Comida chatarra, Estado y Mercado

Comida chatarra«You are what you eat» (Feuerbach, 1863)

El 9 de abril de 2014, en la Universidad del Pacífico, presentamos una colección multidisciplinaria de ensayos titulada Comida Chatarra, Estado y Mercado, motivada por la promulgación — y posterior olvido  — de la Ley 30021, o Ley de Promoción de la Alimentación Saludable para Niños, Niñas y Adolescentes.

El 17 de mayo de 2014, se cumple un año desde que el Congreso aprobó esta legislación, y sin embargo es poco lo que se ha avanzado para implementarla, y para enfrentar los problemas de salud pública que la medida pretende corregir.   ¿Por qué?  ¿Como avanzar con esta tarea?   Recomendamos la lectura del libro, y compartimos también entrevistas con las editoras (Maria Matilde Schwalb, Vice Rectora de la UP y Profesora de Administración, y quien escribe), y con Leda Pérez, una de las autoras, cuya análisis del rol del Estado y las políticas públicas en este campo, en otros países, es alentador.   Sí, se puede lograr mejoras en la nutrición de nuestros niños, con el esfuerzo combinado del Estado, los educadores, los medios y las familias.   ¿Habrá voluntad política para hacerlo?

Comparto también nuestras palabras de Introducción a la presentación del libro;

 

Comida chatarra, Estado y mercado

Hace casi un año, el 17 de mayo de 2013, el Presidente Humala promulgó la “Ley de Promoción de la Alimentación Saludable para Niños, Niñas y Adolescentes”, cuyos objetivos son de promover el derecho a la salud pública y el desarrollo adecuado de las personas, y reducir las enfermedades vinculadas al sobrepeso y la obesidad entre menores de edad.    Popularmente conocida como la ley contra la “comida chatarra”, propone lograr estos objetivos a través de la educación en nutrición, el fomento de la actividad física, la presencia de quioscos y comedores saludables en los colegios, así como también de la regulación de la publicidad e información relacionada con alimentos y bebidas dirigidos a los niños.

Aunque en teoría estos objetivos parecerían consensuales — ¿quién no desea que nuestros  niños se nutran bien? — en la práctica recordamos, que esa ley generaba bastante revuelo.  Durante varios  meses, escuchamos airadas protestas y entusiastas aplausos, en la radio, televisión, diarios y redes sociales.  Entre las razones para oponerse, se dijo que iba a violar  las  libertades fundamentales de las personas, o de las empresas, que pondría obstáculos innecesarios al turismo y al comercio internacional, y  por allí un ex ministro dijo que esta ley hasta podría impedir la transmisión del Mundial Brasil 2014.[1]

A pesar de todo, la ley fue promulgada y se estableció una comisión para su reglamentación, liderada por el Primer Ministro Juan Jiménez.   También se encargó al Ministerio de Salud la definición de los parámetros técnicos, para definir qué alimentos son o no son “saludables”, y se estableció un plazo de 60 días para hacerlo.   Desde allí, sin embargo, es poco lo que sabemos – y aparentemente poco lo que se ha avanzado.  Hemos visto dos cambios de Primer Ministro, y nuevas leyes y polémicas en la agenda.  Comenzaron nuevamente las clases, los quiscos siguen repletos de gaseosas, dulces y frituras, y no hay reglamentación a la vista.

Mientras tanto, los problemas que motivaron la ley, siguen vigentes.  ¿Recordamos cuáles son?   Entre 2007 y 2012,  según el INEI,  la desnutrición crónica infantil se redujo de 27.8% a 18,1%, con lo cual el Perú cumplió con el primer Objetivo de Desarrollo del Mileno. Hay todavía mucho por hacer para erradicar ese porcentaje persistente de niños con desnutrición; sin embargo, según fuentes del gobierno y de organismos internacionales, hoy el Perú exhibe simultáneamente una expansión de sobrepeso y obesidad alarmante.

Aunque la solidez de las fuentes forma parte del debate político, según la Encuesta Global de Salud Escolar 2010 realizada por el gobierno peruano, el 19.8% de niños de hasta 16 años presenta sobrepeso o riesgo de obesidad.

Llama mucho la atención que en nuestro país –como consecuencia de múltiples factores – haya  aumentado notoriamente el peso de todos los grupos etarios de la población, con consecuencias que van bastante más allá de la salud, socavando la autoestima, afectando  las relaciones de familia y, en general, impactando campos tan variados como la economía, el derecho, la gastronomía, el marketing y el trabajo social.

Posiblemente sea muy tarde para contener la expansión de los niveles de sobrepeso entre los adultos en el Perú.   Quizás por ello, el Congreso de la República y el Poder Ejecutivo comenzaron a concentrar  sus esfuerzos en los menores de edad, de los cuales,  según fuentes del gobierno, uno de cada diez niños menores a los cinco años ya sufre de sobrepeso (9.8%), una cifra muy superior al 6.6% promedio mundial.

