La última encuesta de IPSOS Apoyo sugiere que los votantes están menos influidos por las propuestas económicas de los candidatos, y más interesados en su capacidad (real o imaginaria) de luchar contra la delincuencia y la corrupción, fenómenos que afectan la calidad de vida de todos y el buen funcionamiento del Estado.
Ambos finalistas evocan una mano dura contra estas lacras, en contraste con otros competidores, considerados incapaces de frenar a los criminales, y cómplices con los lobby, el tráfico de influencias, el nepotismo y otras prácticas indeseables. Sin embargo, Keiko Fujimori tiene más problemas de credibilidad con el tema de la Corrupción, al cargar el peso de la red de mafiosos operando desde las altas esferas del poder en los 90. En cambio, Ollanta Humala tendría cierta ventaja al ser percibido como un militar que sirvió a su patria sin servirse de ésta, y que se levantó contra esa misma corrupción, aunque no está libre de sospecha respecto al origen de sus propios ingresos o del financiamiento para su campaña.
La otra noche en RPP (Sin Vueltas), escuchamos a una vocera de Fuerza 2011 para temas de corrupción, insistir que la situación de los 90 fue excepcional, porque ocurrió durante una lucha intensa contra el terrorismo, y fue algo así como un “gaje del oficio”. También sostuvo que es hora de pasar la página y concentrarnos en el futuro.
Pero… un momentito. “El pasado no está muerto” escribió Faulkner, “Ni siquiera está pasado”. ¿No conviene, mas bien, analizar con detalle los mecanismos de corrupción establecidos durante el gobierno de Fujimori, y los motivos detrás de ellos, para determinar si realmente son cosas del pasado, o evitar que se repitan – sea quien sea el ganador en 2011?
Para tal fin, existan varios estudios con base empírica, que van más allá de la denuncia para extraer lecciones. Recomendamos la colección editada por Felipe Portocarrero, El Pacto Infame: Estudios sobre la Corupción en el Peru, Pacto Infame Cart-primeras.pdf (CIUP 2005), incluyendo capítulos de Dargent, Durand Artículo de Francisco Durand – Pacto Infame, Kahhat, Jochamowitz, Moron, Tanaka, Ugarteche y Zapata; el libro de Alfonso Quiroz, Corrupt Circles: A History of Unbound Graft in Peru (Johns Hopkins 2008), y el trabajo minucioso de John McMillan y Pablo Zoidó, “How to Subvert Democracy: Montecinos in Peru”, Journal of Economic Perspectives, 2004.
¿Y qué nos dicen estos estudios?
Primero, que buena parte de la corrupción del aquel gobierno se concentró hacía el final, no durante la lucha contra Sendero sino para lograr la re-reelección de Fujimori, un esfuerzo concertado entre militares, empresarios, y dueños de medios de comunicación masiva. ¿Llegarán nuevamente a tales extremos, para lograr la victoria de su candidato/a de preferencia en 2011? Rogamos que no.
Otra parte de la corrupción se concentró en el esfuerzo de forjar una mayoría parlamentaria después de la controvertida elección de 2000, a través de la compra de parlamentarios electos por los partidos de oposición; Peru Posible, Solidaridad Nacional, FIM, APRA y FREPAP. El o la ganador/a en 2011, ¿podrá recurrir a semejantes mecanismos con este nuevo parlamento? ¿Lo hará esta vez por las buenas, a través de la negociación y concertación normales en democracias? ¿O perderá la paciencia, para volver a patear el tablero? La mayoría de peruanos no cree que Keiko ni Ollanta volverán a cerrar el Congreso, ni intentar un golpe, y esperemos que tengan razón.
En ese periodo también hubieron escandalosos esfuerzos de ejercer influencia en el Poder Judicial, para favorecer a determinadas empresas con problemas ambientales, laborales, tributarios o de otra índole. Un caso emblemático fue Luchetti y su fábrica que aun persiste frente a los Pantanos de Villa, al lado de diversas otras empresas aún activas, de capitales nacionales. Sobre este caso Mario Vargas Llosa escribió un memorable artículo, La dictadura y los fideos;
[blockquote source=»»]«¿Acaso los permisos para construir una fábrica, en ese régimen de ladrones, no se obtenían siempre de manera precaria y sinuosa porque ello favorecía la corrupción?…. Todavía hay ingenuos, entre los empresarios peruanos, que añoran a Fujimori. Es verdad que algunos de ellos hicieron estupendos negocios. Pero, a muchos otros, en cambio, como a Lucchetti, ese sistema que vulneraba todas las leyes y los principios éticos y la más elemental decencia política, los arrastró en un turbio remolino y los perjudicó tremendamente.”[/blockquote]
¿Cómo evitamos que el próximo gobierno no favorece de esa manera a intereses particulares, sean nacionales, brasileños, chinos o norteamericanos? ¿Habrá mayor transparencia en la negociación de contratos con el estado, el ortogamiento de permisos ambientales, o de concesiones para invertir en los “sectores estratégicos” o de interés nacional?
Ahora bien, los diversos analistas del periodo concluyen, que los esfuerzos mayores de corrupción en los 90, los que costaron mucho más al fisco, fueron los intentos de manipular a los medios masivos de comunicación. Para callar a los opositores, comprar titulares, y limitar su capacidad de informar a la opinión pública sobre lo que ocurriría en las diversas instancias de poder del Estado. Como recuerdan McMillan y Zoido;
[blockquote source=»»]«Los peruanos comunes eran el objetivo de la propaganda de Montesinos. Según sus propias declaraciones, él consideraba a la televisión, con su audiencia de millones, como una mayor amenaza que los periodicos, con sus decenas de miles de lectores. Controlaba en detalle el contenido de los tabloides leídos por los peruanos de poca instrucción, pero decía que no le preocupaba lo que escribían los diarios de gran formato leídos por la clase educada. No era la élite a la que temía Montesinos, sino a las masas» (p.18)[/blockquote]
Entonces, cuando la mayoría opina que la corrupción en el Perú ha aumentado después de la caída de Fujimori, cómo señala Tanaka Artículo de Martín Tanaka – Pacto Infame, ¿esto solo se debe a su falta de información? Tampoco es así. No debemos olvidarnos, que para el peruano común, la corrupción no solo ocurre en las altas esferas, sino también en las diversas instancias de poder con las cuales debe lidiar diariamente; por ejemplo, para sacar una partida de matrimonio, o una licencia para manejar, obtener agua potable, conseguir que un policía investigue el asalto a su casa o negocio, resolver un problema judicial, o reclamar una nota de su hijo en el colegio. En todos estos trámites, los ciudadanos pueden encontrar las colas y las coimas, la vara, el tarjetazo, el maltrato y la discriminación; y quienes mas sufren por todo ello, son los más pobres. Aquellos ciudadanos, que son la mayoría del electorado, desean ahora que Ollanta o Keiko pongan coto de una vez a estas prácticas.
La anterior situación esta documentada en un excelente estudio próximo a ser publicado por CIES y CIUP, de Gustavo Yamada y Ricardo Montero, “Doble a triple castigo: Burocracia, corrupción e inequidad en los servicios públicos en el Perú” . Tanto ellos, como Aldo Panfichi y Mariana Alvarado en otro documento reciente del CIES, plantean recomendaciones serias para frenar esta “petite” pero muy costosa corrupción. ¿Los escucharán los candidatos? ¿Qué propuestas tienen Gana Peru y Fuerza 2011 para terminar con estas prácticas?