Desde que abrí la primera página del libro y leí la primera historia que figuraba en la edición que tenía entre mis manos, no pude abandonar una sola palabra hasta terminarlo completamente. Desde pequeño había escuchado hablar de Ricardo Palma y de sus Tradiciones, pero hay una gran diferencia entre escuchar y leer. Cuando uno ejercita la vista, el estilo del autor te atrapa, y es que no se puede obviar el lenguaje, la exageración y caracterización de los personajes, la temática variada con una ligera crítica a los diferentes ámbitos de la sociedad de la época, y la estructura de cada uno de los cuentos.
Pero antes de empezar el análisis es importante diferenciar entre una tradición de Palma y un cuento. La diferencia está en el hecho de que una tradición habla de un suceso histórico real, pero con el toque especial que le da el autor cambiando un poco el rumbo de la historia o lo que acontece alrededor de esta, mientras que un cuento es un hecho fantástico e irreal, donde el paisaje, la historia y los personajes son inventados.
La valorización y la selección de hechos históricos para la producción literaria por parte del autor, se debe a que vivió dos grandes hechos (el Combate del 2 de Mayo y la Guerra del Pacífico), además de la corriente romanticista procedente de Europa. Un ejemplo claro de la valorización de la historia es “Al pie de la letra”, tradición que narra las anécdotas del Capitán Paiva y su relación con el presidente de la época, Salaverry. Paiva era un indio cuzqueño que ocupaba el puesto de capitán en la escuadra de guerreros del presidente y uno de sus más fieles servidores, solo que tenía un gran defecto, por lo que nunca pudo ascender. El hecho data de 1835 y el autor lo cuenta desde un punto de vista personal, ya que afirma que el protagonista era un buen amigo de su padre, lo que da mayor realismo y credibilidad a la historia.
El lenguaje en la tradición es ameno, popular y pintoresco; es muy de la época, marcado con muchas frases coloquiales utilizadas por la sociedad de aquel entonces. En el relato aparecen palabras como acarretear, bribón, mataperrear, y frases como “no inventó la pólvora ni el gatillo pasa sacar muelas y el cri-cri”. Este lenguaje permite dar un mayor realismo a las historias, ya que actúa fortaleciendo el contexto y creando una atmósfera completa donde intervienen personajes, entornos y lenguaje.
La exageración y la caracterización de los personajes era otra constante en los cuentos de Ricardo Palma, ya que buscaba encontrar el humor de una manera sutil, exagerando alguna característica física o actitudinal del personaje. En “Al pie de la letra” se exagera un rasgo cognitivo del capitán Paiva. Según la historia, Paiva era muy bruto y era incapaz de entender metáforas, comparaciones o cualquier otro tipo de juego de palabras, ya que todo lo entendía al pie de la letra, conduciéndolo a equivocarse constantemente o a no entender las indicaciones reales que se le daban. Fue tanta su incapacidad por comprender las cosas y su lealtad a Salaverry, que cuando el presidente en un arranque de molestia le dijo que se hiciera matar, así lo cumplió Paiva.
En la tradición ya mencionada también se aprecia la ligera crítica que hacía el autor acerca de algunas circunstancias de la época. En este caso se describe textualmente la diferenciación de clases en las palabras del presidente Salaverry ante la interrogante de por qué Paiva nunca ascendió a coronel. Salaverry afirma “por bruto, y porque de serlo se había conquistado reputación piramidal”.
Finalmente hablaremos de la estructura de la tradición, que es una constante en todos los relatos del autor. Estas se dividen en 4 y son: el comentario, la trama, el final y la frase. El comentario sirve para contextualizar el hecho, para este caso el autor comienza la historia diciendo que el protagonista era amigo de su padre. En la trama cuenta unas tres anécdotas de la vida del capitán Paiva. El final hace da la resolución de la historia y viene acompañado del cuarto elemento que es la frase de cierre de la historia, que termina citando las palabras de Salaverry. Estos elementos hacen que la historia tenga mayor dinamismo y orden estructural que terminen en una reflexión o fin didáctico para el lector.