Mayra Medina, “La Declaración de Randolph Carter” de Howard Phillips Lovecraft

El cuento que escogí pertenece a nuestra segunda semana de clases, “La declaración de Randolph Carter” de Howard Phillips Lovecraft.

Howard Phillips Lovecraft nació el 20 de agosto de 1890 en Providence, Estados Unidos. Conocido autor de novelas y cuentos de terror y ciencia ficción. Considerado un gran innovador en materia de cuentos de terror, al incluir elementos del horror cósmico, el cual está relacionado con viajes en el tiempo, seres de otras dimensiones, entre otros elementos. Murió a los 46 años el 15 de marzo de 1937 en el Jane Brown Memorial Hospital, en Providence.

Lo primero que me gustó apenas empecé a leer el cuento fue el título. Creo que si no hubiera sabido que se trataba de una declaración policial y que quien hablaba (porque se encuentra en primera persona) era Randolph Carter, hubiera estado confundida desde el inicio. No obstante, no niego que este estado de claridad en la lectura haya ido desapareciendo conforme pasaba de un párrafo a otro.

Otro elemento que también me gustó está relacionado a la redacción del autor y creo que es crítico para que haya estado “pegada” a la lectura y que incluso haya llegado a estar un poco ansiosa: las numerosas veces en que Carter afirmaba que no recordaba nada de su relación con Warren, más que aquellos datos que estaban relacionados con el terrible desenlace de dicho personaje. Supongo que esperaba encontrarme con un final donde Carter recordaba “milagrosamente” qué fue lo que había pasado, o que los policías llegaban a reconstruir toda la historia, y pudieran determinar en qué asuntos “oscuros” estaba metido Warren. Debo afirmar que mi curiosidad como lectora no quedó satisfecha. Atribuyo este hecho a que estoy acostumbrada a leer novelas y cuentos que tienen un final concreto.

Para pasar a la otra cara de la moneda y explicar qué elementos fueron los que no me gustaron de este cuento, quiero concluir con lo que creo que me dejó “La declaración de Randolph Carter”: la fascinación y adrenalina de probar con otros géneros literarios a los que estoy acostumbrada (ciencia ficción y novelas de amor). Cuando leí que la primera semana nos tocaba leer “Cuentos clásicos policiales y de horror” lo primero que se me vino a la mente fue que seguro disfrutaría mucho los policiales, ya que me encanta Sherlock Holmes; lo segundo, por el otro lado, fue que no quería leer los de terror porque pensaba que no me iban a capturar tanto e incluso me podrían parecer un poco exagerados al intentar recrear la sensación de miedo en los lectores (lo cual, según mi punto de vista, solo se puede lograr a través de los numerosos efectos que se emplean en las películas de terror de hoy en día).

¿Qué fue lo que no me gustó? Algo que me parece que ya está muy gastado en las novelas de terror: la escenografía. Es común en las películas y en los libros (ahora también en los cuentos por lo visto) que el personaje principal se haya enfrentado cara a cara con el elemento de terror en un cementerio a medianoche, específicamente en una tumba que está semiabandonada. Adicionalmente, este recinto está “clausurado” o es un lugar prohibido para entrar (el personaje de Carter comenta que Warren le había hablado sobre tumbas que no se pueden profanar por el contenido que se encuentra en ellas). Finalmente, uno de los personajes se “aventura” a explorar el contenido de la tumba y algo trágico y misterioso le sucede; a pesar de que el otro personaje está dispuesto a ayudarlo, el primero se niega y prefiere sacrificarse para que uno de los dos pueda salvarse.

No tuve una opinión concreta del final del cuento. Si bien no me gustó la idea de que nunca hubo un desenlace exacto de qué fue lo que le pasó a Warren, pienso que es algo positivo porque invita al lector a interiorizar el relato y a imaginar de manera libre el final que mejor le acomode. A mí, por ejemplo, no me gustan mucho los temas de demonios y monstruos; por lo tanto, no buscaré darle ese final al cuento. Sin embargo, ya está en cada lector darle el sentido que quiere al final de la historia y ser libre para experimentar su propio proceso de creación. Pienso que esto es uno de los grandes aportes que puedo atribuirle a Lovecraft, específicamente en este cuento. Esto y, como lo mencioné en párrafos anteriores, el hecho de que haber leído este cuento me ayudó a “salir de mi zona de confort” y explorar otros géneros literarios.