El voto, es la única forma de participación mayoritaria en nuestras democracias. La mayoría no milita en partidos ni gremios, no escribe en periodicos ni habla en la tele. Tampoco hace servicio militar, ni aporta tanto al fisco. Pero hoy si, la mayoría sale a votar. Por derecho, y por deber. Elige directamente a su Presidente y su Parlamento, y manda a casa a quienes no cumplieron con las expectativas de la elección pasada. Lo más probable, es que la mayoría de peruanos hoy, despida a la mayoría de sus representantes elegidos en 2006, y comenzamos de nuevo.
Desde que se estableció el sufragio universal en 1979, el crecimiento del electorado ha sido fenomenal. En 1980 solo el 37% de la población tuvo derecho a voto, en 1990 subió a 46% para definir entre Vargas Llosa y Fujimori, y en 2001 el electorado pasó a ser mayoría, con el 56,5% de la población. En 2006, el 60,6% tuvo este derecho, y hoy es el 69,9% de la población que puede y debe decidir — si Humala realmente va a segunda vuelta, y quién será su rival en el partido final.
Son aproximadamente 19,9 millones de peruanos y peruanas con derecho a votar, y el 67% pertenece a los llamados sectores D & E; peruanos pobres o muy pobres, al menos en ingresos. Los ABC suman el resto, pero entre ellos los «A» son menos del 2% del electorado nacional. Es decir, la zona VIP vale para un concierto, o un mitin, pero no cuenta mucho hoy. Los ganadores tienen que convencer a muchos, muchos mas.
La mayoría de electores no vive en Lima, pero si son urbanos (58% en la Costa), y tiene de cerca los señales exteriores de nuestro crecimiento económico, y también de la riqueza de quienes estan mas arriba. Si aspiran a emularlos, reemplazarlos o despojarlos, a través de su voto, esta por verse.
En Lima vive mas del 34% de los votantes, y el 9,8% de ellos en San Juan de Lurigancho (588,854), otros 418,625 en San Martin de Porres, y 71,000 en San Isidro. Lima no es el Perú, pero tiene una diversidad social y política enorme, que sin duda se reflejará hoy.
La juventud del electorado también es notable. Hoy el 44,5% del electorado tiene menos de 35 años, y unos 3,5 millone votan por primera vez. ¿Cuanto pesa para ellos la nostalgia, para un Velasco o Fujimori? Quizás muy poco. ¿Cuanto pesan sus opiniones, dentro del hogar? Quizás bastante. En muchos hogares los jóvenes son mejor educados y mas «enchufados» que sus padres, y es posible que sus preferencias tengan mas peso que años atrás. Asimismo, ¿en cuantos hogares la opinión de papá y mamá son diferentes? ¿Habrá brecha de genero en estas elecciones? Algunas encuestas sugieren que si, que los varones siguen mas favorables hacía el Comandante, por ejemplo, y las damas con mas simpatía hacía la «China». Pero hoy veremos si estas premisas son acertadas.
Lo que si es cierta, es la alta dispersión de preferencias entre los votantes, lo cual refleja cierta madurez e independencia del ciudadano, frente a la muy inmadura decisión de tantos aspirantes a correr por separados. Podemos especular sobre las divisiones posibles: entre ricos y pobres, jóvenes y viejos, Costa, Sierra y Selva, nacionalistas y globalizados, liberales y conservadores, estatistas y aficionados al mercado, autoritarios y demócratas. Pero esa primera vuelta también es una elección centrada extremadamente en personalidades, antes que identidades colectivas fáciles de discernir.
Sin duda los resultados de hoy darán mucho material para los analistas políticos, además de iniciar el complicado proceso de negociación y acomodo para la segunda vuelta. Esperemos también, que generan algo de reflexión y autocrítica entre quienes pudiendo haberse organizado de otra manera, no lo hicieron y quedaron fuera del juego.
Pero hoy no pertenece a ninguno de ellos, sino a esa mayoría de ciudadanos que hace su cola, vota con indecisión y dudas, y espera ansiosa para un resultado que permite que el Perú — y todos los peruanos — realmente avancen.