“Anorexia y tijerita” de Alfredo Bryce Echenique, por Jesús Bustamante

Jesús Bustamante participó en el club en el ciclo Verano 2012

Bryce me dio mi primera novela: Un mundo para Julius, e inmediatamente la segunda y la tercera: La vida exagerada de Martín Romaña y El hombre que hablaba de Octavia de Cádiz. Desde que empecé a leerlo noté su facilidad para describir a sus personajes; transforma la lectura en un relato amigable. Los personajes de Bryce y sus historias nos llevan a reírnos de nosotros mismos, a ver los estratos económicos desde adentro y contextualizan el tiempo y el espacio de manera magistral.

Los personajes de Bryce son entrañables. Particularmente el personaje que más me apasionó fue Inés, de La vida exagerada de Martín Romaña. El contexto cultural en el que se desarrolló fue muy rico y permitía elevar la imaginación a situaciones insospechadas en las que cada una era más trágica que la otra para Martín.

Bryce puede ser tan espontáneo que el lector llega a considerar al autor como un “amigo” que relata los hechos. Recuerdo sus repeticiones de palabras, que a pesar de ser sintácticamente incorrectas, él se las permitía dado que ayudaban a la novela dándole peso a los diálogos que se presentaban; los hacía más reales.

En “Anorexia y tijerita”, Bryce, como de costumbre, logra descifrar perfectamente las clases sociales y los prejuicios de la sociedad limeña. Como la esposa de Bermejo, típica señora de clase alta limeña que subestima a las clases obreras echándoles la culpa de todas las desgracias del país. Política, indiferencia, marginación, pobres, ricos; el cuento de Bryce es muy rico en temas y situaciones.

El diálogo al final de “Anorexia y tijerita” entre Joaquín Bermejo y Raquelita muestra de cuerpo entero a los burgueses, además de todo su desprecio por la clase “ínfima” (clase pobre de Lima). Bryce saca a relucir todas las debilidades de sus personajes en las obras que leí.

De alguna manera, todos pertenecemos a una clase social (si existen clases sociales) y nos vemos reflejados (o vemos reflejados a nuestros pares) en las obras de Bryce. Él ironiza mucho con las características de sus personajes. Basta con recordar las tragedias que le sucedían al pobre Martín Romaña y lo mucho que sufrió por Inés para que al final se enamore de Octavia de Cádiz.

A diferencia de otros autores que he leído, los personajes de Bryce siempre son recordados, como si de verdad hubieran vivido, como si nunca fueran a morir.