Lo inimaginable puede ser realidad, por Gabriela Smarrelli

Las obras de ciencia y ficción tienen el poder de generar satisfacciones particulares. A quienes las escriben les permiten crear un mundo deseable y quienes las leen sienten la emoción de creer posible algo que en realidad no lo es. En algunos casos las obras ciencia y ficción incluso pueden acercarse al futuro y esto las hace aún más interesantes y fascinantes. Issac Asimov fue un escritor y bioquímico estadounidense, de origen ruso, conocido por ser autor de grandes obras de ciencia y ficción. Entre dichas obras se encuentra “Sueños de robot” que incluye una colección de cuentos cortos inspirados en conflictos entre robots y las tres leyes de la robótica. El cuento denominado «Sueños de robot» fue el único que se escribió para la recopilación de cuentos que se encuentran en la obra que posee el mismo nombre.

En el cuento «Sueños de robot» hay tres personajes principales: Susan Calvin, Linda Rash y Elvex, el robot. Comienza con unas palabras que sorprenden:

Anoche soñé –anunció Elvex tranquilamente.

Ante la afirmación de Elvex surge una pregunta, ¿cómo es posible que los robots puedan soñar? Así, esta misma afirmación es la que sorprende a la doctora Calvin y la que la lleva a estudiar el diseño que había hecho Linda Rash. Linda había utilizado geometría fractal. Al utilizar conceptos como estos se muestra cómo Issac Asinomov divulga conceptos científicos difíciles de entender para lectores no especializados en ciencias como la ingeniería, las matemáticas, la bioquímica, entre otros. A pesar de esto, para el lector es suficiente comprender que por medio de la geometría fractal fue posible convertir el cerebro del robot en uno semejante al cerebro humano. Asímismo, utiliza y crea otros conceptos que permiten generar un mundo científico que gira en torno a los robots; entre estos conceptos está el de cerebro positrónico. Un concepto ficticio que hace referencia a un artefacto que se ubica en el cerebro de los robots y que trabaja como una unidad de procesamiento. Esta unidad es la que permite que el cerebro se acerque más al humano permitiéndole incluso soñar. Sin embargo, ante el sorpresivo descubrimiento de que Elvex ha soñado, está la necesidad de saber qué ha soñado. Elvex explica el significado de la palabra sueño: “Veo cosas que no tienen relación con lo que concibo como realidad” y es consciente de que ha soñado ya que lo que ha experimentado corresponde al significado de la palabra en el diccionario humano que le entrego Linda Rash. Así mismo la doctora Linda le dio información a Elvex sobre la robótica y el mundo, permitiéndole que su cerebro se asemejara al de un ser humano y que incluso conociera más de lo que conocen los seres humanos ya que los humanos no tienen tanta facilidad para recordar y aprender conceptos con la rapidez con la que parece hacerlo el robot. Ante esto surge un temor, un temor ante una máquina capaz de hacer cosas que se creía que solo los humanos podían hacer, cosas que nos hacían seres únicos. Cuando Elvex explica lo que ha soñado, la preocupación era una sola: evaluar el cumplimiento de las tres leyes de la robótica. Estas leyes son:

  • Un robot no puede hacer daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño.
  • Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entrasen en conflicto con la Primera Ley.
  • Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la Primera o la Segunda Ley.

En el sueño de Elvex los robots sienten y están abrumados por todo el trabajo que deben hacer y en su sueño prima la tercera ley, sin embargo deja de lado la segunda y primera ley que son indispensables para controlar a los robots y evitar que estos tomen decisiones por su cuenta sin considerar factores esenciales como lo son obedecer al ser humano siempre y cuando no se dañe al mismo. Elvex entiende las reglas en la realidad, sin embargo en su sueño estas no son así. De esta manera el cuento tiene un final impresionante que deja la mente de lector en suspenso y al mismo tiempo con un sentimiento de fascinación. Fascinación cuando la doctora Calvin le pregunta a Elvex quién era el hombre del sueño y el responde: “Yo era el hombre”. Fascinación, cuando Susan Calvin, ante esta respuesta decide dispararle a Elvex porque constituía un riesgo al creer que era un ser humano. Las líneas finales del cuento generan una reflexión sobre cómo actuamos los seres humanos. Linda Rash creó un robot inteligente, capaz de soñar e incluso capaz de sentir en sueños. Un robot que finalmente tenía la seguridad de que él era un humano. Con el final del cuento es posible notar que se considera un riesgo crear un robot que piense por sí mismo porque surge el gran temor de que este ponga en riesgo a los seres humanos, su existencia y las habilidades únicas que nos hacen regidores del mundo.

El cuento «Sueños de robot» tiene incluso una versión filmográfica por medio de la película: Yo, Robot. En esta se puede ver como los robots no se guían por las tres leyes de la robótica y ponen en peligro a la sociedad. Asímismo se observa cómo los seres humanos se vuelven dependientes de los robots ya que estos constituían una especie de asesores personales que cumplían las órdenes de los seres humanos. Los robots se crearon ante la necesidad de satisfacer los pedidos de los seres humanos y reducir la carga y el trabajo que tienen los mismos. Los robots se crearon para ser maquinas que cumplieran funciones y órdenes no para pensar y actuar según lo que su propio cerebro les ordenara. En la película los robots se convirtieron en un riesgo potencial cuando se olvidaron que su rol principal era no causar daño a los humanos y cuando creyeron que su rol era defenderse y tener el control. Así también, en la película se hace referencia a Sony, el robot que me hace recordar a Elvex, un robot que muestra que es capaz de sentir y soñar. Un robot que entiende que lo que están haciendo los otros robots no está bien, un robot que parece creer que es un humano, un robot que siente y sueña.

En la actualidad la robótica es la rama de la tecnología que de dedica al diseño y construcción de robots. Incluso hay una cuarta generación de robots denominados robots inteligentes y ante esto, no cabe duda que ante la ambición del ser humano de crear piezas magistrales que permitan hacer tareas con mayor eficiencia y eficacia, no sea lejana la posibilidad de que tengamos robots a la disposición del ser humano. Posibilidad que me causa temor ya que a pesar de que es fascinante leer un cuento como este e imaginarse la posibilidad de que existan robots, tengo el temor de que las relaciones humanas se vuelvan aún más frías de lo que ya son. Hoy en día todos buscan ser eficientes, competitivos y lograr todo lo propuesto en tiempo record. Si en la actualidad los seres humanos sufren de un problema denominado “falta de tiempo” y por ello las relaciones se han deteriorado, ¿cómo será cuando tengamos robots a nuestra disposición y que vivan el día a día con nosotros? ¿Acaso eso nos dará más tiempo para construir relaciones personales o nos dará más tiempo para construir nuevas ambiciones que a veces parecen opacar la importancia de crear lazos? Finalmente, antes que nada, esos lazos son los que nos hacen únicos y distintos y el ser humano en su afán por el éxito parece olvidar esta ley de la vida que debería ser primordial.