Que una ley no basta para resolver el problema, es reconocido por todos.  Pero mientras algunos consideran que fue una medida equivocada (y se han dedicado bastante energía a resistir su reglamentación), otros consideran que fue un paso en la dirección correcta.  Y es por ello, que desde el Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico (CIUP) decidimos unir esfuerzos entre investigadores de diversas disciplinas y perspectivas, para analizar no solo la Ley 30021 sino también su entorno y alternativas.

A medianos del año pasado, invitamos a colegas de todas las áreas del CIUP, a preparar  reflexiones breves sobre cualquiera de los aspectos de la ley o la problemática detrás de ella. Resultó significativo y alentador, que  15 investigadores respondieran al llamado.  Las reflexiones publicadas provienen de las más diversas disciplinas – administración y marketing, economía, derecho, ciencia política, sociología, psicología, filosofía y  literatura.    En su conjunto, ofrecen múltiples respuestas a preguntas tales como:

  • ¿Es necesario para el Estado intervenir y regular lo que el consumidor desea ingerir?
  • ¿No deberían ser los padres los principales responsables de la alimentación de sus hijos y no las autoridades políticas?
  • La misma industria alimenticia, nacional y transnacional ¿no es capaz de auto-regularse? Es decir, los mecanismos de mercado ¿no son suficientes para ello?
  • Además, ¿qué se entiende por “comida saludable”?
  • ¿Qué influencia tiene la publicidad sobre lo que nosotros y nuestros hijos consumen?
  • ¿Cómo afrontar la presión de los lobbies de la industria y del marketing?
  • Y finalmente, ¿cómo lograr que esta ley – o las alternativas propuestas por algunos autores – se implementen de manera efectiva?

El libro está dividido en seis secciones.   En la primera se ofrece una revisión panorámica de ley y comparando las experiencias de otros países, de parte del administrador y consultor Emilio García.   En la segunda, se encuentran trabajos de análisis constitucional y filosófico, de Cecilia O’Neill, abogada y Jefa del Departamento de Derecho de la UP, y de Alonso Villarán, filósofo y profesor de la Escuela de Posgrado.

En la tercera parte, los trabajos de Óscar Sumar (Derecho), Juan Mendoza (Economía) y Leda Pérez (Ciencia Política), desentrañan conceptos de economía política y regulación, mientras que la cuarta sección aborda el problema a través de la economía del comportamiento en los textos de Fernando Ruíz (Sicología), Francisco Galarza (Economía) y Jürgen Schuldt (Economía).

En la quinta sección presentamos trabajos de  Matilde Schwalb, David Mayorga y Guillermo Runciman, de la Facultad de Ciencias Empresariales, los cuales cuestionan la ley desde el campo del Marketing y del rol empresarial en general.

Finalmente, en la sexta sección, Liuba Kogan, socióloga y Jefa del Departamento Académico de Ciencias Sociales, Baltazar Caravedo (sociólogo y Director del Centro del Liderazgo) y Elio Vélez (Literatura),  afrontan el problema desde el ámbito sociológico y cultural.

Por cierto, las opiniones y propuestas expresadas en esta colección,  aun cuando están basadas en fundamentos teóricos, filosóficos o comparativos, no pueden desvincularse de la realidad del Estado peruano, cuya reducida capacidad para regular al sector privado y a sí mismo, es ampliamente reconocida.  Sin embargo, algunos autores sostienen que medidas como éstas, servirán para fomentar la educación y levantar la conciencia de los padres de familia, sobre la necesidad de dar una mayor atención a la alimentación de sus hijos, y de los directivos de empresa de preocuparse más por el impacto no deseado que sus productos y sus prácticas empresariales provocan en el consumidor; todo lo cual ya sería un respetable avance.

You are what you eat”, decía el filósofo alemán Ludwig Feuerbach en 1863. “Tú eres lo que comes”.  Frase que dice mucho de las personas y bien puede ampliarse a las naciones y sociedades.  Tal es el caso de la llamada Fast Food Nation, como algunos han etiquetada a EEUU.   En el Perú del Siglo XXI, la gastronomía y sus componentes autóctonas se han convertido en fuente de orgullo nacional, acompañado por la ubicua Inca Kola.  Pero no nos hemos preguntado si nuestros niños, están comiendo lo que necesitan para mantenerse sanos, para disfrutar de la vida en un país que crece, y para desarrollarse personal y profesionalmente; si estamos haciendo lo suficiente para ayudarles a ayudarse.

Nosotros consideramos que el aporte más importante de esta ley, efectivamente, ha consistido en  provocar debate y obligarnos a plantear estas preguntas.   Pero también creemos, que el debate hasta ahora ha generado “más calor que luces”, y más resistencias que avances.  Desde la comunidad académica, no debemos esperar que se reglamente esa ley, sino realizar más y mejor investigación sobre estos temas — que ya no son del futuro, sino de hoy.

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[1] «Alfredo Ferrero: «Ley de comida chatarra podría afectar la transmisión del Mundial Brasil 2014”». En: Diario Gestión. 17 de mayo, 2013. <http://gestion.pe/politica/alfredo-ferrero-ley-comida-chatarra-podria-afectar-transimison-mundial-brasil-2014-2066366