El miércoles 23 de octubre se llevó a cabo la ceremonia de premiación del PREMIO PODER AL THINK TANK DEL AÑO 2013, organizado por la revista PODER y la plataforma On Think Tanks. Esta iniciativa busca reconocer y dar visibilidad a los trabajos de investigación y comunicación realizados en el Perú por centros de investigación que buscan incidir en las políticas públicas y privadas con estudios sólidos e innovadores.
Es un orgullo para nosotros que el premio “Think Tank del Año 2013” haya sido otorgado al Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico (CIUP). El distinguido jurado destacó nuestras diversas iniciativas de investigación y debate orientadas a temas de actualidad, entre ellos el modelo de crecimiento económico, la educación y la discriminación, y nuestros esfuerzos de reflexionar y discutir sobre el futuro de nuestro país. También reconoció los logros del CIUP en ampliar nuestra agenda, asumir un enfoque más interdisciplinario e incorporar a investigadores de diferentes generaciones y puntos de vista. Asimismo, hizo hincapié en nuestros esfuerzos por mejorar la comunicación de los resultados de nuestros estudios, y por último, de implementar un código de ética para las diversas fases de investigación y publicación.
Cuando asumí la dirección del CIUP en 2009, elegida por mis pares, los miembros numerarios de nuestro centro éramos 25 profesores de tiempo completo de la Universidad del Pacífico, principalmente economistas y administradores. Hoy somos más de 80 investigadores incluyendo profesores, asociados, asistentes y practicantes, con un pequeño pero potente equipo de administración y comunicaciones. Y es gracias a todos ellos, que el CIUP recibe este reconocimiento.
Sin embargo, al anunciarse este premio, muchos de nuestros alumnos y no pocos colegas nos preguntaron; “Qué bacán, felicitaciones. Pero, ¿qué es un think tank? ¿Y qué tiene que ver con el CIUP?” Buenas preguntas, cuyas respuestas no son obvias.
¿Qué es un think tank?
El término “think tank” (TT) es de origen inglés y no tiene traducción directa al español. “Laboratorio de pensamiento”, “gabinete estratégico”, o el mismo “tanque de ideas”, son algunos de los intentos, poco satisfactorios, para referirse a una institución o grupo de expertos dedicados no solamente a la investigación, sino a la generación de propuestas a ser debatidas y puestas en acción por tomadores de decisiones en la esfera pública o por grupos de interés particulares.
Uno de los primeros y más famosos (o infames) think tanks fue la Rand Corporation, entidad creada en 1946 por la empresa Douglas Aircraft para proveer servicios a las Fuerzas Armadas de E.E.U.U., realizando investigación y desarrollo de nuevas armas y estrategias como parte del “complejo industrial militar” de E.E.U.U. durante la Guerra Fría. De allí expandió su agenda hacía temas civiles y de análisis de políticas para el gobierno de E.E.U.U., otros gobiernos, corporaciones, universidades y fundaciones.
Aunque hoy el concepto tiende a ser aplicado a todo tipo de institución que produce investigación aplicada, los TT más reconocidos internacionalmente son aquellos que tienen una orientación ideológica o política definida, una empresa o grupo de filántropos que lo apoya, y/o una causa colectiva a la cual se dedica, y tiende a difundir sus ideas con una voz o posición colectiva.
Entre otros ejemplos prominentes en E.E.U.U., están los conservadores Hoover Institution, Heritage Foundation y American Enterprise Institute, el libertario Cato Institute, y el progresista Institute for Policy Studies, este último reconocido en América Latina por el terrible asesinato de uno de sus asociados, el ex – Canciller chileno Orlando Letelier, en 1976, con una coche bomba plantado por agentes de Pinochet en plena Washington, D.C.
El fin de la Guerra Fría y la globalización han generado multiplicación de los “think tanks” alrededor del mundo. Entre las más de 4,500 entidades que se consideran como tales hoy, más de la mitad fueron establecidas desde 1980. En América Latina destacan los casos de Argentina y Chile, donde múltiples think tanks fueron creados durante las dictaduras militares por intelectuales y políticos de oposición y financiados por diversas agencias de cooperación. Con la transición a la democracia en Chile emergen como asesores importantes a partidos de izquierda (FLACSO, SUR), centro (CIEPLAN) y derecha (CEP). También hay diversas publicaciones interesantes sobre los TT en nuestra región ahora, entre ellos Dime a quién escuchas… Think tanks y partidos políticos en América Latina (2009), editado por Enrique Mendizabal y Kristen Sample, y Vínculos entre conocimiento y política. El rol de la investigación en el debate público en América Latina (2011), editado por Norma Correa y Enrique Mendizabal.
Como es de esperar, las fuentes de financiamiento para los think tanks guardan relación importante con sus agendas. Muchos son auspiciados por donantes individuales, fundaciones y empresas, aunque también hay TT auspiciados por gobiernos (propios y ajenos) y entidades financieras como el Banco Mundial.
