Luciano Stucchi

Luciano Stucchi

¿Necesitamos semáforos o conductores inteligentes?

Casi no hay semana en que el tráfico vehicular no sea una noticia para los limeños. Desde desafortunados eventos, como la congestión de más de 20 km este domingo en la Panamericana sur, hasta notas más optimistas, como el desarrollo de tecnología local orientada a mejorar el funcionamiento de los semáforos. Justamente, a partir de esta noticia, resulta natural preguntarse: ¿realmente unos sensores podrían resolver el tráfico vehicular de una ciudad como Lima? A ver, el tema es bastante complejo, lo sabemos. Y antes de volver a tocar el tema de los nefastos bypasses, la ampliación de carriles o la falta de trenes de transporte público, por un momento quisiera detenerme a pensar en el rol de los semáforos en la fluidez del tránsito vehicular, respecto al rol que tenemos los conductores mismos.

La figura tiene una clara analogía física que a veces pasa desaparcibida —aunque Alejandro, de LimaChange) ya la desarrolla— al plantear alternativas de mejora para la ciudad. ¿Cuál es esta analogía? Que el tráfico funciona como un fluido que circula a través de una red de tuberías. Las partículas constituyentes de dicho fluido seríamos nosotros, los conductores. ¿Por qué tiene alguna utilidad hacer esta comparación? Porque usualmente los estudios que se hacen sobre el tránsito vehicular están orientados a entender y mejorar la infraestructura, es decir, rediseñar y optimizar la red de tuberías, pero casi nadie se pone a pensar en el agua. Claro, es que la damos por sentada, pero en estricto, si permitiéramos que su viscosidad cambiara, el incremento o reducción de turbulencias afectaría enormemente su fluidez a través de la red, independientemente de la estructura de esta.

Nuestra ciudad nos puja para que fluyamos a través de ella, pero como sociedad, nos hemos estreñido. [Imágenes extraídas de TodoAutos y Howcast]

¿Cuánto depende la fluidez de la estructura de la red respecto de la viscosidad misma del fluido? Aquí tenemos la diatriba central. Porque la primera la podemos manipular con tecnología, a través de sensores, olas verdes, bypasses, ampliación de carriles, etc. Pero la segunda depende de un factor enteramente ajeno: la dinámica subyacente que siguen los conductores. Claro, todo el problema se resuelve realmente cuando reducimos la cantidad de vehículos —lo que solo se logrará con transporte masivo de trenes—, pero es que justamente esta saturación, sublimada por nuestros vicios al manejar, es la que nos ha transformado en un fluido especialmente viscoso. Para entenderlo, pensemos que la viscosidad es, a escala microscópica, una medida de cuánto cambian las velocidades de las partículas de un fluido cuando estas chocan mutuamente. A nivel macro, esto se traduce en una resistencia a las deformaciones de tracción, que es como hemos aprendido a entender este concepto: pensemos en cuán sencillo es sobarse los dedos cuando están empapados en alcohol o agua, respecto a cuán difícil es hacerlo con aceite o miel.

¿Por qué somos un fluido especialmente viscoso? Fuera de la cantidad de vehículos que circulan por nuestras vías, la manera en que manejamos determina principalmente la frecuencia con la cual nos chocamos. Estos choques no se refieren a colisiones directas, sino a maniobras que obligan al otro a modificar su velocidad: cambios de carriles y frenadas intempestivas. Es fácil notar, cuando uno circula por otras ciudades, como estas dos pautas de comportamiento hacen la diferencia entre el caos limeño y un tránsito fluido, por más que este muchas veces sea lento. Pero esto no es el descubrimiento de la pólvora, pues existen reglas de tránsito tan antiguas como el tránsito mismo que hacen referencia a esto: la obligatoriedad de dejarse adelantar por la izquierda, ceder el paso al entrar a una vía, cruce u óvalo y siempre dejar pasar a otro vehículo antes de entrar a una convergencia de dos carriles. Que las cumplamos… ese es otro asunto.

Brevísima simulación que muestra el efecto de turbulencia que se genera sobre las vías, cuando un conductor incrementa

la viscosidad del fluido vehicular. [Imagen extraída de imgur/gifs.com que, a su vez, ha sido extraída de aquí CGP Grey]

 

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