El cuento nos lleva a revivir las décadas anteriores en donde aún las costumbres eran distintas a las actuales y, sobre todo, más tradicionales. Las huacas siempre han sido consideradas patrimonio que se debe cuidar para que pueda conservarse a través del tiempo; sin embargo, detrás de esto hay una tremenda historia que muchas veces es una incógnita pues pertenece a nuestro pasado. A las personas que buscan excavar ilegalmente en las huacas con el fin de encontrar cosas de valor se les llamaba huaqueros.
Tobías y Filiberto eran grandes amigos que compartían las intenciones de ir a huaquear y así encontrar algo valioso en la huaca Juliana. En su afán de indagar en la excavación no consideraron que no eran los únicos que pretendían hacer lo mismo y es por ello que se llevaron un gran susto al encontrarse con Toledo y Andrés, quienes, en resumen se convirtieron en parte del grupo de excavación. Pasaba el tiempo y Tobías logró arrancar un sonido extraño que hacía indicar que había una caja.
Sin embargo, los contratiempos no se hicieron esperar y es así que las autoridades entran a escena, pues inicialmente se encontraron con un policía quien se mostró un poco reacio, sin intenciones de querer ayudarlos pero al final accedió con el fin de obtener parte de lo que se haya encontrado. Pero este se ve interrumpido cuando su superior aparece y le dice que vaya hacer su ronda y no se quede en el lugar. Esta nueva autoridad no se mostraba interesada en ayudar pero luego, de una forma autoritaria, les ordena continuar. Este personaje también tenía deseos de que se encuentre algo valioso y quedarse con su parte.
Todo iba marchando bien mientras excavaban pero fue grande la sorpresa para ellos cuando lograron sacar esa anhelada caja y en su interior había restos de un niño y no oro o cosas de gran valor. Tal fue la decepción del policía que se retiró y ordenó a todos que se vayan del lugar. Aun así los huaqueros pretendían sacar el mayor provecho a las cosas que había al interior de la caja y decidieron llevarse lo encontrado. Pero, sin darse cuenta, habían puesto de cabeza la caja así que al llegar a su destino únicamente contaban con la madera pues la momia se había caído en el momento del traslado.
Esta historia no está fuera de la realidad con respecto a las autoridades existentes en la actualidad en nuestro país. La corrupción es algo que ha venido aumentando en los últimos años, principalmente por los policías, y otras autoridades. Por dinero son capaces de no hacer valer las normas y leyes establecidas. Lo más trágico es saber que la población está tan acostumbrada a comprar autoridades que poco valor tiene para ella hacer respetar las normas.
Los huaqueros se remontan a décadas atrás y es increíble saber que hasta la actualidad ese tipo de hechos corruptos suceden, y ahora con más frecuencia y normalidad. Cuando menciono la palabra “normalidad” me refiero a que los ciudadanos y autoridades han permitido que todo esto suceda día a día hasta el punto que por ejemplo en un policía las coimas son un ingreso adicional de forma diaria.
Por otro lado, se tiene la llamada “viveza” por obtener las cosas fáciles y de una forma ilegal. Si bien en décadas anteriores algunas cosas eran comunes por ignorancia, otras eran hechas sabiendo que no estaban permitidas. Es así que la historia relata la excavación de los huaqueros de una forma temerosa puesto que ellos tenían en cuenta que eso no era legal y es así que querían culminar cuanto antes con el fin de que nadie los descubriera. Pero ni siquiera ello fue dificultad puesto que las mismas autoridades apoyaron este hecho. Esta “viveza” que a la vez también es un robo, es parte de la incrementada delincuencia que hoy en día se da en nuestro país.