El relato escogido para este trabajo fue “Los huaqueros” de Julio Ramón Ribeyro, ya que disfruté mucho de la lectura y me considero una gran admiradora de este gran cuentista peruano. El cuento narra una historia muy entretenida, con breves momentos de tensión y algo de suspenso, pero seguido de mucho humor, característico de la clase popular de la sociedad limeña a la cual pertenecen los personajes.
El cuento es narrado en tercera persona y está ambientado a mediados del siglo veinte en escenarios urbanos reales, como es característico en las historias de Ribeyro, que siempre incorpora nombres de calles y lugares conocidos de Lima, lo cual como lectores nos ayuda a ubicarnos espacialmente. Además, suele tener como personajes figuras representativas de ciertos estratos socioeconómicos atribuyéndoles comportamientos y diálogos muy acordes con la realidad. El lenguaje que utiliza el autor es bastante simple y coloquial, ya que va de la mano con la trama e incorpora mucho los diálogos para mantener el cuento dinámico e interesante.
La historia tiene como personajes principales al mulato Tobías y su compadre Filiberto, quienes se dedican a profanar tumbas, es decir, a saquear huacas con la esperanza de encontrar algún objeto valioso para poder venderlo más adelante en el mercado negro. Es así como a estas personas también se les conoce en el lenguaje coloquial como “huaqueros”.
El cuento comienza cuando estos dos personajes salen de sus “casuchas” con su equipo de herramientas hacia Miraflores donde, bien entrada la noche se disponen a cavar en la huaca. A través de los diálogos vamos conociendo mejor a los huaqueros, quienes, si bien se dedican a una actividad informal e ilegal, rápidamente ganan la empatía del lector, pues no se trata realmente se personas malas, sino más bien graciosas, con la picardía y viveza criollas. De esta forma, en medio de una oscuridad absoluta, Tobías y Filiberto comienzan a cavar. Sin embargo, después de un rato deciden hacer turnos para realizar la labor mientras van tomando una botella de pisco “para la sed”. Hasta este momento se podría decir que el grado de emoción de la lectura se ha mantenido constante. No obstante, la situación cambia cuando, tras unos minutos de silencio, Filiberto empieza a sentir la ausencia de Tobías, a quien no puede ni ver ni escuchar en medio de la oscuridad. La huaca, la noche y el ambiente solitario ayudan a incrementar la tensión del momento atrapando por completo al lector, que puede ponerse en la situación de Filiberto y sentir su angustia mientras busca a su compañero. Así se da uno de los picos de emoción del cuento cuando Filiberto prende un fósforo y se da con la sorpresa de encontrar a un individuo desconocido, de apariencia terrorífica frente a él. Aquí podemos apreciar el dominio de Ribeyro, que rápidamente puede convertir una historia calmada y tranquila en una mucho más cargada y emocionante, para más adelante cambiar rápidamente a una situación cómica. De esta forma, descubrimos que el personaje misterioso era otro huaquero, Andrés el zapatero, y que también estaba cavando junto a otro compañero, Toledo. Después de un divertido intercambio de palabras entre Filiberto y Andrés, ambos se vuelven amigos rápidamente y beben pisco a su salud. Más adelante, se reúnen los cuatro huaqueros, quienes forman un equipo para cavar y con suerte encontrar algo valioso. Entre los hombres no se siente ningún tipo de rivalidad, por el contrario ven pasar las horas, hablando, contando historias y bebiendo aún más pisco. La noche sigue avanzando y, antes de que termine de amanecer, los cuatro son descubiertos por un policía, quien lejos de arrestarlos se colude con ellos ante la posibilidad de haber encontrado una reliquia. Este tipo de situación que puede resultar muy cómica, no es ajena a la realidad peruana, donde muchas veces la autoridad le saca la vuelta a las leyes y normas por el beneficio propio, así prevalece la “ley del vivo”, donde el que pueda le sacará el mejor provecho a la situación. Dicha realidad se ve doblemente reforzada cuando, ya entrado el amanecer, tanto los huaqueros como el policía son descubiertos por el teniente, quien sin mayor reparo hace uso de su autoridad y exige que continúen cavando para encontrar el tesoro prometido.
Este tipo de comportamiento tan descarado por parte de la policía sigue aún presente en la sociedad actual y se puede ver reflejado en las coimas, por lo que las situaciones de este cuento siguen vigentes. Es por ello que a mi parecer uno de los atractivos de los cuentos de Ribeyro es que a pesar de que muchas de sus historias estén ambientadas hace medio siglo, las situaciones siguen estando presentes en la sociedad actual peruana, ya que están arraigadas en la cultura. Finalmente, el cuento concluye cuando, después de abrir la caja, no se encuentra ningún objeto valioso ni una momia, sino los huesos de un niño. Los huaqueros son dejados en libertad y después de superar la breve decepción se marchan riendo por lo sucedido y dispuestos a hacer leña de la caja.
En conclusión, me pareció un gran cuento, muy entretenido y gracioso, que nos muestra la realidad peruana y el criollismo, donde a pesar de indirectamente poder criticar la sociedad, no se intenta dejar alguna moraleja o enseñanza. Este cuento me ayudó a recordar lo mucho que me gusta leer a Ribeyro y lo recomendables que son sus cuentos.