Giovanna Dotto, “‘El corazón delator’ de Edgar Allan Poe”
Cuando estaba en el colegio tuve la oportunidad de leer “El corazón delator” de Edgar Allan Poe y desde entonces lo he podido recordar claramente como una de esas historias de terror que en aquellos momentos causaban mucho más pavor. De hecho creo que el miedo que me generó este cuento en aquellas épocas es parte de nuestra madurez mental, creemos que los cuentos son parte de la realidad y vivimos más a fondo las sensaciones que producen. Sin embargo, hace unas semanas tuve la oportunidad de volver a leerlo, lógicamente después de tantos años lo leí con otra perspectiva, profundizando más en el contenido del cuento que en el posible miedo generado.
“¡Es verdad! Soy muy nervioso, extraordinariamente nervioso. Lo he sido siempre. ¿Pero por qué dicen que estoy loco?” Así comienza su historia el narrador: admitiendo que está nervioso pero a la vez asegurándonos que lo que lo llevó a matar al anciano no fue producto de una locura. El protagonista busca justificar y demostrar su cordura a través de su capacidad para sentir, en este caso, al contar que se siente muy nervioso. De esta manera, estas ganas intensas de demostrar que es una persona normal terminan por traicionarlo y lo llevan a entregarse.
Lo sorprendente de esta historia es que el narrador y el anciano tienen una buena relación, es decir, lo que llevó al protagonista a acabar con la vida del anciano no es ni odio ni envidia ni venganza, que generalmente son las causas de todo acto criminal, sino el simple hecho de haberse obsesionado con la idea de que su “ojo de buitre” lo maldice. Es interesante ver cómo esta obsesión que crecía día a día puede haber llevado al narrador a hacerle daño a una persona con la que convivía y con la que definitivamente había cariño. Así se puede ver que el fin principal del narrador era simplemente separar al anciano de este ojo que tanto lo perturbaba y acabar con esa ansiedad; sin embargo, no se dio cuenta de que este deseo lo llevaría a cometer un crimen y a terminar con la vida del pobre anciano.
Tras haber escondido el cadáver y haber borrado todo tipo de huellas, el narrador recibe a los policías que han sido llamados debido a los ruidos escuchados por los vecinos. Muy confiado en que no será descubierto los invita a pasar, les hace prácticamente un tour por toda la casa y conversa con ellos plácidamente sin mostrarse sospechoso. De pronto, el narrador empieza a oír un ruido que va creciendo de a pocos y se vuelve incapaz de diferenciar si es un sonido verdadero o es simplemente producto de su imaginación. El narrador, a pesar de lo que escucha, trata de demostrar aún más su cordura pero el ruido se va haciendo más intenso. Es así que la culpa que lo invade y la paranoia por la posibilidad de que lo descubran, lo llevan a creer que este sonido es, nada más y nada menos, que del corazón del anciano y, mientras más fuerte se hace, su desesperación y nervios aumentan, llevándolo a confesar el crimen cometido. Finalmente, se puede ver que el objetivo principal del narrador no es mostrarse inocente, sino mostrarse como una persona libre de la locura al tratar de excusarse y fundamentar a como dé lugar su conducta irracional.
En conclusión, creo que este cuento trata de reflejar cómo el ser humano a veces se deja llevar por sentimientos e impulsos injustificados (incluso afectando a aquellas personas que son cercanas a nosotros y con quienes guardamos una buena relación) que nos llevan a cometer cometer actos inmorales y en un extremo, crímenes como el del cuento en mención. Por último, la historia también nos lleva a reflexionar cómo el sentimiento de culpa y el remordimiento pueden perseguirnos cuando actuamos fuera de lo que consideramos moral para nosotros y traer consecuencias devastadoras como la confesión del narrador ante la policía.