Antonella Torres

La experiencia que adquirí en Hochschule Düsseldorf fue muy grata. El personal de relaciones internacionales (International Office) siempre estuvo a disposición de los alumnos y preocupados por nosotros. Los profesores de los cursos que llevé fueron excelentes, todos con grado de doctorado, y dominaban los temas de los cursos que dictaban. Ellos también estuvieron siempre abiertos a sugerencias, preguntas o consultas de los alumnos.

La metodología de enseñanza fue la siguiente: en primer lugar, los profesores no tomaban asistencia y la dejaban a responsabilidad del alumno, pues ya dependía de cada uno tener la información completa para el examen final. En segundo lugar, repartían materiales todas las clases, ya sea para fortalecer conocimientos, para leer en casa o los power points de la clase. Además, las clases eran dinámicas, pues se requería constantemente la participación del alumno, aparte de actividades que implicaban juntarnos en grupos. A largo del ciclo no hubo exámenes, solo exposiciones; pero la nota principal era el examen final. Un aspecto negativo que pude encontrar fue que en dos de los cursos que llevé solo éramos 3 alumnos y no era muy motivador, pero al parecer fue porque hubo menos alumnos de intercambio ese semestre.

Finalmente, las instalaciones de la universidad eran increíbles. Cinco pabellones muy grandes y estaba en construcción uno más, áreas verdes, una biblioteca muy abastecida y con áreas de estudio muy cómodas y una cafetería muy amplia. Lo único malo era la necesidad de acostumbrarse a las horas de almuerzo de los alemanes, pues la cafetería cerraba a las 2:00 pm.

Mi experiencia personal en el intercambio fue muy buena. Viajé muchísimo, hice muy buenos amigos en la universidad y me divertí mucho también. Sin embargo, la gente en esa ciudad no era muy amigable y acogedora, y no todos hablaban inglés. Muchas veces cuando quisimos salir de noche, no podíamos pasar una noche grata porque en los locales eran muy discriminadores y muy pocas veces nos dejaban entrar a un lugar todo el grupo de amigos. Pero a pesar de eso logré pasarla muy bien en una ciudad tan bonita como Düsseldorf.

El hospedaje que me asignó la universidad fue una residencia un poco alejada del centro y de las instalaciones de la universidad (Bittweg), pero era muy cómodo y el dormitorio era espacioso. Lamentablemente, me tocó compartir apartamento con una mujer de 40 años que tenía costumbres muy distintas a las de una joven de 21 años y hacía problemas muy a menudo.

El transporte en la ciudad y en Alemania, en general, era excelente. Tenían líneas de tren, metro, tren rápido y andaban siempre a tiempo, con rutas muy directas, limpio y las personas lo respetaban. Encima lo teníamos gratis para todo Düsseldorf y North Westfalia, ya que habíamos pagado una cuota inicial en la universidad que incluía eso, además de descuentos en la cafetería y en la lavandería. La ciudad en sí era muy segura y ordenada.

En mi tiempo libre, me juntaba con mis amigos en sus departamentos, salíamos a comer, paseábamos por el centro, que es increíble, con una gran variedad de tiendas y restaurantes y mucha gente transitando, o algunas veces íbamos a otros pueblos dentro de Düsseldorf. Además, me matriculé a un gimnasio que quedaba al frente del campus de la universidad y costaba 15 euros mensuales, un precio totalmente accesible para alumnos de intercambio.

Algo peculiar de esta universidad es que no tienen una matrícula formal. En las reuniones previas al inicio de clases te brindan un listado de cursos y cuando inician solo te presentas a las clases y al final del semestre llenas un formulario para “matricularte” a los exámenes finales. Hay que tener mucho cuidado con eso, pues al no haber matricula formal podría darse la posibilidad de que uno se descuide y olvide de mandar su “Learning Agreement”.

En este caso yo no necesité obtener una visa, pues tenía pasaporte de la Unión Europea.