En el Perú la mayoría de los TT son financiados por fuentes extranjeras, a través de subvenciones o contratos de servicio. El caso más conocido internacionalmente es el del Instituto Libertad y Democracia (ILD), creado por Hernando de Soto en 1981, para investigar la economía informal y promover derechos de propiedad y reformas liberales, con ideas plasmadas en sus obras bestsellers: El Otro Sendero (1986) y The Mystery of Capital (2000). El Banco Mundial financió al ILD para asesorar y producir legislación para los gobiernos de Alan García (#1) y Alberto Fujimori, y el ILD se atribuye autoría de al menos 15 reformas legislativas implementadas durante los años noventa.
Desde entonces ha tenido contratos de servicios con más de 25 gobiernos y ha asesorado a más de 35 jefes de estado, generando polémica por sus relaciones con regímenes como los de Mubarak en Egipto y Gaddafi en Libya. En 2011 recibió una donación de US $4,9 millones del Omidyar Network para expandir a nuevos países y “aumentar la conciencia global sobre el papel vital de los derechos de propiedad y negocios”, para mejorar las comunidades pobres alrededor del mundo.
Otro caso importante en el Perú es el Instituto de Estudios Peruanos (IEP), creado en 1964 como un centro independiente de investigación en ciencias sociales. A diferencia de ILD, cuyo fundador sigue siendo la única voz de la organización, el IEP fue creado por un grupo heterogéneo de intelectuales, incluyendo Augusto y Sebastián Salazar Bondy, José María Arguedas, Luis E. Valcárcel, Maria Rostworowski, John Murra, Aníbal Quijano y José Matos Mar. Cincuenta años después, se mantiene como una colectividad con voces diversas, y los casi 450 títulos publicados por el IEP incluyen clásicos de historia y ciencias sociales. Aunque el IEP nació para pensar en el país, su identidad pública como “think tank” es más reciente; desde 2010 forma parte del Think Tank Initiative auspiciada por el IDRC de Canadá y las fundaciones Gates y Hewlett. Ha logrado diversificar su financiamiento con aportes de más de 30 fuentes, aunque según su último estado financiero publicado, el 77% de los fondos recibidos por subvenciones proviene de cuatro entidades y el 50% de dos de ellas, la Fundación Ford y la IDRC.
Aunque en teoría las actividades principales de un TT son la investigación y el debate informado, algunos se dedican también al lobbying a favor de sus auspiciadores, y a proporcionar personal a los gobiernos de turno. Un caso notorio en E.E.U.U. es el Center for American Progress, creado en 2003 por sectores poderosos del Partido Demócrata. En Perú el caso más notable ha sido el Instituto Peruano de Economía (IPE), creado en 1994 con financiamiento del Banco Mundial y la CONFIEP, con el objetivo explícito de proveer asistencia técnica al Ministerio de Economía y Finanzas, bajo el mando de Jorge Camet, para la realización de importantes reformas liberales durante el gobierno de Fujimori.
La proliferación de think tanks en el mundo también ha generado una creciente literatura y debate sobre su poder y limitaciones, además de iniciativas de transparencia sobre los orígenes y usos de sus fondos (ver por ejemplo, el Center for Responsive Politics). También existen rankings como el «Global Go-To Think Tanks«, un índice preparado anualmente por investigadores de la Universidad de Pennsylvania, aunque su metodología ha sido criticada por otros.
El CIUP y el concurso de PODER
Aunque algunas ONG peruanas figuran entre estos rankings internacionales, el premio PODER es el primer intento de reconocer a los think tanks dentro del Perú. ¿Cuál es la definición que usan, y quiénes fueron o no fueron elegibles?
En primer lugar, es un concurso para centros de investigación. “Una característica importante de los think tanks es que son organizaciones que llevan a cabo o utilizan investigación y análisis como insumo principal de los argumentos que desarrollan y comunican con el objetivo de inspirar e informar las políticas públicas y privadas de diversos actores políticos internacionales, nacionales y locales. Por lo tanto, organizaciones cuya función principal es la provisión de servicios, la movilización ciudadana, el control social o la implementación de campañas, no son think tanks. Son importantes pero no think tanks.” Asimismo, organizaciones que llevan a cabo sus actividades exclusivamente en privado -por ejemplo, mediante consultorías- no fueron considerados para este concurso.
Entonces, el CIUP, ¿es es un think tank? Para parafrasear a mi colega Liuba Kogan, podemos decir “No… pero sí”.
Lo nuestro es un centro de investigación universitaria, cuya misión y objetivos están íntimamente ligados a la de la Universidad del Pacífico, de la cual formamos parte hace 40 años, y a la formación de nuestros alumnos y futuros profesionales en diversas disciplinas. La mayor parte de nuestros gastos operativos proviene del presupuesto general de la UP, y esto a su vez se basa principalmente en las matrículas que pagan nuestros alumnos o sus familias. El CIUP, además, genera fondos de diversas fuentes externas para investigación o consultoría; aproximadamente 48% de ellas proviene del sector privado nacional; 30%, de la cooperación internacional y 22%, de entidades del sector público.
