David Tirado, “El carbunclo azul”
Siempre he disfrutado del cuento policiaco, en especial de las increíbles y únicas historias de Sir Arthur Conan Doyle. El cuento llamado “El carbunclo azul”, que ya había leído tiempo atrás, volvió a recobrar un interés por el detalle y la curiosidad innata del gran Sherlock Holmes al volverlo a leer en este taller. Además, me hizo recordar cuán importante es fijarse aún en los detalles más mínimos.
El cuento en mención fue publicado originalmente en The Stand Magazine, en el Reino Unido, en 1892, es decir hace 122 años. Pero, a pesar de los años, el relato policiaco aún mantiene vigente un estilo que bordea entre el asombro y la ficción, que lleva al lector a intentar replicar las inexplicables deducciones que tan solo Holmes podía efectuar.
El cuento comienza un 25 de diciembre, cuando el Doctor Watson se dirige a 221-B de Baker Street para saludar a su gran amigo Holmes. Al entrar a la habitación, observa a su compañero de aventuras examinando un destartalado sombrero y un impecable ejemplar de ganso, el cual le fue entregado por el inspector Peterson. Aquel sombrero fue recogido de un suceso callejero, en el que el propietario salió sin rumbo ni dirección fija y tan solo quedó una tarjeta que decía que el ave era para la señora de Henry Baker y el sombrero pertenecía a una persona con iniciales H.B.
¿Quién pensaría que ante dicha situación se podría estar frente a un crimen? Tan solo a Holmes le gustan los problemas más insignificantes y que a primera vista son triviales, pero que en tan solo en los detalles se puede dilucidar un misterio nunca pensado. Es por ello que a partir de características y pormenores, Holmes, el rey de la deducción, llega a descifrar el estilo de vida, situación económica y amorosa del propietario.
De pronto, el inspector Peterson entra a la habitación y da aviso de encontrar dentro del ave una piedra preciosa de valor incalculable: el carbunclo azul. Esta piedra es muy famosa en todo el Reino Unido. La joya había sido robada tan solo tres días antes de la Navidad a la condesa de Morcar, en el hotel Cosmopolitan.
Bradstreet, inspector de Scotland Yard, detuvo al fontanero John Horner, el mismo que estuvo reparando el baño de la condesa. Sin embargo, Holmes va mucho más allá de culpar al simple operario. ¿Cómo podría el mejor detective del siglo XIX llegar al origen del crimen? Holmes utilizará sus mejores herramientas para demostrar: el poder de la observación y el pensamiento deductivo.
Pregunta tras pregunta, conversación tras conversación, ganso tras ganso; Holmes llega a la rastrear la pista del origen del ganso, así que encuentra al verdadero culpable de tan lamentablemente falta. Ya a solas con el perpetrador del robo, Holmes hizo sudar frío y hasta casi desmayar al sujeto. Sin embargo, el espíritu de la Navidad pudo más y Holmes dejó ir a culpable no sin antes asegurarse de que sea liberado el inocente fontanero.
Sin duda Holmes es el arquetipo de gran investigador, dotado de una rapidez y agilidad mental sobrenatural. No hay caso pequeño ni insignificante que la pareja Holmes y Watson no pueda averiguar o llegar al fondo del asunto. Es tal vez esto lo más atractivo para todo lector, lograr hacer fácil lo difícil.
En conclusión, Sir Arthur Conan Doyle creó un gran personaje: genio, histriónico, excéntrico, locuaz y seguro. Pero además, creó un amigo, detalles, deducciones, razonamiento lógico, delitos y resoluciones. Todo un maestro de la investigación y del crimen, su personaje Sherlock Holmes marcó todo una época y sigue vivo en las series, películas, revistas e historias.