“El Limpiador” de Rocío Silva Santisteban fue una de las lecturas que más me llamó la atención entre las que leímos durante el ciclo. La crudeza con la que la autora relata el cuento y la conciencia de que esto en verdad sucede en nuestro país me conmocionaron y me hicieron pensar en lo que se debería hacer para revertir esta situación. Resulta interesante también la forma en que la autora nos introduce en la historia, relatando dos historias paralelas para luego entrelazarlas y llegar a un desenlace impactante, siempre manteniendo el realismo y la crudeza que la caracterizan a lo largo del relato.
La historia comienza con un sargento viejo y retirado, quien tiene una muy mala relación con su hija. En un hogar en el cual la madre está ausente, el padre alcohólico maltrata a la hija, la cual se aleja, se rebela ante él, hasta que él se da cuenta de que es muy tarde, de que la ha perdido. Ella huye con un hombre y el padre no sabe lo que está por venir. Cuando Plomo recibe el cuerpo inerte de su hija dentro de un saco de arroz siente el dolor inmenso que significa la pérdida de un hijo, sumado además al arrepentimiento por haberla maltratado por tanto tiempo. Lo más impactante de todo esto es que el mismo asesino de su hija le lleva el saco de arroz con el cuerpo a Plomo, el cual no hizo más que insultarlo, en parte por el impacto de la pérdida, en parte por la certeza de que no podría ganar nada enfrentándose a él.
Paralelamente aparece una nueva historia que se centra en un pueblo en las afueras de Lima, cercano a la carretera al sur, presumiblemente un pueblo joven, en el cual reinan la falta de autoridad y la violencia. Los jóvenes crecen entre armas y droga, no tienen respeto alguno por la autoridad. La manera en que la autora describe al pueblo nos da a entender que se trata de un lugar desolado, en el que la gente desesperanzada ve la violencia no solo como un medio de supervivencia, sino como un escape de su realidad, una forma de sentir cierto poder. Además, se observa que también lo ven como una forma de entretenimiento, el cual sumado a las drogas es la receta para el caos. Dentro de este contexto surge una especie de líder o héroe: El Limpiador. Este hábil sicario enseña a los jóvenes a utilizar armas, a defenderse, además de asesinar gente a pedido. Nunca se niega a hacer un trabajo y es una especie de hombre invencible al cual todos los jóvenes admiran y aspiran a ser como él. Además, su incapacidad de sentir hace que le sea más fácil cumplir con su labor, a pesar de que no le agrade ser así.
Ambas historias se entrelazan cuando Plomo recurre al Limpiador para vengar la muerte de su hija. Esta parte de la historia me hizo recordar a otros cuentos leídos en el curso, como “La tristeza” y especialmente “Una vendetta”, en los cuales se relata la pérdida de los hijos y en el segundo caso, la venganza de la misma. Es así que Plomo, consciente de la pérdida de sus habilidades de sargento, le pide al Limpiador que elimine al asesino de su hija, el cual a su vez era muy violento y hábil con las armas. Sin embargo, el Limpiador acepta el trabajo y le da al asesino una muerte lenta y muy dolorosa, impactando en partes de su cuerpo que no harían que muera instantáneamente, sino que sienta mucho dolor.
Si bien esta es una historia cruda y realista, muestra cómo son ciertos lugares de nuestra ciudad y de nuestro país, lo cual me parece una llamada de atención a la violencia vivida hoy en día en nuestra sociedad. No es simplemente el hecho de utilizar armas, sino que las muertes dadas en este relato son crueles al borde de lo inhumano: se percibe cierto placer al matar, mientras más sufra la víctima, más gratificante es el acto de matar.