes dignas de interiorizar en la actualidad.
Durante el curso virtual de lectura “En las nubes de la ficción” tuve la oportunidad de leer “Stafford, Indiana”, de su primer libro, Año sabático. Francisco Tumi, en la revista Punto de equilibrio, hace la siguiente apreciación sobre el libro: “Pese a esa suerte de debut literario, el conjunto resultó maduro, riguroso y sumamente personal, tanto por el lado de las historias como por el lado de los recursos expresivos”.
Efectivamente, el cuento leído resulta interesante, envuelve al lector en la historia en tal modo que se sigue leyendo para descubrir qué le pasa al personaje en el final; la historia es sólida y los recursos literarios, tanto el vocabulario, la forma de narrar, las pausas, hacen del cuento uno muy interesante de leer.
Güich inicia el cuento relatando en tercera persona, presenta al personaje central como un fugitivo de la justicia acusado del homicidio de su esposa. Asimismo, en el primer párrafo revela cualidades de la población estadounidense al mencionar que el vocablo “uxoricidio” es muy poco conocido por la gente con la cual el personaje principal se cruzará, además de que con ésta muestra que el personaje principal es culto. Luego, en el siguiente párrafo mencionará que el fugitivo es un médico de Stafford que huye para buscar al “verdadero asesino” de su cónyuge.
Así el autor va relatando los diferentes nombres y personalidades que tiene que adoptar el personaje para lograr su objetivo: encontrar al culpable y librarse de ese crimen. Lo que resulta genial de la historia es que por casi todo el cuento el autor nos hace creer que el personaje es inocente del crimen, hasta los últimos párrafos del final cuando pasa de ser relatado en tercera persona a primera y el fugitivo confiesa su crimen. Incluso se puede interpretar que el mismo personaje relataba la historia desde el inicio pero desde otra personalidad, ya que se observa que el personaje principal en su intento de huir se autoasigna distintos nombres y no sólo eso, sino que adquiere múltiples personalidades, por lo cual se puede deducir, quizás, un problema psicológico. Se muestra en los últimos párrafos ya no a un personaje indefenso, asustado, que huye, sino a uno que ha calculado su huida fríamente y que es consciente de su problema mental al culpar a una persona inventada por él para cubrir los homicidios cometidos.
Puedo decir que la forma en que el autor construye las frases y su prosa son claves para mantener el suspenso en la lectura y envolver al lector en la historia. El vocabulario en el cuento es complementario a la prosa y sintaxis de las oraciones, pues denota ampliamente descripciones de sensaciones del personaje cuando relata lo vivido, por ejemplo, cuando adopta la personalidad de John Ford y recuerda la pelea en el granero. Además, se puede ver un matiz de lo fantástico cuando el autor decide nombrar las múltiples personalidades con nombres de personajes famosos de otras épocas. Considero, asimismo, que el ritmo de la historia juega un papel importante; puesto que Güich mantiene un orden cronológico de los hechos, lo cual es imprescindible para darle al cuento un ritmo y generar suspenso, porque a medida que se va narrando la historia, hasta la escena en que se llega a los Mulligan, en donde se genera una pausa, una incógnita por parte del lector sobre qué sucedió y se observa la desesperación del personaje al verse descubierto, el ritmo controlado se pierde. Para luego, mostrar en párrafos finales la confesión del fugitivo, en donde se ve que el personaje es atemporal, ha perdido noción del tiempo y espacio y por suerte recuerda quién es.
De este modo, se puede llegar a la conclusión de que el personaje principal es un hombre atormentado entre lo correcto, lo malo y lo bueno, que no sabe qué camino tomar. Un hombre que al principio cubrió su crimen por moral, pero que aun a pesar de confesarlo se siente perturbado y por eso huye; es un fugitivo de él mismo, de su mente, de su conciencia.
Para concluir, puedo decir que se destaca la forma de narrar de Güich, su prosa inconfundible que hace que la trama de la historia, ya interesante, resulte envolvente para el lector.