El “equipo core” del CIUP son los profesores de la UP con cargas de tiempo asignados a la investigación. Aunque en menor número, también tenemos investigadores asociados, que no son docentes de la UP, e investigadores visitantes de otros países y universidades. El CIUP tiene autonomía relativa en su gobierno y en la definición de su agenda, pero esa agenda está definida principalmente por las prioridades de sus profesores-investigadores. La economía, y las otras ciencias sociales, siguen siendo nuestras disciplinas más fuertes, aunque hoy tenemos más investigadores también en administración y negocios internacionales, derecho, historia, filosofía, matemáticas e ingeniería.
Debido a nuestro carácter de centro universitario, en el CIUP reina la diversidad y la libertad de pensamiento. Sobre muchos temas de la agenda pública, no podemos ni queremos hablar con una sola voz. No tenemos una sola manera de ver el Estado, por ejemplo, o la lucha contra la pobreza, o la reforma de la educación. No todos ven de la misma manera la concentración de medios de comunicación, las virtudes y limitaciones de los acuerdos comerciales, o el desarrollo basado en las industrias extractivas. Los estudios que publicamos llevan el nombre del autor y el disclaimer de rigor; avalamos la calidad y seriedad académica de nuestros miembros, pero sus ideas son suyas.
Esto nos diferencia, en parte, de otros dos ganadores del premio PODER este año, cuyas misiones y mensajes son colectivos. La Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA), una importante asociación civil dedicada hace 26 años a la promoción de políticas y legislación ambiental en el Perú y América Latina, fue reconocida por sus innovadoras estrategias de comunicación. Y el IPE, ya con 20 años en nuestro medio, fue premiado por sus prometedores esfuerzos de llevar su mensaje sobre la importancia del mercado y del fortalecimiento de las instituciones a diversas regiones.
Por otro lado, desde su fundación el CIUP ha promovido investigación más aplicada que teórica, orientada a comprender temas de importancia para nuestra economía y sociedad y también de ofrecer propuestas de solución. Así lo refleja nuestra misión institucional:
“Aportar al desarrollo y a la democratización del país, en un mundo diverso y crecientemente interconectado, a través de la investigación sobre la realidad nacional e internacional, la incidencia en debates y políticas públicas, y la formación de profesionales y líderes, con vocación por la excelencia y por la responsabilidad social.”
Además de tener siete áreas de especialización, en los últimos años hemos promovido más iniciativas colectivas, que involucran a grupos de profesores-investigadores en diversas áreas, en esfuerzos de analizar y comprender juntos varios retos importantes para el país, y de definir y comunicar mejor sus propuestas de cambio.
Tal es el caso de Agenda 2011, con 11 propuestas para incidir en el contexto electoral, y Gasto en la Mira, iniciativa de promoción de la transparencia presupuestal, con un concurso para promover jóvenes investigadores al nivel nacional. También es el caso de nuestra línea de investigaciones sobre la Discriminación en el Perú en el Siglo 21, en educación, empleo y mercado laboral. En este caso, identificar y luchar contra formas de discriminación persistentes en nuestra sociedad ya es un compromiso institucional, no solo del CIUP sino de toda la UP.
Una de las más importantes iniciativas colectivas del CIUP durante el último año fue Perú 2062. Con un marco mínimo de análisis común, pero una diversidad de perspectivas, recogidas en la publicación Cuando despertemos en 2062: visiones del Perú en 50 años, un sitio web y otros documentos, trasmitimos un mensaje institucional sobre la urgencia de pensar en el futuro.
Entonces, si entendemos por “think tank” a un centro de investigación orientado no solo a pensar sino a cambiar al país, eso es lo que intentamos ser. Aunque no tenemos una sola voz, ni una sola manera de entender ese proceso de cambio.
El premio de PODER es el primero en el Perú en ser organizado por peruanos, con un jurado de distinguidos colegas y expertos nacionales. Fuera de la revista misma, el concurso no tuvo auspiciadores corporativos ni donantes extranjeros, y el premio para los ganadores, no implica fondos ni obligaciones de reportar. El premio recibido es justamente esto, un reconocimiento de parte de un jurado de pares y expertos quienes nos honran y nos motivan con su apoyo.
Investigación y gobierno
Finalmente, debemos reconocer que el premio llega en un contexto bastante interesante para la relación entre la investigación y el poder en el Perú. El actual gobierno, ha reclutado un importante número de profesionales de diversos think tanks, bancos multilaterales y entidades de cooperación, para asumir responsabilidades directas en el diseño y la implantación de políticas públicas; en educación y salud, pobreza y políticas sociales, ambiente y recursos naturales. Aunque la pareja presidencial a veces se muestra un poco intolerante frente a cierto tipo de investigación — para Ollanta Humala las investigaciones “sociológicas”, para Nadine Heredia las que no son “serias” porque no favorecen al gobierno – la tendencia general es hacia el mayor uso de los resultados de investigación para canalizar a los recursos públicos y para debatir sobre resultados.
El próximo y mas urgente paso ahora, debe ser las iniciativas anunciadas por el gobierno para promover más y mejor investigación en nuestras universidades, las cuáles con algunas excepciones, están hacía el final de la cola en producción científica en América Latina. Enhorabuena.