Quisiera dedicar el presente ensayo al cuento “Día domingo” del magnífico Vargas Llosa porque es un cuento que ya había leído en el colegio y que el hecho de volver a leerlo me hizo recordar tantos buenos momentos y me hizo pensar tantas cosas hacia adelante.
Para empezar, es importante recalcar que mantener al lector pegado a la pantalla o al libro es un trabajo difícil. En especial para aquellas personas (como yo) que están acostumbradas a leer únicamente temas relacionados con su carrera o afines. En “Día domingo”, mi cuento favorito del curso, me mantuve atento durante todo el tiempo que lo leí.
Cómo peleamos entre amigos cuando somos pequeños, por el amor de una chica. Cómo tratamos de demostrar quién es el macho alfa del grupo. Tantas lecciones de vida que se vienen a la mente y que sirven para aprender y para hacer que el grupo de amigos se vuelva más sólido.
Creo que me identifico tanto con el cuento porque me encontré en una situación similar años atrás, solo que la competencia de alcohol fue en la casa de un amigo y no fuimos a nadar. Recuerdo también que era una chica del colegio, esa que dicen “con la que todos quieren estar”. Recordar la ingenuidad de los adolescentes, invadidos por las hormonas, me hace relacionarlo como un león que estuvo encerrado durante años y que de pronto lo dejan libre. Es ese momento donde los padres entienden que crecimos, que ya no somos los bebes (para las madres lo seremos siempre), y que ahora tenemos más libertades. Nosotros, en respuesta, salimos como unos degenerados a querer recuperar todo el tiempo perdido, y nada mejor que ir a conquistar a la chica “con la que todos quieren estar”.
El razonamiento detrás es el mismo, competencia entre dos y todos los demás del grupo metiendo chacota, metiendo candela, haciendo que la competencia se viva de verdad, motivando a la gente. Recuerdo que uno de mis amigos decía “bros before hoes”, tratando de dar a entender que las mujeres iban a pasar y que al final del día siempre iban a quedar los amigos. En ese momento no lo entendía tanto, pero ahora lo veo mejor, los amigos siempre están ahí para ayudarte y para servirte de soporte. Y eso también se puede apreciar claramente cuando Rubén, el experto en natación, empezó a ahogarse y Miguel deja todo para salvarlo. Y más aún cuando llegan a un acuerdo entre hombres en el que ambos quedan bien. Este tipo de cosas solo puede pasar con los amigos.
Tengo que reconocer que cuando vi el cuento en el blog, no identifiqué cuál era, pues yo había leído Los jefes / Los cachorros completos y no recordaba específicamente «Día domingo». Ni cuando empecé a leerlo, en un comienzo me sentí identificado y me decía “esto se me hace familiar”. Y esta es una de las características de Vargas Llosa, o al menos en mi caso, cada vez que leo una obra de él, es como si se me quedara para siempre en la mente u oculta en alguna parte de mi cuerpo.
La manera en que Vargas Llosa escribe este cuento me gustó mucho, cómo mezcla los diálogos con las descripciones. Es casi como si el lector pudiera ponerse en los zapatos de cada uno de los personajes, cambiar entre personajes pero sin perder la sensación del personaje anterior, te mantiene conectado en todo momento. Quizás es debido a que me sentía tan identificado con la lectura que me pasó eso, pero en general Vargas Llosa me parece un escritor magnífico. Destaco la narración de la competencia de natación, sentía casi como si yo estuviera ahí, es una sensación de identificación muy grande. Mientras describe, narra y se leen los diálogos, uno se siente en la capacidad de ponerse en el lugar, de poner el entorno y contexto que plantea Varga Llosa y de sentir lo que el personaje está sintiendo.
Regresando al relato en sí, es muy interesante lo que pasa por la mente de los adolescentes cuando están enamorados, me hace recordar mucho a mi persona y es por eso que me gustó tanto el cuento. Lo único que me pareció poco probable es entrar al mar con todo ese frío, pero, nuevamente, lo que pasó por nuestras mentes años atrás es increíble. En esa misma línea, me cuesta creer que el que tenía experiencia y que se suponía debía ganar la carrera sin mayores problemas, termina siendo el que estuvo a punto de ahogarse.