[blockquote source=» «]«Are the brightest minds working on the most important problems? (…) Even in the area of innovation… a lot of that focuses on the needs of the rich»–Bill Gates, M.I.T, 2010 [/blockquote]
Hoy, 28 de febrero de 2012, la Universidad del Pacífico celebra 50 años dedicados a la formación de profesionales y líderes con vocación por la excelencia y la responsabilidad social. A propósito de este aniversario, quisiera replantear el debate generado por las recientes declaraciones del multimillonario y filántropo Bill Gates.
Si el Perú es un país rico en recursos naturales y talento humano, ¿cuál es el rol de los actores privados en la promoción del desarrollo y el bienestar social? Estamos de acuerdo con que el Estado debe proveer servicios básicos de educación y salud, infraestructura y otros bienes públicos. También creemos que la cooperación internacional tiene un rol importante ahí donde el Estado no puede o no quiere operar. Pero, ¿qué hacen nuestros profesionales y empresarios exitosos para devolverle al país aquello que este les ha dado? ¿Dónde están los (y las) Bill Gates locales?
La UP fue creada en 1962 por un grupo de empresarios visionarios que buscaban ofrecer una educación de primera calidad a la nueva clase dirigente que un país emergente necesitaba. Invirtieron sus propios recursos y buscaron la orientación académica de la Compañía de Jesús y de prestigiosas universidades del exterior. Su visión fue elitista y tecnocrática, centrada en la formación de un pequeño grupo de hombres (las mujeres fueron admitidas varios años después) en tres carreras consideradas entonces como fundamentales para la modernidad: Administración, Economía y Contabilidad. Esta visión del desarrollo sería bastante criticada años después, incluso por nuevas generaciones de profesores de la UP, y hoy la Universidad es más grande y diversa en alumnos, profesores, planes de estudio y agendas de investigación. El actual rector, Felipe Portocarrero, es un sociólogo, con visión de futuro y notables habilidades de gestión.
Irónicamente, la tesis doctoral de Portocarrero, titulada Wealth and Philanthropy: The Economic Elite in Peru, 1916-1960, trata sobre las raíces y conducta de la llamada oligarquía del siglo XX. Hace 15 años, ambos iniciamos una línea de estudios en el Centro de Investigación de la UP (CIUP) sobre filantropía y organizaciones sin fines de lucro, en América Latina y el Perú contemporáneo. Entre 1996 y 2007, realizamos el primer mapeo de las fundaciones privadas en el Perú, el primer intento de cuantificar el llamado «tercer sector», tres encuestas sobre donaciones y trabajo voluntario, y diversos estudios de caso sobre empresas, fundaciones, ONG y otras organizaciones de la sociedad civil (OSC). También elaboramos análisis y propuestas sobre el marco legal y tributario para la filantropía y las OSC, en Perú y la región. En 2005, editamos una colección de trabajos de diversos autores latinoamericanos titulado Philanthropy and Social Change in Latin America, publicado por Harvard University Press y traducido por el Fondo Editorial de la UP (Filantropia y cambio social para web.pdf).
¿Qué es lo principal que aprendimos de estos estudios? Que la filantropía privada puede jugar un papel cualitativamente importante en la promoción del cambio social. Que desde los noventa ha habido una nueva expansión de actividades filantrópicas en el Perú y la región, asociada a la privatización y la apertura de las economías. Sin embargo, que la mayoría de esta nueva filantropía viene de empresas y tiene fines publicitarias o de relaciones comunitarias, mientras que pocos peruanos de ingresos altos dedican una porción significativa de sus propios recursos a ayudar a los demás. Empresarios por la Educación, por ejemplo, tiene 4o socios, pero la mayor parte de su limitado presupuesto no proviene de sus propios bolsillos. Son pocas las fundaciones donantes peruanas, y ninguna que se parece (en objetivos, no tamaño) a la Fundación Gates, dedicada a mejorar la salud pública en el tercer mundo y la educación en EEUU.
La mayor parte de estos estudios daten de 5 a 10 años atrás. Desde entonces, ¿cuántos nuevos ricos, y cuántos profesionales de clase media, donan más de su dinero, tiempo y/o conocimientos? ¿Cuántos dan recursos para educar a las nuevas generaciones, o para realizar investigación y desarrollo en temas críticos para el país? Las universidades que se han creado en los últimos años, ¿son básicamente negocios particulares o tienen una visión del país del siglo XXI, como la que hubo detrás de la UP y otras universidades medio siglo atrás?
En 2010, Gates realizó un tour por diversas universidades de EEUU con un discurso titulado “Giving Back: Finding the Best Way to Make a Difference”. En él enfatizó que los jóvenes
privilegiados con buena educación deberían dirigir sus talentos e innovación científica hacia problemas fundamentales que enfrentan las sociedades hoy, en lugar de concentrarse tanto en “las necesidades de los ricos”. En el Perú, ¿cuántos jóvenes de las mejores universidades optan por “devolver algo”, durante sus estudios y después de graduarse? En la UP hay un programa de Proyección Social en el que participan todos los estudiantes, sin excepción. También hay alumnos voluntarios en iniciativas como Enseña Perú y Un Techo para mi País. Un porcentaje menor opta por carreras en gestión pública o social, o crea nuevas empresas con fines sociales. Son ellos, finalmente, quienes recogen el espíritu de los fundadores de la UP, y dan el ejemplo para el Perú del siglo XXI.