Millones de personas en el mundo se han visto recientemente afectadas por el impacto de diversos desastres naturales. En los últimos días, el aumento del caudal en el río Rímac, las fuertes lluvias en las distintas regiones del país y el terremoto en Arequipa han puesto en alerta a los pobladores, instituciones y el Gobierno. Estos casos nos llevan a reflexionar: Hoy en día, ¿El Perú está preparado para crisis y desastres? ¿Tenemos centros de prevención de desastres abastecidos?
Un claro termómetro de nuestra situación fue como se respondió a los impactos del Fenómeno de El Niño en marzo 2017. Las cifras hablan por sí mismas: el saldo del desastre fueron 13,5 millones de personas declaradas en alto riesgo con un impacto en 285 955 damnificados, 1 559 487 personas, 371 370 viviendas, 3 266 instituciones educativas y 1 044 establecimientos de salud (INDECI, 2017). La respuesta fue un despliegue de las Fuerzas Armadas con 24 164 efectivos, 340 vehículos, 5974 toneladas transportadas y 38 604 personas transportadas (Ministerio de Defensa, 2017)
El Gobierno está destinando un paquete de S/ 25 000 millones para la reconstrucción (Autoridad para la reconstrucción con Cambios, 2017) de 66 093 viviendas, 8 017 kilómetros entre caminos y carreteras destruidas, 489 puentes, entre otros (SINPAD, 2017) (Presidencia de Consejo de Ministros, 2017); en coordinación entre el Ministerio de Defensa, los gobiernos regionales y locales y las organizaciones no gubernamentales. Si se hubiera destinado 2% de este monto en prevención, en este momento no estaríamos hablando de un plan de reconstrucción.
La colaboración entre el sector privado y el sector público fue importante para el manejo de esta crisis. De las cuatro fases para el manejo de crisis y desastres: respuesta, recuperación, mitigación y preparación; hemos tenido una acción reactiva frente al evento; el estado actual de Piura (2017) o Pisco (terremoto del 2007) son un claro ejemplo del lento proceso de recuperación.
Por otro lado, el registro histórico revela que Lima ha sufrido el impacto de 43 grandes sismos, donde los de 1586, 1655, 1687 y 1746 alcanzaron intensidades destructivas, siendo este último el más fuerte y catastrófico, no solo por la magnitud del terremoto sino porque minutos después ocurrió un tsunami que destruyó el puerto.
Lima tiene 2 672 km2; 9 75 millones de habitantes (29% de la población del país) y una concentración de casi 3 650 habitantes/ km2 (Diseño de políticas públicas para el mejoramiento de logística urbana en Lima, Universidad del Pacífico, 2018). La densidad poblacional y la concentración de personas en esta casi megaciudad necesitan una logística especial para las operaciones y la activación de los servicios para gestión de las víctimas, los recursos, los residuos, los procesos y las tareas de la acción humanitaria.
Creemos, desde la Facultad de Ingeniería, que es importante trabajar en la preparación con el objetivo de maximizar el número de beneficiarios, responder el menor tiempo posible, usar eficientemente los recursos y reducir el sufrimiento de los damnificados. En el caso de Lima, estamos caracterizando la ciudad con datos estructurados y no estructurados provenientes de múltiples fuentes con el fin de modelar la ciudad, generar diversos escenarios y establecer un modelo dinámico de toma de decisiones en el momento de crisis. Actualmente, tenemos estudiantes de pregrado y postgrado trabajando de manera conjunta con nuestros investigadores y colaboradores de Brasil y Francia; en proponer políticas enfocadas en las cuatro fases para el manejo de crisis y desastres en zonas como el río Rímac, Chosica, Independencia y Piura.
La prevención para nosotros es el elemento más importante frente a las crisis. Lo demuestran, la resiliencia de Texas luego del Huracán Harvey, la respuesta de la Florida en el paso del Huracán Irma, la preparación de México luego del terremoto de 1985 y la mitigación del sufrimiento en el último terremoto en setiembre de 2017.
Debemos aprender de estos casos y de nuestra historia. Los antiguos peruanos preveían los casos de desastres con sus centros de distribución (tambos) con alimentos deshidratados (charqui, chuño), con la construcción con la técnica de librero o adobitos (Cultura Lima) o la construcción de andenes para evitar la erosión de los cerros.
Actualmente, tenemos 18 regiones en el país con lluvias intensas que se pronostican que durarán hasta marzo, y que podrían desencadenar inundaciones, deslizamientos y huaicos. En estos momentos, qué estamos haciendo para mitigar el sufrimiento de las familias afectadas por el aumento del caudal en los ríos de la costa, las granizadas y nevadas en la sierra, y los desbordes e inundaciones en la selva. Nosotros (la facultad de ingeniería), estamos trabajando ya en ello.
Compartir
Sin categoría
desastres, el niño costero, río rimac