Fue muy difícil elegir un cuento y un autor en específico ya que a lo largo del curso leímos increíbles cuentos de los cuales, por ser mi género preferido, elegí a Edgar Allan Poe.
Al leer un poco más sobre la vida del autor me di con la sorpresa de que no solo escribió cuentos de terror, sino que también escribió relatos de sátira, poesías, novelas, etc. Sin embargo, es más reconocido por sus cuentos de terror, los cuales son muy variados y tienen gran popularidad.
Las lecturas de la primera semana fueron de terror. Una de las más interesantes para mí fue “El corazón delator”. Nos cuenta la historia de un “loco” y su drama por asesinar a un viejo.
Comienza por mencionar que el plan de matar al viejo no va con algún beneficio en sí; es decir no hay interés ni económico, ni odio, simplemente era su ojo el que le aterraba y detestaba. Cuando decide proceder con su plan de aniquilar al viejo nos relata paso a paso todo el drama que significó hacerlo. Se da cuenta que puede entrar al cuarto del viejo sin ningún problema y lograr consumar el acto.
Llega el día indicado y logra abrir la puerta del viejo cuando de pronto su pulgar resbala del cierre hermético causando que se oyera un ruido lo que hizo que el viejo despertara de su sueño y se pusiera cauteloso. “El loco”, muy inteligente se queda cerca de una hora inmóvil.
Luego de este lapso de tiempo el viejo ya no puede más, suelta quejidos debido a sus dolencias y vuelve a dormir. El loco entra en una confusión de pena y alegría al mismo tiempo, de saber de las dolencias que aquejaban al viejo, sin embargo, esto no le impidió continuar con su plan.
Luego de ver continuamente el ojo del viejo y entrando en ira por el mismo, decide consumar el acto. El viejo emitió un quejido y el loco procedió a matarlo en el colchón que se encontraba en el piso. Duró unos segundos el acto y luego el viejo murió.
El loco se cercioró de que estuviera realmente muerto y comenzó a tratar de escuchar el corazón de su víctima, sin embargo, no logró escuchar ningún sonido ya que este había dejado de latir por completo y eso le causaba una alegría inmensa, ya que significaría que nunca mas volvería a ver aquel ojo que le atormentaba.
Luego de muerto, el loco tomó todas las precauciones del caso y pasó a desaparecer el cuerpo o en todo caso eliminar rastros que lo puedan culpar del asesinato. Lo siguiente que hizo fue descuartizar al viejo, cortándole la cabeza, los brazos y las piernas. Pasó a esconder los restos en el piso, muy cauteloso: “colocó los tablones del piso tal que ningún ojo humano hubiera podido distinguir que allí hubiera algo”.
La faena terminó cerca de las cuatro de la mañana, cuando de pronto escucha que tocan a la puerta tres policías que comenzaron a preguntar por los ruidos del día anterior ya que uno de los vecinos había oído unos alaridos provenientes de ese cuarto. El loco afirmó que esos alaridos fueron suyos debido a una pesadilla de la noche anterior. Sin duda los policías le creyeron ya que aquello es una situación normal. Los tres hombres tenían permiso para poder revisar el lugar.
El loco no tenía nada de que temer, como ya había calculado todo y arreglado la escena, no había nada de que temer. Con mucha confianza les hizo el recorrido a los policías. Con toda la confianza que poseía el loco acomodó a los policías justo en el lugar donde había guardado los restos del viejo.
Es allí donde comienza el tormento. Es allí donde el loco se siente agobiado por sonidos que van aumentado con el pasar de los minutos. Entra en pánico, lo único que desea es que los policías se vayan de allí y lo dejen en paz. Fueron los momentos más difíciles para el loco, no podía soportar más aquel sonido, aquella sensación de horror. Ya no pudo más y confesó su crimen. Era mejor confesar el crimen que estar pasando por aquel terror y sonido que hacía el viejo.
En general muy entretenido, muy práctico de leer. Una historia que causa pena al ser injusta la muerte del viejo pero por otro lado observamos el aspecto psicológico del asesino; cómo un ojo puede ser el causante de una muerte tan salvaje y cómo al final de todo uno no puede vivir con la consciencia de haber asesinando a alguien, siempre queda un remordimiento que no se puede manejar con facilidad ni normalidad.